Capítulo 84: Lazos inquebrantables.

Tanya vaciló ante la puerta de Eletta, llamó, pero no hubo respuesta. El silencio más allá de la madera le pareció espeso, cargado de sollozos entrecortados. Con un suave suspiro, apretó el picaporte, aliviada al ver que no estaba cerrada.

Abrió la puerta de un empujón y entró en la habitación poco iluminada.

Eletta estaba tendida en la cama, con el cuerpo desgarrado por los sollozos y la cara hundida en la almohada. Tanya sintió un nudo en el corazón al verla; por un momento, se quedó inmóvil, buscando la manera de abrir una brecha en el abismo que las separaba y pensando en cuáles serían las palabras correctas para consolarla.

Cruzó la habitación con pasos silenciosos y se sentó en un lado de la cama, junto al cuerpo tembloroso de Eletta, extendiendo una mano tentativa sobre su hombro tembloroso.

—¿Te alegra verme así? —La voz de Eletta era apagada, pero tenía el filo de un amargo desafío.

—¿Cómo puedes pensar eso de mí? —respondió Tanya suavemente, con un tono herido. —Jamás me bur
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