CAPÍTULO CINCUENTA Y UNO: HORA DEL BAÑO
POV DE AMELIA

La cena fue agradable, aunque yo seguía molesta con Cecilia. Pasé el resto de la cena en silencio. Pero aunque hubiera querido hablar, no habría podido. Ana y Cecilia no paraban de charlar. Iván permanecía callado, observando con su cara de pocos amigos. Parecía uno de esos matones de las películas de mafiosos. Pensándolo bien, Magnos era como un jefe de la mafia, mandón y peligroso.

Esas dos estaban planeando todo para cuando nacieran mis hijos. Pobres de mis bebés con estas dos locas. Estaban organizando el ajuar y la decoración de las habitaciones de mis bebés. Y ni siquiera se molestaban en preguntarme qué opinaba yo.

Cuando terminó la cena y Ana e Iván se fueron, suspiré aliviada porque ya no aguantaba más escuchar a Cecilia y Ana hablando y planeando. Me gusta estar tranquila en mi rincón. Enseguida me levanté y me dirigí a mi habitación. Cecilia me siguió hablando. Maldita la hora en que me lastimé el pie, ahora no puedo escapar de Cecilia.

—Amelia, ¿hasta cuán
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