VENCO

Miro a mi padre, que está arrodillado a su lado, y veo la tristeza en sus ojos. Veo la pérdida, el dolor, y la desesperación. Y me doy cuenta de que él también está sufriendo, de que también está perdiendo a su hijo.

Mi madre está llorando, y me siento un poco de impotencia, porque no sé cómo consolarla. No sé cómo hacer que se sienta mejor, porque sé que la pérdida de un hijo es algo que nunca se puede superar.

Mi prometida se acerca a mí, con una expresión de preocupación en su rostro. Me mira con ojos llenos de amor y preocupación, y me pregunta:

—¿Estás bien, Venco? ¿Estás herido?

Me sonrío y le doy un beso en los labios, tratando de calmar su ansiedad.

—Estoy bien —le digo—. No estoy herido.

Luego, me uno a ella, y le pongo mi frente contra la suya. Me siento en paz en ese momento, a pesar de todo lo que está sucediendo a mi alrededor.

—Todo terminó —le digo—. Nada más importa en este momento, excepto nosotros dos.

Mi prometida me mira con ojos llenos de amor, y me sonríe. Me sie
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