CLARIS:
Miré a mi madre sin saber qué decir; la abracé muy fuerte, tanto que casi no la dejaba respirar. Ella no respondió, se dedicó a acariciar mi cabello cuando se me escapó un sollozo que contuve enseguida al escuchar unos toques en la puerta que me salvaron de la explicación. Corrí a abrir solo para encontrarme con Fenris, que no me miraba a los ojos; solo me entregó unas bolsas.
—Señorita Claris, si necesita algo, solo tiene que tocar el timbre; vendrá una enfermera a verla. No salga de aquí, el jefe le ha dado permiso para quedarse hasta mañana —titubeó un momento y bajó la voz—. En esa bolsa está su ropa de dormir; es importante que se la ponga, tiene el olor de...—Entendí, señor Fenris, y gracias por todo. No me moveré de aquí, y agradezca a mi jefe por lo que hace por mí —le dije aKIERAN:Todo se había complicado con la amenaza de Chandra Selene y de su padre; debía hacer desaparecer a Claris. No se me escapó cómo la olfateaba el Alfa Aleph, mi enemigo de cientos de años. Y aunque habíamos acabado de firmar esa alianza, éramos unas bestias salvajes territoriales.No sabía si era el hecho de que mi humana llevara en su vientre mis cachorros lo que la hacía parecer atractiva a sus ojos, o si era su propia belleza. Porque eso era algo que no podía negar: Claris era una mujer de una belleza desconcertante, sobre todo sus carnosos labios rojos y los ojos que parecían dos radiantes esmeraldas. Tenía un cuerpo muy bien proporcionado y toda ella exudaba feminidad. Algo que a nosotros, los Alfas, nos atraía demasiado.Como su hijo Vorn, el Alfa Aleph pecaba del gusto por las féminas de esa raza inferior. Pero esta no podía conced&
KIERAN:La mano de Selene sobre mi entrepierna fue la chispa que encendió la furia de mi lobo Atka. Un gruñido profundo y amenazante emergió de mi garganta. Los colmillos asomaron a mi boca mientras mi rostro se transformaba en la imagen de mi lobo. Nunca él había luchado contra mí por el control. En toda nuestra larga existencia, el lobo se había subordinado al humano, como debe ser.Era tanto mi desconcierto por lo que me estaba sucediendo, que no atiné a reaccionar a tiempo, sintiendo que, aunque no me había anulado, Atka poseía el control. La sensación era aterradora. Yo, un Alfa dominante, experimentando esta pérdida de control sobre mi propia bestia.Las venas de mis brazos se marcaron por la tensión de la lucha contra Atka, pero era como si mi lobo hubiera encontrado una fuerza nueva, primitiva y salvaje que yo desconocía.
CLARIS:No podía dormir; los cachorros en mi vientre se movían sin parar. Mi hermana Clara al fin se había dormido, y no quería despertarla. Desde niña, tenía esta extraña fijación con la noche; era como si prefiriera hacer todo bajo la luz de la luna. Otro vuelco de los cachorros me hizo sentarme y llevar la mano a mi vientre. No sé cómo, pero lo sentí llegar: el padre de los cachorros estaba afuera de la puerta.Me deslicé despacio, sin hacer ruido, abrí y ahí estaba el lobo Atka. Me miraba con sus ojos dorados llenos de preocupación y culpa. No comprendía mis sentimientos, pero no vi una gota de mi odioso jefe en él. Era puramente la bestia que había venido detrás de sus cachorros. No hice resistencia a nada; sentía una confianza que hacía tiempo había dejado de sentir.Cuando me di cuenta, est
