Las olas acarician con ternura la suave arena de la playa, que está completamente desierta. Se puede oír el suave murmullo de las ondas del mar suspirar contra la orilla, como un eterno poema de amor. El sol se está retirando, una vez más, para dar lugar a la luna, concejera triste que llega acompañada de su negro manto para cubrir todo con su tristeza.
Una pálida figura yace parada en medio de la playa. Esta sola, y muy quieta, como expectante. Las rocas detrás de ella le dan un aspecto sombrío y melancólico a la escena. Cada tanto, el ruido de algún coche doblar la peligrosa curva más arriba de los acantilados, rompe el tranquilo silencio de la playa.
Repentinamente, ella se arrodilla y queda allí, de cara al mar, de cara al sol agonizante. Un viento frío le despeina el cabello ondulado. Ella no siente nada, su mirada está perdida en el sol. Su rostro, manchado con algunas pecas, esta hueco y vacío, con una indiferencia superficial. Su presencia no expresa nada, esta inexpresiva, como una estatua de sal, una bella estatua de sal, solitaria y nostálgica. Casi no parpadea, solo ve el sol, el mar, la muerte...
Mirando, siempre mirando. Si tú la vieras, dirías que no siente nada, que solo está ahí, sin pensar, sin sentir. Pero yo sé... que por dentro, algo está roto, algo que día con día, tarde con tarde la lastima y que solo consigue calmar mirando el sol. Como alguna vez lo miro a él.
Un pequeño brillo asoma en sus ojos y sin intentar evitarlo una pequeña lágrima rompe la estática escena y corre por su blanca mejilla encontrando su fin en su falda. Pero ella ni se inmuta, sigue allí, sola, esperando. Hundida en la arena blanca, las manos le tiemblan un poco y un grito se ahoga en su pecho convirtiéndose solo en un ligero suspiro. El sol ya está por desaparecer en el horizonte. Posa ambas manos en su pequeño vientre abultado. Sonríe, sin sacar los sentidos del sol rojo como la sangre, que se ahoga frente a sus ojos, en su sonrisa hay esperanza, verde esperanza como sus ojos. Siente su presencia y no puede evitar que se le acelere el corazón. El volvió, como siempre lo hace. Gira la cabeza y ahí esta él; sonriéndole, con esos ojos color avellana, grandes muy grandes, pero incapaces de abarcar en ellos todo lo que no llegaron a decirse. Pero está ahí, mirándola con ternura y un amor tan inmenso que ni el mismo mar podría comparársele. Ella ensancha la sonrisa, pero ahora en sus cristalinos ojos naturaleza hay miedo. Corren más lágrimas, no puede evitarlas. El sol intenta no ahogarse en el horizonte, todavía le quedan unos segundos más de vida, antes de dar su último suspiro, antes de llevarse con él la última esperanza.
Se miran y a pesar de que no se tocan; se sienten. Ambos sienten la intensidad de los sentimientos del otro. Sus ojos verdes vagan por el rostro perfecto del ser que más ama en su vida. Sus cabellos castaños y cortos, con ligeros destellos escarlatas por causa del agonizante sol, su nariz recta y sus labios, bonitos y suaves, todo absolutamente todo en él es perfecto.
Sus ojos terminaron de nuevo en ese mar color avellana que la miraban casi sin pestañear y aunque las sombras cubren parte de su rostro eso no le impide ver el brillo que hay en ellos. Y vio en ellos brillar a la tristeza, sabía que él también la extrañaba, y su corazón no está preparado aun para dejarlo ir. Se desespera, no quiere verlo irse de nuevo.
Juntos habían pasado por tanto, juntos vencieron obstáculos inimaginables. Juntos crearon música para palabras sin letras y para momentos sin salida. Juntos crecieron por caminos separados. Juntos cantaron en silencio su amor para que el mundo entero sufriera con ellos y se alegrara con ellos. Juntos se encontraron, después de inmensas soledades y angustias. Alargó su mano para intentar tocarlo, estirando sus finos dedos hacia su rostro, él parecía ansiar ese roce. Tanto como lo ansiaba ella.
Su vientre se revuelve inquieto, ella baja la cabeza y con rapidez retira la mano, acariciando su vientre para calmarlo, pero más que nada lo hace porque no soporta la idea de verlo y nunca más poder tocarlo. Juntando valor levanta los ojos de nuevo, y él, ya no está.
Su sol acaba de morir de nuevo.
Y ahora solo queda un gran vacío, y su recuerdo.
