POV AMELIACecilia y yo salimos de mi habitación, pero esta vez me moví usando muletas. Pasamos junto a los centinelas y ni siquiera me miraron, lo cual fue un alivio. No puedo creer que toda la casa escuchó mi desahogo. Es una gran desventaja vivir entre lobos.Llegamos al comedor y la comida estaba siendo servida. Miré la silla de la cabecera, y Magnos no estaba allí. Me sentí extraña, quería verlo. Supongo que es por los bebés, que extrañan a su padre.—Siéntate, Amélia. Magnos ordenó que prepararan un menú especial solo para ti. El Dr. Hélio dijo que necesitas alimentarte bien, así que mi hermano mandó hacer comidas separadas con ingredientes que a ustedes los humanos les gustan —dijo Cecilia. Me sentí feliz al saber que ese ogro estaba pensando en mi bienestar, aunque solo fuera por el bien de mis hijos.—¿Y ustedes qué comen? —pregunté.—Comemos carne de diversas especies. Criamos bovinos, cerdos, aves, cabras, ovejas. También tenemos piscicultores que crían peces, camarones
POV DE MAGNOSNo podía creer que mi propio lobo me hubiera tendido una trampa. Cosmo invadió mi mente y plantó imágenes de Amélia en mi cabeza, induciéndome a tener ilusiones eróticas con ella. Ese traidor pulgoso me convirtió en su marioneta.—¿Por qué hiciste esto, Cosmo? —pregunté furioso.—Te advertí que no quería que tuvieras relaciones sexuales con esa perra. Pero no me escuchaste, así que tuve que hacer algo al respecto —dijo, sonriendo en mi mente. Pude ver a Cosmo saltando y dando volteretas de alegría.—No puedes invadir mi mente así —dije, incrédulo por su osadía.—Sí puedo, cuando mi parte humana está haciendo cosas equivocadas. Ya te advertí que debes acostarte con Amélia, la madre de nuestros cachorros. Necesitamos mantenerla ligada a nosotros, de lo contrario, alguien más la robará —dijo.—¿Estás loco? ¿Te estás escuchando? Amélia no es nuestra compañera —dije, irritado por su terquedad.—Pero puede serlo si la eliges como compañera escogida —dijo. Casi me atragan
POV DE AMELIALa cena fue agradable, aunque yo seguía molesta con Cecilia. Pasé el resto de la cena en silencio. Pero aunque hubiera querido hablar, no habría podido. Ana y Cecilia no paraban de charlar. Iván permanecía callado, observando con su cara de pocos amigos. Parecía uno de esos matones de las películas de mafiosos. Pensándolo bien, Magnos era como un jefe de la mafia, mandón y peligroso.Esas dos estaban planeando todo para cuando nacieran mis hijos. Pobres de mis bebés con estas dos locas. Estaban organizando el ajuar y la decoración de las habitaciones de mis bebés. Y ni siquiera se molestaban en preguntarme qué opinaba yo.Cuando terminó la cena y Ana e Iván se fueron, suspiré aliviada porque ya no aguantaba más escuchar a Cecilia y Ana hablando y planeando. Me gusta estar tranquila en mi rincón. Enseguida me levanté y me dirigí a mi habitación. Cecilia me siguió hablando. Maldita la hora en que me lastimé el pie, ahora no puedo escapar de Cecilia.—Amelia, ¿hasta cuán
POV AMELIA.Me acosté cómodamente en la bañera y disfruté del agua calientita. Cerré los ojos y terminé dando una cabezadita por unos minutos. Desperté asustada por unos golpes en la puerta. ¿Quién será el infeliz que se atreve a interrumpir mi baño y mi siesta?— Amelia, ¿está todo bien ahí? — Preguntó Cecilia. Tenía que ser ella, mi niñera.— Sí, estoy bien. — Respondí.— ¿Estabas durmiendo? — Preguntó.— No. — Respondí mintiendo.— Mentirosa, te escuché roncando. — Gritó Cecilia desde afuera. Qué absurdo, ni siquiera ronco. Esta loba está cada día más confianzuda.— Yo no ronco. — Grité respondiendo a su acusación absurda. Nunca se dice que una mujer ronca. Aunque ronque como un tractor viejo.— Voy a fingir que no escuché tus ronquidos. Ahora termina de bañarte, si el agua se enfría no será bueno para ti, podría enfermarte. A mi hermano no le gustará si dejo que te enfermes. — Dijo temerosa. Esta preocupación se debe al miedo que siente por el poderoso alfa Magnos.— Ya vo
