Lazos inesperados. Capítulo 20: Lazos inquebrantables.

La luz tibia de la tarde se filtró a través de las persianas, bañando la habitación con rayos dorados que rozaban la piel pálida de Paul, como si fueran suaves caricias.

Sus párpados, pesados como si estuvieran hechos de plomo, comenzaron a temblar levemente, y tras una aparente eternidad, se elevaron.

Paul abrió los ojos con lentitud, para dejarlo caer de nuevo.

Su madre, Tarah, quien había estado aferrada a la esperanza más fuerte que un náufrago a un salvavidas, vio aquel milagroso destello de vida.

Saltó de su silla al lado de la cama, el tiempo parecía haber formado surcos de desvelo en su rostro, y su voz, quebrada por el alivio, rompió el silencio.

—¡Despertó! —exclamó visiblemente emocionada, tocó el timbre para que las enfermeras llegaran y no tardaron en hacerlo —¡Enfermeras! ¡Creo que despertó! —gritó con una expresión llena de felicidad.

Las enfermeras y médicos, alertados por la urgencia en su tono, acudieron rápidamente en la habitación.

—Deben salir mientras lo atend
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