༻ DESPACHO DE DMITRY ༺El ambiente en el despacho es denso, por lo que el aire que se respira es bastante pesado. Y es que después de las palabras dichas por Inna minutos antes, para cualquiera de ellos dos es bastante complicado poder actuar como si nada hubiese pasadoInna se encuentra nuevamente sentada frente a Dmitry, su postura es totalmente rígida, tan acartonada que fácilmente podría pasar por una figura de cera. Su mirada, ahora vidriosa por las lágrimas derramadas, se encuentra fija en él, pero sin encontrar realmente sus ojos.Dmitry, por su parte, permanece inclinado hacia atrás en su silla, con los codos apoyados en los brazos del asiento y los dedos entrelazados sobre su pecho, en un intento de proyectar una calma que claramente no siente.Visto desde fuera, cualquiera podría decir que ambos están envueltos en un silencio pactado, pero la realidad es que cada uno de ellos tiene todas sus emociones tan vivas y flor de piel, que la vulnerabilidad que sienten no les permiten
Cuando la camioneta negra de Inna se detiene suavemente frente al amplio portón de la hacienda y apaga su motor, la penumbra ya se encuentra cubriendo el extenso terreno.Inna se toma un momento para permanecer dentro del auto, dejando que el eco del silencio la envuelva.Un suspiro pesado escapa de sus labios, y aunque no lo expresa en voz alta, una parte de ella conserva la ilusión de que ese simple gesto sea suficiente para aliviar la carga que siente sobre sus hombros.Tras ese instante de contemplación solitaria, finalmente desabrocha el cinturón de seguridad y baja del auto. El frío de la noche la recibe con un leve escalofrío, pero ella apenas si lo nota.Comenzando a caminar hacia la entrada de la casa, solo se limita a activar la alarma de la camioneta con sus pasos resonando contra el empedrado para luego subir los escalones del pórtico.Una vez que ingresa al interior de la casa, nota que esta se encuentra envuelta en un silencio casi absoluto, sólo interrumpido por el cruji
El nombre de aquellos dos visitantes atraviesa la niebla que abruma su mente. Sus ojos vacíos se llenan primero de incredulidad y luego de una ira que arde en lo más profundo de su ser. ¿Cómo se atreven a ir hasta allí? ¿Con qué derecho aquel par de sanguijuelas se atreven a poner un pie en su casa?Al no recibir ningún tipo de respuesta por su parte, Tania vuelve a llamar, tocando la puerta con un poco más de insistencia. Es fácil notar su preocupación una vez que vuelve a hablar.—¿Qué quiere que les diga, señorita?Inna cierra los ojos por un instante, intentando reunir fuerzas.Cada músculo de su cuerpo protesta y le pide descanso mientras se pone de pie, pero su voz sale firme al dar su respuesta.—Diles que esperen un momento. Ya bajo.Del otro lado de la puerta solo escucha la confirmación de Tania, misma que es seguida por sus pasos una vez que comienza a alejarse.Por su parte, ella camina con pasos lentos hacia el baño de la habitación y comienza a alistarse, dejando que la r
Vestida con ropa para montar, Inna sale de la casa y cada uno de sus pasos se siente como un vendaval. Su expresión de pocos amigos hace que los trabajadores se aparten a su paso mientras ella avanza hacia los establos. La furia sigue latiendo en su pecho como un tambor imparable. La sola idea de que el brazalete qué le regaló su padre cuando cumplió los 15 años, algo que considera una reliquia invaluable, sea ofrecido como un artículo más en una subasta la llena de una ira que no logra controlar sin importar cuánto lo intente.Necesita liberar esa ira, y la única manera en que puede hacerlo en ese momento es montando a caballo.Al llegar a los establos, ve a Franco ajustando las riendas de un imponente caballo negro. Es un animal majestuoso, con un porte que exuda fuerza y temperamento y que Inna no recuerda haber visto antes, pero en ese momento, aquello no es algo que le importe. Con el mismo paso decidido, se acerca a Franco.—Franco, saldré a montar.Extrañado por verla de aquel