Se fue. Así como el mar se lleva al sol todas las puestas y no lo trae más. Así se fue. Así también se lo lleva a él, en todos los anocheceres.
Pero ella espera, espera todas las tardes, hasta que el sol es consumido por el mar, por la oscuridad que comienza a rodearla y que en ese preciso instante amenaza con llevársela también.
Al llegar la noche, toda esperanza de que vuelva se ve consumida, para volver a renacer a la tarde siguiente, justo antes del crepúsculo.
El sol ya murió por completo. La joven de largos y dorados cabellos se pone de pie lentamente. Su vestido negro gastado por el tiempo y el uso, al igual que su piel, están llenos de tierra, que más que ensuciarla, la limpian. Camina con pasos lentos, acompañados de una melodía muda y sin notas. Camina, como si no importara el tiempo, dejando que el agua salada enjuague sus pies y sus mejillas. Llora en silencio, aferrándose con desespero a su vientre, el último regalo que él le dejo.
Mañana volverá, para una vez más, volverlo a ver, en su mente, en su desesperación desenfrenada, que le incita a inventarlo todos los anocheceres.
Se aleja, pero regresará mañana, de tarde, cuando el sol este por hundirse en el mar. Cuando él, de nuevo, este a su lado, y luego...
Ya no.
Volverá, y volverá de nuevo.
En la distancia, un hombre observa la escena y suelta un largo y triste suspiro. Con lentitud, camina en la dirección donde ve alejarse a la mujer. Detallando su delgada figura en la lejanía, observando a su alrededor, protegiéndola, acompañándola.
7 años antesEra de mañana bien temprano, y Julieta estaba frente al espejo cuerpo entero que había en su habitación, preparándose para el colegio. Se estaba arreglando el pelo cuando Janna la llamo.- Niñas apúrense a bajar, se les va a hacer tarde para desayunar- Ya voy Janna-respondió Julieta, que esa mañana había madrugado.Luego de unos segundos Julieta y Jessica corrieron escalera abajo en dirección a la cocina para tomar el desayuno.- Felicidades mi niña, ¿Cómo amaneciste hoy?- interrogó Janna, mientras le entregaba un paquete.- Gracias Janna. Casi no pude pegar un ojo de la emoción que llegara este día, ¡ya tengo 15 años! ¡Ahora falta solamente un año para cumplir 16 y poder pedir mi licencia de conducir! ¡Un año!-exclamó Julieta mientras cog&
Todo el camino de regreso a casa, se la pasó pensando en el sueño y en lo sucedido a la salida de su clase, se reprochaba no haber sido un poco más elocuente. Al llegar a su casa, como siempre fue corriendo a la puerta trasera de la cocina para saludar a su Janna y tomar la merienda, pero la puerta estaba cerrada por dentro, así que no tuvo más remedio que ir por la puerta principal. No le agradaba mucho la idea, ya que corría el riesgo de encontrarse con su hermana. Que fastidio. Pero bueno...- ¡SORPRESA! - gritaron todos los familiares y amigos de Julieta, que habían estado aguardándola, impacientes, en la sala de estar de los Paz.Pero ella solo tenía los ojos puestos en él. Ahí estaba ese hombre alto y buen mozo, con sus cabellos rubios revueltos y esos ojos verdes, encantadores, que la miraban como sonriéndole, cantándole cumpleañ
Sus ojos brillaban llenos de emoción, mirando con reverencia el pequeño camafeo, que sostenía tan delicadamente entre sus dedos.- Ábrelo, nenita -dijo Bernardo contento - es tuyo.- Es... es... es tan hermoso papá, tengo miedo de que se rompa - dijo Julieta temerosa.- Ábrelo, no tengas miedo - Julieta obedeció.Al abrirlo, vio dos fotitos diminutas de un lado y otras dos del otro.- Es muy hermoso, ¡mira! Aquí estoy yo, y este eres tu papá. Y aquí Jessica con mamá ¡Oh! Gracias, es muy bonito - grito Julieta saltando emocionada a los brazos de su padre - ¿Puedes ponérmelo?- ¡Claro! A ver... - dijo cogiendo el delicado camafeo - ...date vuelta.Apenas lo coloco Julieta salto de la cama y se dirigió al amplio espejo de cuerpo entero y se observó extasiada. El pequeño camafeo circular, de color dorado, con a