KIERAN:Salté de la cama como si el contacto con ella me quemara, alejándome de Claris con desprecio. Corrí al baño, mi furia ahogándome mientras trataba de controlarme y no acabar con la humana en este instante. Mi reflejo en el espejo mostraba a un hombre al borde del abismo. Esto que había sucedido no volvería a repetirse jamás. Si esa humana creía que podría dominarme solo porque había logrado manipular a mi lobo con su falso amor y los cachorros que llevaba en su vientre, estaba muy equivocada.—Soy el Alfa Kieran Theron—gruñí para mis adentros—, el terror de los lobos. Una insignificante humana no va a destruir todo lo que he construido.Mi mente ya comenzaba a trazar planes para poner a esta mujer en su lugar, para demostrarle que había cometido el peor error de su vida al atreverse a desafiar mi autoridad. La bestia dentro de
KIERAN:No respondí a la pregunta de mi Beta. Me acerqué a todo el grupo de la manada del norte que se había reunido en mi salón, junto a mis hombres al mando de Rafe, que los tenía rodeados; un solo movimiento en falso y serían eliminados. El Alfa Aleph miró cómo se llevaban a su hija con rabia; sabía que tenía razón. Era la ley de los Alfas, él en mi lugar habría hecho lo mismo, si no peor.—Este es el precio de la paz entre nuestras manadas. Tu preciosa Chandra aprenderá que conmigo nadie juega.Aleph asintió, apretando los puños. La vergüenza reflejada en su rostro. Había querido ser mi Luna y había traspasado los límites, y ahora sería reducida a una simple concubina, el escalón más bajo en la jerarquía de la manada.—Alfa Kieran, espero que este incidente no rompa lo que hab&iacut
CLARIS:Nunca fui cobarde; me esforcé en ser fuerte para ayudar a mamá. La enfermedad de Clara la tenía aterrorizada, y a mí también. No podía imaginar mi vida sin ellas, por eso la amenaza del Alfa Kieran me aterró. Luego, esa extraña manera de comportarse me confundía. Por eso había comenzado a leer la novela: "Te prohíbo amarme, humana", que me había dejado en mi mesa. Esta explicaba bien la naturaleza de la dualidad de los hombres lobo. Lo que más me gustaba era cómo la autora los veía no solo como una entidad única, sino como dos: el humano y el lobo. Algo que había empezado a hacer yo con el Alfa Kieran y su lobo Atka. Estaba muy confundida; podía sentir que el humano estaba molesto por lo que había hecho su lobo. Se había rebelado contra él y no solo eso, le había impedido ver lo que me hac&iac
No puedo dormir, y es su culpa. Su maldito aroma me persigue, me atormenta. Soy el Alfa más poderoso que existe, he sometido a manadas enteras, y aquí estoy, torturado por una simple humana. Por la mujer que mi lobo se atrevió a tomar sin mi consentimiento. Aprieto la mandíbula con furia. Ella era solo la incubadora de mis cachorros, nada más. Un acuerdo conveniente que mi bestia interior decidió arruinar. Y ahora... ahora tengo que soportar esta tortura cada noche.Se mueve en sueños, acercándose más. Debería apartarla, ponerla en su lugar. Pero su calor... Gruño por lo bajo, furioso conmigo mismo por mi debilidad. Mi lobo se regocija, satisfecho. El muy bastardo sabe lo que me está haciendo.—Aléjate —quiero ordenarle, pero las palabras mueren en mi garganta cuando gira su rostro hacia mí. Tiene los labios entreabiertos y su respiración es suave... &
CLARIS:Me desperté al sentir cómo Kieran me soltaba bruscamente. Tenía la piel ardiendo y el fantasma de su tacto aún grabado en cada centímetro de mi cuerpo. El recuerdo de su peso sobre mí, de su aroma a pino y tierra mojada, me provocó una oleada de calor que me avergonzó. ¿Qué demonios? Creí... ¿cómo había podido perder el control así? Estaba confundida; toda mi vida había luchado por no convertirme en un objeto de placer de los hombres. Precisamente llegué a este lugar por ello. Y ahora no solo soy su incubadora, sino que al parecer soy eso mismo. ¿Cómo pude ser tan estúpida? Y, sin embargo... —Vístete —había dicho al regresar del baño—, hoy tenemos mucho trabajo, no podemos llegar tarde, tienes que alimentarte muy bien, ya sabes..., por mis cachorros.