Solo cuando la ausencia del aire comienza a hacerse notar, es que Dmitry e Inna aceptan dejar que el beso termine. Pero aun cuando el contacto de sus labios se pierde, ninguno de ellos queda indiferente, por el contrario, los deja con una mezcla de emociones. Sus labios se separan lentamente y cuando sus miradas se encuentran, Dmitry e Inna permanecen en silencio por unos minutos, sus respiraciones aún agitadas por la intensidad del beso compartido.Él la observa, tratando de leer sus emociones a través de esos ojos negros que, aunque aún llenos de vulnerabilidad, parecen tener algo más. Una especie de calma que lentamente comienza a reemplazar el caos de miedo y rabia que la envolvían minutos antes.El viento sopla con suavidad alrededor de ellos, mientras a lo lejos se dejan escuchar los cantos de algunas aves, pero ni Inna ni Dmitry parecen prestarle atención. A su alrededor todo parece estar congelado, como si el mundo entero se hubiera detenido por un momento y lo único que exist
Al quedarse sola, Inna se queda sumida en sus pensamientos y emociones. Hay algo en la intensidad del beso, en la forma en que Dmitry la miró después, que la deja completamente desarmada.Al pensar en lo ocurrido siente un torbellino de sensaciones, una mezcla de rabia, confusión y, en el fondo, una chispa de esperanza que no se atreve a reconocer. Pero ahora, mientras está sola, esa chispa se convierte en una llama suave y cálida que comienza a envolverla por completo. Contrario de lo que pensaba que podría pasar cuando se vieran de nuevo, Dmitry no la mira con reproche, como ella esperaba, sino con algo mucho más profundo. En sus ojos hay una mezcla de emociones que no sabe identificar, pero que la ayudan a sentirse aún más cálida.Inna se permite perderse en el recuerdo de la mirada de Dmitry, en la forma en que la observó después del beso. Y lo que encontró allí le hizo sentir que aquello no fue un simple roce, ni un acto impulsivo. En sus ojos había algo más, algo que la hizo sen
Debido a la forma tan seria en la que Dmitry le pide que tome asiento, por un momento Inna siente que arruinó todo, sensación que se incrementa cuando un mercado silencio se instala entre ellos.Pasan algunos minutos mientras Inna y Dmitry permanecen sentados frente a frente. Ella estudia su rostro, notando un aire de seriedad que poco o nada tiene que ver con su ánimo habitual. Por su parte, Dmitry juguetea con su pulgar sobre el dorso de la mano de Inna, trazando círculos invisibles sobre su piel antes de dejar salir un pesado suspiro y luego sus palabras.—¿Sabes?... —comienza, su tono bajo, casi un susurro, algo no muy habitual en él—. Lo que voy a decirte, es algo que no suelo compartir. Hablar de mi pasado no es algonque pueda hacer con facilidad, pero siento que… contigo es diferente. Quiero que sepas la verdad sobre mí.Inna ladea la cabeza, visiblemente intrigada. Las palabras de Dmitry siempre dejan en claro que tienen un fuerte peso en ellas, pero esta vez, es claro que l
Nikolay recorre con pasos firmes el cuidado jardín de la casa de su padre, una vez que entra en la casa, es recibido por el frío ambiente que hay dentro de aquellas paredes. Las luces doradas de los candelabros iluminan las paredes revestidas con colores ocres y fríos, y el eco de sus zapatos resuena en el silencio opresivo de la casa mientras camina hasta el lugar donde sabe que encontrará a su progenitor.Al llegar a la biblioteca, abre la puerta después de dejar un par de ligeros toques sobre esta y efectivamente, allí encuentra a Alexey sentado en un sillón de cuero frente a la chimenea, con un periódico desplegado entre sus manos y una taza de té a su lado. Sin levantar la vista, el hombre mayor apenas si murmura un saludo. —Padre, necesitamos hablar —dice Nikolay, sin rodeos, cerrando la puerta detrás de él y caminando hasta detenerse en el sillón frente a él. Alexey frunce el ceño, pero no aparta la vista de las páginas impresas. —Espero que sea importante, Nikolay. Hoy no e