La sonrisa depredadora de Kieran debió advertirme. En un movimiento veloz, invirtió nuestras posiciones, aprisionándome contra la pared con su cuerpo nuevamente. Sus ojos, ahora completamente rojos, me miraban con una mezcla de deseo y dominación que me hizo temblar. —Jugaste con fuego, mi Luna —susurró contra mi cuello, su aliento caliente enviando escalofríos por mi columna—. Ahora vas a quemarte. Sus labios tomaron los míos con fiereza, ahogando mi protesta. Intenté resistirme, pero mi cuerpo me traicionó, respondiendo a cada caricia como si hubiera estado esperando este momento. Kieran recorría mi cuerpo con urgencia, levantándome el vestido mientras sus labios marcaban un camino ardiente por mi cuello. Fue entonces cuando lo sentí: la intromisión de su miembro en mi cuerpo al mismo tiempo que sus colmillos se hundían en mi cuello. ¡Me estaba marcando! Y yo... ¡lo estaba disfrutando! El placer y el dolor se mezclaron en una tormenta de sensaciones que nublaron mi mente. La
KIERAN: Por primera vez en siglos, mi lobo y yo estábamos en completa paz. El vacío que había carcomido mi alma durante tanto tiempo finalmente estaba lleno. Mi Luna dormía plácidamente entre mis brazos mientras regresábamos a la mansión de la manada. No podía creer que no solo me había aceptado, sino que me había marcado. La observé, maravillado por cada detalle de su rostro angelical. Una Loba Lunar Mística era mi Luna. El destino, después de tantos años de soledad, por fin me había recompensado con el regalo más precioso. Mi lobo ronroneaba de satisfacción, saboreando aún el dulce aroma de nuestro apareamiento, cuando un olor hostil llegó a mis sentidos. —Fenris —llamé a mi Beta—, ¿qué hace el Alfa Vikra en nuestras tierras? A pesar de que mi Beta había despistado a Vikra cuando fue en busca de mi Luna al despacho, este cachorro de Alfa resultaba ser demasiado obstinado. Por alguna razón inexplicable, creía que Claris era su pareja destinada. —Mi Alfa, Vikra no ha salido d
KIERAN:Mi Luna estaba tan agotada que no se percató de la lección que le impartí al cachorro del Alfa Vikra en el camino de regreso. La tomé en mis brazos al llegar, enfrentando las miradas de incredulidad y desprecio de varios miembros de mi manada. El aire se tensó con sus murmullos y pensamientos que llegaban a través del vínculo de manada. —¿Una humana? —escuché el pensamiento despectivo de Marcus, uno de los guerreros más antiguos—. Nuestro Alfa ha perdido la razón. Apreté la mandíbula mientras avanzaba con Claris acurrucada contra mi pecho. Los lobos se apartaban a nuestro paso, algunos inclinando la cabeza en señal de respeto hacia mi posición, otros mirando con abierto desdén a la mujer en mis brazos. Podía olfatear su rechazo, su incredulidad, su disgusto. Pero no podía revelar quién era sin ponerla en peligro. Las Lobas Lunares, sobre todo las Místicas como mi Luna, eran muy raras, especiales y perseguidas por todos los grandes Alfas. Revelar su verdadera naturaleza en
CLARIS:Abro mis ojos y es de noche todavía. Reconozco de inmediato la cama de Kieran, perdón, de mi Alfa. Los ojos dorados de Atka, su lobo, se abren al sentir que me muevo. Al parecer, su humano está dormido.—Atka, tengo hambre —susurro como si fuera independiente. Me he acostumbrado a tratar con su dualidad. Él se queda mirándome fijamente, como si esperara algo más—. Perdón, Atka, me tengo que acostumbrar. Sí, eres mi Alfa. ¿Me llevas a comer algo?—Sí, mi Luna, vamos —me responde. Por cómo se mueve, puedo notar que el lobo tiene el control total de su cuerpo—. ¿Qué deseas comer, mi Luna? —pregunta mientras me sostiene al bajar la escalera.—Me comería un búfalo entero —le confieso, sintiendo tanta hambre que no creo que un solo plato de comida me saciará—. Tus cachorros me están devorando.—Nuestros —rectifica, pero no digo nada. No son míos, sino de otra loba.El silencio se vuelve pesado mientras Atka prepara algo de comer. Mi mano inconscientemente se posa sobre mi vientre, d
