Aiden se rió, retrocediendo ligeramente.—Eso significa que no podemos hacer lo que estás pensando.Hendricks lo miró con incredulidad.—¿Por qué no?—Porque no es apropiado... estamos en casa ajena. Y además, está Lía cerca —agregó Aiden, intentando sonar lógico, aunque Hendricks solo veía una oportunidad para hacerle cosquillas.—¡Hendricks, para! —rio Aiden, retrocediendo hasta quedar atrapado entre la pared y el hombre que lo perseguía por la habitación.—No hasta que cambies de opinión —replicó Hendricks, con una sonrisa maliciosa mientras seguía su "ataque".Después de varios minutos de risas y correteos, Aiden finalmente se detuvo, tratando de recuperar el aliento.—Escucha... —dijo, aún con la risa en su voz—. Somos dos hombres, en casa de tus padres, con tu hija en la habitación de al lado. Por ahora, vamos a comportarnos, ¿sí?Hendricks lo miró con una mezcla de diversión y frustración.—Está bien, me has convencido... por ahora —dijo, rindiéndose finalmente y tumbándose en
Aiden y Hendrick regresaron al hotel junto a Lía al día siguiente.Los padres de Hendricks los despidieron y propusieron que vivan con ellos en la villa, ahí había todo lo que Hendricks necesitaría para criar bien a Lia. Además evitarían los comentarios dentro del hotel entre los empleados de porqué dos hombres solteros vive con una niña en el penthouse del hotel.El día se fue como humo, entre papeles, estrategias de trabajo, reportes de ventas y reuniones de última hora. Aiden se encontraba en una encrucijada, mientras se sentaba en el sofá del penthouse de Hendricks al final del dia, su corazón late con fuerza en su pecho. Hendricks con ayuda de una Niñera asignada, prepararon a Lía para dormir. Por alguna razón Aiden se pasó el día deseando a Hendricks, mientras lo veía trabajar.—No te duermas ahí, vete a la cama—le ordena Hendricks a Aiden, al entrar a la sala, el agradece a la niñera por sus servicios y la escolta hasta la puerta.Hendricks, al notar la inquietud de Aiden, se
La luz del Mediterráneo baña el Hotel Splendido Mare Belmond, la luz iluminan la fachada y los cuidados jardines que se extendían más allá de la ventana de la oficina de Hendricks y Aiden. Sin embargo, la mirada de Hendricks apenas los nota, atrapado entre los informes que revisaba y las preocupaciones que rondaban su mente: el futuro de Lía, la visita de los padres de Aiden a Italia y la presión de los suyos para que se mudara con Lía a la villa familiar.La puerta se abre suavemente, y Aiden entra con su habitual elegancia y esa presencia andrógina que siempre atraía miradas. Su largo cabello rubio platinado se mueve con cada paso, enmarcando su rostro de manera etérea. Llevaba una bandeja con dos tazas de café, algunos muffins y una sonrisa cálida en los labios.—Creo que esto podría ayudarte —dijo Aiden, colocando una taza frente a Hendricks—. Café de la casa, receta secreta de mi abuela.Hendricks levanta la mirada y esboza una leve sonrisa, pero sus pensamientos seguían anclado
El día de la cita finalmente llega, y ambos amantes se sienten bastante nerviosos. Aiden se mira en el espejo del vestidor de su recámara, sintiendo que cada detalle de su atuendo era un reflejo de su personalidad. Su traje azul marino se ajusta perfectamente a su pequeña figura, resaltando su silueta delicada y su piel clara. La tela suave caía con elegancia, y al mirarse, se dio cuenta de que nunca se había sentido tan seguro de sí mismo. Sus ojos grises brillan con anticipación mientras termina de abrocharse la camisa blanca que lleva debajo de la chaqueta. Cada movimiento era deliberado, y en su mente había un eco constante de sus esperanzas: esta noche podría ser el comienzo de algo más sólido con Hendricks.Mientras tanto, en su habitación, Hendricks se viste con un aire de sofisticación y elegancia. Su traje negrö está diseñado a medida, con cortes precisos que acentúan su figura atlética. La chaqueta tiene un brillo sutil que refleja la luz, y al igual que Aiden, se siente s
