VENCO

—¡Morax, ya basta! —le dice, su voz firme y autoritaria. —No sigas con esto.

Morax se vuelve hacia ella, su rostro desafiante.

—No te entrometas en esto, madre —le dice. —No es asunto tuyo.

Mi madre intenta acercarse a él, su mano extendida en un gesto de paz.

—Es tu hermano, Morax —le dice. —No puedes hacerle daño.

Morax se ríe, su sonido cruel y despiadado.

—Tiene lo que yo deseo —le dice. —Y yo lo voy a obtener, no importa lo que cueste.

Me acerco a mi madre, tomo su mano y la retiro de Morax, porque no confio para nada en el.

—No te acerques, madre —le digo. —Es peligroso.

Morax se burla de mí, su rostro despreciativo.

—No te preocupes, madre —me dice. —No soy capaz de matar a mi propia madre.

Me enfurezco, mi corazón lleno de ira y tristeza.

—Pero sí a tu hermano —le digo. —Y a millones de personas. Sí, soy capaz de hacerles daño, de matarlos sin pestañear. Eso es lo que me has enseñado, Morax. Eso es lo que has hecho de mí.

Mi madre me mira, su rostro lleno de dolor y tristeza.

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