KIERAN:
Escuché una luz ancestral despertar dentro de mí. La voz de mamá no era solo un recuerdo que se hilvanaba con mi memoria, era una guía, una fuerza que me devolvía el control. Dejé ir el último vestigio de tensión, cada miedo y cada duda, con una exhalación que se llevó consigo las sombras que se agolpaban en mi mente. Al vaciar mis pulmones, dejé que aquellas palabras me envolvieran por completo, como un mantra que resonaba en cada rincón de mi ser, guiándome hacia algo más profundo, más esencial.
Concentrándome en cada una de sus sílabas, sentí cómo la barrera entre mi voluntad y el poder divino comenzaba a desvanecerse. Era como si estuviera rompiendo un muro invisible pero imponente, desnudando las raíces de mi existencia para dejar que aquel hilo inquebrantable fluyera desde las profundidades de mi almaVORN:Observaba a mis hermanos con incredulidad reflejada en mi rostro. Yo era el mayor de los tres, el que había asumido la responsabilidad de alfa de la manada; debía velar por todos. Pero nunca había luchado contra algo mágico, ni mi padre lo había hecho que recordara. Había escuchado historias, leyendas que hablaban de eso, pero jamás me había enfrentado a algo que no fueran los hechizos de las brujas. Me levanté lentamente y caminé despacio hacia la ventana, donde la luz del amanecer ya se elevaba por encima de los árboles. —Reúne a los centinelas —ordené, mientras miraba el horizonte a través de la ventana—. Quiero un perímetro establecido alrededor de nuestro territorio antes del anochecer. Si esa barrera es tan letal como dices, necesitamos estar preparados para lo peor. Y sobre Sarah... —mis garras emergieron inconscientem
KIERAN:Me pasé la mano por el rostro, frustrado por mi propia impotencia. El vínculo que sentí allá arriba seguía vibrando dentro de mí, como un hilo invisible que me conectaba con ellas. Mis garras emergieron involuntariamente mientras la rabia y la impotencia me consumían por dentro. Mi lobo aullaba desesperado por alcanzarlas, por traerlas de vuelta. —No puedo —gruñí con frustración—. Es como si hubiera una fuerza más poderosa que las mantiene allí. Algo relacionado con esa maldita barrera mágica —dejé la frase en el aire. —No es la barrera —habló de pronto mi primo Gael, con un papiro en las manos—. Es tu poder carmesí; la barrera lo rechaza porque lo reconoce como su enemigo. Tienes que aprender a dominar ese poder para esconderlo y lograr que el poder divino sea más fuerte cuando l
CLARIS:Había logrado calmarme y hacer que la energía plateada fuese la que estuviera presente y latente en la barrera protectora. Miré hacia abajo, a la tierra, donde todo se veía tan diminuto que apenas podía distinguir los árboles. Deseé en ese momento ser una mariposa y poder volar hacia mis cachorros, y de pronto, apareció una enorme delante de mí, de todos los colores. —¡Claris, lograste hacer una mariposa mensajera! —exclamó Elena emocionada, que había vuelto a tomar el control—. Apúrate, manda un mensaje a Kieran. —¿Qué quieres decir? —pregunté sin entender. —Las lobas místicas tienen el poder de crear seres mensajeros; por lo general, son mariposas. No te demores y manda un mensaje al alfa —dijo, y aunque no entendía nada, lo hice. —Mariposa, ve a ve
CLARIS:Estaba feliz de haber logrado comunicarnos con ellos, sobre todo de saber que estaban bien. Eso es lo más importante. Giré a ver a Elena y me senté de nuevo junto a Clara, que se había acostado y acariciaba su vientre. La imité; mi pobre cachorro debía sentir que lo había olvidado. Fue entonces cuando me percaté de algo: Lúmina, mi loba, hacía tiempo que no la sentía hablar en mi cabeza. —¿Lúmina, por qué estás tan tranquila? —la llamé, y no obtuve respuesta—. Lúmina, no me asustes, no puedes haber desaparecido otra vez. No hubo respuesta. Me senté de un golpe tratando de concentrarme, buscando en mi interior a mi loba. Pero nada. Me recordaba cuando era humana; no la sentía. —¿Qué sucede, Claris? —preguntó Elena enseguida, preocupada, al ver mi
KIERAN:Todos estábamos muy felices de que hubiéramos podido comunicarnos con nuestras mujeres. Pero no debíamos dejar de hacer lo que acostumbramos a hacer diariamente. —Fenris, deja que Gael estudie eso. Tú vete con Rafe a realizar el entrenamiento de todos. Ya el día ha avanzado y debemos darles una sensación de normalidad; están asustados sin saber qué hacer —ordené mientras cargaba a mis gemelos—. Necesito comer y ver si comprendo cómo controlar mis poderes. Díganle a todos la verdad: nuestras mujeres fueron quienes hicieron la barrera y estamos a salvo. Pero nadie debe dejarse ver ni acercarse a los límites de la manada. —De acuerdo, mi Alfa. También iré a ver si las manadas de búfalos y demás quedaron atrapadas junto a nosotros —dijo Fenris, ya más calmado al saber que Clara estaba bien.
CLARIS:Estaba desconcertada al ver cómo nuestra energía no le hacía nada al alfa Vorn, pero al menos logramos que no lo dejara pasar y que se debilitara. Sin embargo, cuando Chandra intentó entrar, todo el odio que sentía hacia ella la hizo salir volando por los aires y, al mismo tiempo, protegí sin darme cuenta a Vikra. No sabía por qué, pero él me caía bien; no le deseaba nada malo. De pronto, escuché a mi alfa llamando. Mi alegría fue tanta que estuve a punto de descontrolarme. Lo seguí hasta donde me indicaba, hasta el territorio del humano que le servía, y para mi alegría, mi alfa pudo entrar a la barrera sin problemas. Pude ver que estaba desconcertado, así que me apresuré a explicarle todo lo que había sucedido. Pero al escucharlo y sentir un poco de celos en su voz, sonreí. —¿Estás celoso, mi
KIERAN:Miré a mi primo y a mi Beta, quienes me observaban con caras desencajadas mientras me extendían el libro. En el momento exacto en que mis dedos rozaron las páginas, la barrera comenzó a fluctuar violentamente, como si una fuerza superior la estuviera manipulando. El cielo se oscureció de repente y un haz de luz plateada descendió sobre nosotros. Mi corazón se detuvo al ver a mi Luna, junto a Claris y Elena, elevándose en un círculo perfecto, con sus manos entrelazadas y sus cabellos flotando como si estuvieran sumergidas en agua. La figura majestuosa de la Diosa Luna apareció sobre ellas, reflejando tanto compasión como severidad. —¡MI LUNA! —grité con desesperación, intentando alcanzarla, pero era imposible. El pánico me invadió al ver a mis cachorros corriendo hacia mí, envueltos en la misma energía plateada
FENRIS:Miré cómo el alfa se iba, casi como si estuviera escapando de algo. Kieran jamás había huido de ninguna reunión importante con los humanos. Rafe y Sarah me miraban, esperando que diera una explicación. Pero en mi mente solo permanecía una cosa: "Su Luna". ¿En verdad la habría encontrado? Mi lobo se removió inquieto dentro de mí, percibiendo que algo extraordinario estaba sucediendo. Había notado el cambio en el comportamiento de Kieran desde hace días: sus miradas perdidas, sus conversaciones silenciosas con su lobo Atka, pero esto era diferente. La mención de su Luna había provocado una reacción que jamás había visto en él. —Algo está pasando —murmuré más para mí mismo que para los demás, mientras observaba los documentos esparcidos sobre el escritorio—. Kieran