Los huéspedes van y vienen en el Hotel Splendido Mare, desde todos los balcones se puede apreciar la hermosa vista, sobre las olas en Portofino. Hendricks se sienta en la terraza del penthouse del hotel, observando cómo Lía jugaba con sus muñecos en el jardín. Aunque el entorno era idílico, un nudo de preocupación le oprime el estómago.La idea de mudarse a la villa de sus padres no lo deja en paz. Mientras tanto, Aiden entra con una bandeja de galletas recién horneadas.—¡Mira lo que he hecho! Galletas de chocolate. ¡Son una delicia! —exclama, dejando la bandeja sobre la mesa.—Huelen increíbles —dijo Hendricks, sonriendo al sentir el aroma dulce en el aire.Lía corrió hacia Aiden con los ojos brillantes.—¿Puedo tener una? —pregunta la niña, con su pequeño rostro lleno de expectativa.—Por supuesto, pero solo una por ahora —responde Aiden, dándole una galleta con un guiño.Mientras Lía disfruta de su galleta, Hendricks mira a Aiden, sintiendo una mezcla de alegría y ansiedad.—¿Has
Amanece bajo el cielo de Portofino, Aiden y su madre disfrutan del desayuno juntos en la terraza. Brenda, sabiendo que su hijo aún se siente algo inquieto por la revelación de su relación con Hendricks, decide abordar el tema de una manera suave.—Cariño, he estado pensando en lo de tu padre. Sabes que él es... bueno, tiene un carácter muy reservado y a veces es complicado hacerle aceptar cambios, pero creo que si hablo con él despacio, lo ayudará a ir asimilándolo poco a poco.Aiden escucha a su madre con atención, pero rápidamente toma una respiración profunda y niega con la cabeza.—Mamá, aprecio lo que intentas hacer, pero creo que lo mejor es que hable con él yo mismo. Es... lo mínimo que puedo hacer por respeto. Me importa mucho que sepa la verdad de mí, y creo que se lo debo en persona.Brenda lo observa, claramente orgullosa de la madurez y valentía de su hijo. Después de unos segundos de reflexión, asiente.—Está bien, Aiden. Tienes razón. Pero recuerda que estamos aquí para
Aiden y Hendricks regresaron desbordados de felicidad, trayendo consigo el fresco aroma del mar que llenaba el aire de promesas, agradecidos de que por lo menos los padres de Aiden aunque no muy reacios a su relación por lo menos no se oponían a que estuvieran juntos. La luna, brilla con todo su esplendor iluminando el espacio con un brillo plateado que transforma el elegante penthouse en un refugio de intimidad para los dos amantes. Aiden, sentado en el sofá de terciopelo, siente cómo el nerviosismo danzaba en su pecho no sabe si saltar de la alegría o llorar de la felicidad. La expectativa pulsaba en el ambiente, una energía que electrizaba el aire. El penthouse es un espacio que emanaba calidez y familiaridad. Las luces tenues iluminaban las paredes decoradas con fotos de momentos felices, y la suave música de fondo creaba una atmósfera íntima.Lia, la hija de Hendricks, está pasado la tarde con una de sus hermanas trillizas, lo que les dejaba a Aiden y a Hendricks el espacio per
Es un soleado día de primavera, cuando los jardines alrededor de la residencia de los Harrison florecen en tonos vibrantes de rosa y lavanda, Aiden y Hendricks llegan con Lía.La llamada de Aiden días antes ha permitido a los padres de April, Víctor Harrison y Susan de Harrison, prepararse para recibirlos. Saben que, aunque la visita es breve, ya que solo estarán una semana, el propósito es crucial: legalizar la paternidad de Hendricks sobre Lía, y darle un sentido de pertenencia y seguridad a la pequeña hasta que April despierte del coma y se recupere o que pase lo peor.—¿Como estuvo su vuelo? —les pregunta Susan cuando los recogió en el aeropuerto junto a su esposo.—Todo estuvo bien, salimos muy temprano, Lía se durmió algunos minutos antes de que ustedes llegaran —habla Hendricks con Lía en brazos.—Me imagino lo cansada que debe estar mi nieta—habla Víctor mientras van en el carro en la carretera.Condujeron por media hora y llegaron a unos suburbios. Apalcaron frente a una casa