VENCO

Mi mirada se pierde en el vacío, como si estuviera buscando algo que no está allí. Mi rostro es una máscara de calma, una calma que contrasta con la agitación que me rodea. Las personas que me rodean se detienen, como si hubieran sido congeladas en el tiempo. Se quedan en suspenso, esperando a que haga algo, a que diga algo.

Las personas que me rodean comienzan a sentirse incómodas, como si mi silencio fuera una acusación, un juicio que les está siendo impuesto. Se miran entre sí, como si buscaran una respuesta, una explicación para mi comportamiento. Pero yo no les doy ninguna.

Me quedo allí, en medio del caos, en medio del ruido, en medio de la confusión. Me quedo allí, en silencio, como una estatua, como un monumento a la calma en medio de la tormenta. Y las personas que me rodean se quedan en suspenso, esperando a que algo suceda, esperando a que yo hable, esperando a que yo rompa el silencio.

Las rodillas de mi hermano ceden y cae al suelo, y con él, también caen las rodillas de
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