POV MAGNOS.Después de mi conversación con mi terco lobo, me había convencido de hacer lo mejor para el bien de mis cachorros. Es necesario mantenerlos seguros, pero aún creo que es una pésima idea involucrarme con Amelia.Seguí trabajando, porque en esta manada lo que no falta es trabajo. Pero antes tengo que resolver los problemas de las empresas. A veces pienso en poner un administrador para que se encargue de las empresas humanas. Pero recuerdo que son débiles ante el poder y tienden a sucumbir a la codicia. El resultado: intentan robarme.Sonó mi teléfono celular, ¿quién estaría llamando después del horario de trabajo? Saben que odio que me llamen fuera del horario laboral. Miré la pantalla y era el número del humano que contraté para vigilar al amigo de Amelia, Jake Antunes. Tomé el celular y contesté.— Hola. — Dije.— Señor Veranis. — Dijo.— Sí. ¿Qué pasó? — Pregunté ya impaciente por su demora. ¿Por qué los humanos tienen que dar tantas vueltas para decir lo que quieren
POV MAGNOS.Salí de mi oficina y volví a casa. Cuando llegué, todos ya se habían retirado. Subí las escaleras hacia la habitación de Amelia. Cosmo no paraba de refunfuñar que quería sentir a los cachorros. Lobo molesto.Llegué a la puerta de su habitación y la abrí despacio para no despertarla. Entré y caminé hasta la cama; como siempre, esa humana dormía como una piedra. ¿Qué será de nuestros cachorros cuando nazcan y la necesiten de madrugada? Pobres de mis cachorritos, tendrán una madre inútil que duerme demasiado. Tendré que enseñarles a ser independientes tan pronto como sea posible.Me senté en la cama y Cosmo ya empezó a molestar por el control. Lo dejé asumir y me quedé de espectador. Puso su mano en el vientre de Amelia, ella se movió y abrió los ojos medio adormilada, nos vio y sonrió. Mi corazón se aceleró cuando los cachorros se movieron agitados en su vientre, no me canso de esta emoción.— Cosmo. ¿Por qué tardaste en llegar? Mis bebés extrañaron a los dos. — Dijo somn
POV MAGNOS.Amelia tenía una expresión de disgusto, su mano estaba sobre el pecho y su respiración era rápida. Esa mirada suya ya la he visto en muchos lobos y yo mismo siempre tengo esa mirada cuando quiero matar a alguien. En ella, esa mirada era interesante, Amelia no asustaba a nadie.— ¿Estás loco? ¿Quieres matarme causándome un ataque al corazón? No se asusta a una mujer embarazada, idiota. — Dijo en voz alta y con mucha rabia. Me pareció muy graciosa su indignación. Levanté levemente mi ceja y sonreí de lado. Me gusta cuando está enojada y valiente. Eso la hace más interesante.— Mide tus palabras, mi animalito. Si no estuvieras andando por la oscuridad como una ladrona, no te habrías asustado. Por cierto, ¿qué haces aquí en la cocina a esta hora de la madrugada? — Pregunté. Me incliné y acerqué mi rostro al suyo. Amelia retrocedió un poco, casi metiéndose en el refrigerador. No me gustó su acto.— ¿Qué se hace en la cocina, genio? Tengo hambre, mis hijos quieren comida. Mi
POV DE AMELIAPuse mi mano sobre mi pecho, tratando de calmar mi corazón después de ese gran susto. Sentí ganas de matar a este perro sarnoso, hijo de incubadora. Si las miradas mataran, este infeliz estaría retorciéndose en el suelo. Me miraba divertido como si yo fuera un payaso.—¿Estás loco? ¿Quieres matarme causándome un ataque al corazón? No se asusta así a una mujer embarazada, idiota —dije en voz alta y con mucha rabia. Pero el infeliz lo encontró gracioso, sonriendo y sin tomarme en serio. Me voy a vengar por este susto.—Cuida tus palabras, mi animalito. Si no estuvieras andando por la oscuridad como una ladrona, no te habrías asustado. Por cierto, ¿qué haces aquí en la cocina a esta hora de la madrugada? —preguntó inclinándose para quedar a mi altura y acercando su rostro al mío. Retrocedí un poco, casi metiéndome en el refrigerador. Su cercanía me desconcertaba, y odiaba ese apodo.—¿Qué se hace en la cocina, genio? Tengo hambre, mis hijos quieren comida. El hambre no m