Julieta se levantó sobresaltada, pero no estaba en su cama como debería estarlo. Estaba en una más grande y con un dosel rosa pálido con encajes. Odiaba el rosa, y los encajes. ¿Qué clase de broma era esto? Vio que por la ventana abierta entraba una dulce brisa, con aroma a mar. ¿Mar? ¡Mar! Cerca de su casa no había mar. Nunca había estado en el mar, pero el aroma era inconfundible. Se levantó de un salto y corrió a la ventana, se asomó y vio una playa bellísima y el mar, el inmenso mar que siempre soñó conocerlo. Y esa luna, tan grande y perfectamente redonda, vertiendo claridad en la superficie plateada de ese mar tan tranquilo que con cada ola despedía pequeños. Sintió tan familiar ese paisaje, y un sentimiento de añoranza que le apretaba el corazón como si un gran puño de hierro lo mantuviera prisionero invadió
Esa noche Bernardo y Josefina charlaron muy seriamente con Julieta, quien se sentía muy avergonzada por lo sucedido.- No me puedes hacer pasar tan malos ratos, tengo mucho trabajo, no tengo tiempo de atender tus chiquilinadas - reclamaba Josefina muy enojada.- Pero mamá, no hice nada malo. Era solo un dibujo.- Y entonces porque la maestra Smee, quiere vernos para conversar de tu conducta, eso solo puede significar que te has portado mal.- Pero mamá…- Querida, no la trates así, seguro es una de esas travesuras como las que siempre hace, no debe de ser nada serio - dijo Bernardo, que intentaba calmar a su esposa que estaba perdiendo la paciencia.- No trates de cubrir su mal comportamiento, ya es hora de que madure. Ya no es una niña, Bernardo. Debe aprender a comportarse como es debido. Para eso la mandamos a un colegio tan caro. Para que aprenda a comportarse. ¡No entiendo de donde saco es
- ¡Sujétate! Y dame tu otra mano, voy a subirte.Julieta gimió llena de miedo, pero le tendió una mano temblorosa y llena de tierra. Era el muchacho al que ella estaba persiguiendo, él la estaba subiendo. Con una fuerza descomunal el muchacho subió a la llorosa Julieta a tierra firme. Julieta temblaba.- Gra-gracias - consiguió articular Julieta, dirigiéndose a la espalda del muchacho que estaba recogiendo sus cosas.- No, de nada - dijo el muchacho mientras se volteaba para mirarla. A la luz de la luna, el muchacho pudo observar las bellas facciones de Julieta, que, aunque llenas de tierra, resultaban extrañamente bellas y familiares - ¿Julieta? ¿Eres tú?- ¿Pablo? ¡Pablo! Pablo es tu nombre ¿Cierto?- Si. Pero... ¿Qué rayos haces aquí?-Eso te pregunto yo a ti ¿qué haces aquí?- Bueno
Se quedaron en silencio un momento observando el paisaje. El ambiente se quedó un poco extraño e incómodo. Julieta se debatía en como levantarse e irse sin ofenderlo. Y Pablo movía todos los engranajes de su cerebro tratando de pensar en cómo hacer para que se quedara con él.- Me gusta como tocas el piano.- Pues yo lo odio, lo toco solo porque mama… ¡Oye! ¿Cómo sabes que toco el piano?- Mmmm…yo - dijo Pablo avergonzado -es que me gusta observarte cuando lo haces... las veces que voy a tu casa para estudiar con Jess, o en el conservatorio. - No iba a decirle que la espiaba por la ventana, eso de seguro incomodaría a la chica. Tampoco le diría que iba a visitar a Jess solo para verla. - es un instrumento muy bonito. Deberías tocarlo más.- Lo tomare en cuenta. No sabía que me escuchabas. Creía que nadie lo hacía. - dijo sin
Se dio cuenta de lo que acababa de decir. Ella no tenía ningún derecho de inmiscuirse en la vida de ambos, ellos tenían derecho a gustarse, ella debía guardarse las ideas tontas que se le habían ocurrido a lo largo de la noche.- Lo siento, no debí preguntarte eso. Yo… yo lo siento, de verdad, creo que debo irme a casa - dijo mientras se levantaba, Pablo se levantó también y la detuvo.- ¡No! Espera, no te vayas, por favor, quédate - suplico Pablo, tomando su mano.- No, es que es incómodo, saber que te gusta mi hermana, no debería estar aquí, es ella la que debe estar en mi lugar, lo siento no puedo quedarme más - dijo Julieta mientras intentaba irse, sin lograrlo, Pablo no la soltaba.- Yo no lo creo así - aseguro Pablo, mientras se aferraba más a Julieta, la acerco más hacia él, se quedaron mirando a los ojos un largo rato