CLARIS:Me quedé mirando a la que hasta ahora creía que era mi madre, sintiendo cómo el aire abandonaba mis pulmones. Elena permanecía frente a mí con una expresión de culpa y dolor en el rostro, mientras la incredulidad se apoderaba de mi mente al confesarme que era solo eso: una guardiana. Las preguntas se agolpaban en mi cabeza, haciendo que todo diera vueltas. ¿Quiénes son nuestros verdaderos padres y dónde están? Pero lo más importante, ¿quiénes somos en realidad Clara y yo?—¿No eres nuestra mamá? —La pregunta salió de mi garganta sin que pudiera retenerla, mientras el temblor de mis manos delataba mi estado emocional. Mi mente embotada se negaba a procesar esta revelación. ¿Cómo podía ella no ser mi madre?Los recuerdos inundaron mi mente: cada momento junto a ella desde que tenía uso de razón, cada lágrima derramada cuando la vi sufrir a manos de mi padre durante nuestra niñez. La duda me golpeó con fuerza: ¿sería él realmente mi padre? Y si ella era una guardiana poderosa, ¿p
KIERAN: Los Cazadores Oscuros permanecieron ocultos todos esos años; por eso, no había logrado encontrarlos después del asesinato de mis padres. Ahora comprendía por qué no me habían perseguido: esperaban la aparición de mi Luna. Me levanté de un salto y lancé un aullido de alerta. El peligro nos acechaba, la guerra se aproximaba y estábamos desprevenidos.—¿Qué sucede, mi Alfa? —preguntó Claris a mi lado.—Busca a Clara —ordené a Elena sin responder a mi Luna—. Debió advertirme antes. Los Cazadores probablemente ya se infiltraron en nuestro territorio. La rabia y la preocupación me consumían por dentro. Los recuerdos de aquella batalla años atrás contra la manada de Renier cobraban un nuevo significado. Cuando intentaron capturarme, no era yo el objetivo, como ingenuamente había creído. ¡Buscaban atraparme para matar a mi Luna antes de que la encontrara y me convirtiera en el Alfa más poderoso de todos! Mi instinto protector rugía en mi interior mientras observaba a mi Luna. Los C
CLARIS:No respondí ante lo que aseguraba mi Alfa. En el fondo de mi corazón sabía que los cachorros no eran míos, pero me aterraba la idea de que pertenecieran a Sarah, aquella loba con aires de Luna. Ella había reinado al lado de mi Alfa durante cientos de años, y ahora comprendía el origen de tanto rechazo y hostilidad hacia mí. Mi llegada había significado el fin de todos los privilegios que ostentaba. La duda y los celos me carcomían: ¿realmente no existía ningún vínculo entre ella y Kieran?Estos pensamientos me atormentaban mientras el Beta Fenris prácticamente me arrastraba por los pasillos, dedicando miradas embelesadas a mi hermana Clara. Al notar mi confusión, Clara me envolvió en un abrazo protector, absorbiendo instantáneamente todos mis miedos. Por fin entendía por qué, desde pequeñas, cada vez que me sentía mal y la abrazaba, todas mis tristezas se desvanecían. Clara era una Loba Lunar Empática, dotada con el poder de percibir y aliviar las emociones descontroladas de l
KIERAN:Una vez que toda la manada estuvo a salvo en las antiguas cuevas, me permití respirar brevemente. El aroma de cientos de generaciones de lobos impregnaba cada rincón, recordándonos que este refugio había protegido a los nuestros durante milenios. Observé a Claris, quien, junto a su hermana Clara y su madre Elena, mantenían un escudo protector alrededor de la manada. Las tres Lobas Lunares, un regalo que el destino nos había enviado en el momento más crítico.—Mi Alfa —Fenris se acercó con urgencia—, los cazadores oscuros de Renier están expandiéndose por nuestro territorio. Han tomado el sector este.Gruñí ante la noticia. Como Alfa de Alfas, no podía permitir que Renier y sus seguidores se apoderaran de las tierras que había jurado proteger.—Claris —me acerqué a ella, quien me miró con esos ojos que me desarmaban—, debo salir con los guerreros. Necesito que tú y las otras Lobas Lunares protejan a la manada.—Lo haremos —respondió con firmeza—. La manada está reconociendo el