༻ HACIENDA ROMANOVSKAYA ༺ El padre Artem trata de controlar el temblor de sus manos, aún cuando esto resulta en un intento inútil, ya que apenas y logra sostener la taza de té que la sirvienta ha colocado frente a él. Sus dedos se aferran al fino borde de porcelana, pero los movimientos espasmódicos hacen que el líquido se derrame ligeramente en el platillo. Acomodada en el sofá como si toda la situación fuera un espectáculo tedioso, Lena observa la escena con una mezcla de disgusto y aburrimiento ante el pánico que se refleja en la mirada del clérigo. Nikolay, por su parte, también opta por quedarse reclinado en su sillón favorito, su postura relajada contradice el profundo terror que emana del tembloroso cuerpo del sacerdote. —Vamos padre, no deberías preocuparte tanto por una simple tontería —dice Nikolay finalmente, rompiendo el pesado silencio con su voz suave pero qué se encuentra totalmente cargada de una ironía que no intenta disimular—. Pensé que ya habíamos hablado de e
༻ DESPACHO DE DMITRY ༺ El ambiente en el despacho es denso, y el aire que se respira es bastante pesado, Y es que después de las palabras dichas por Inna minutos antes, para cualquiera de ellos dos es bastante complicado poder actuar como si nada. Inna se encuentra nuevamente sentada frente a Dmitry, su postura es totalmente rígida, tan a acartonada que facilmente podría pasar por una figura de sera. Su mirada, ahora vidriosa por las lágrimas derramadas, se encuentra fija en él, pero sin encontrar realmente sus ojos. Dmitry, por su parte, permanece inclinado hacia atrás en su silla, con los codos apoyados en los brazos del asiento y los dedos entrelazados sobre su pecho, en un intento de proyectar una calma que claramente no siente. Visto desde fuera, cualquiera podría decir que ambos están envueltos en un silencio incómodo, pero la realidad es que cada uno de ellos tiene todas sus emociones vivas a flor de piel, y la vulnerabilidad que sienten no les permiten razonar el como ac
Cuando la camioneta negra de Inna se detiene suavemente frente al amplio portón de la hacienda y apaga su motor, el frío aire de la noche comienza a dejarse sentir, al mismo tiempo que la penumbra ya se encuentra cubriendo el extenso terreno. Inna se toma un momento para permanecer dentro del auto, dejando que el eco del silencio la envuelva. Un suspiro pesado escapa de sus labios, y aunque no lo expresa en voz alta, una parte de ella conserva la ilusión de que ese simple gesto sea suficiente para aliviar la carga que siente sobre sus hombros. Tras un instante de contemplación solitaria, finalmrnte desabrocha el cinturón de seguridad y baja del auto. El frío de la noche la recibe con un leve escalofrío, pero ella apenas si lo nota. comenzando a caminar hacia la entrada de la casa, se limita a activar la alarma de la camioneta con sus pasos resonando contra el empedrado para luego subir los escalones del pórtico.Una vez que ingresa al interior de la casa, nota que esta se encuentra
Aquellos han sido cinco días de pesadilla para Inna. Ya van tres días desde que Arman regresó a Moscú para atender su trabajo y a Vera, por lo que la soledad y el vacío emocional la han arrollado con la fuerza de una ola que la envuelve y no le permite volver a salir a la superficie. En esos días, apenas sí ha salido de su habitación, y al igual que su ánimo, su apetito es casi inexistente. Tania se esfuerza por hacerla comer al menos un poco de su desayuno, temerosa de que la falta de alimento afecte el tratamiento médico que Inna debe seguir por las próximas tres semanas.En su habitación, Inna se encuentra acostada de lado en su cama, con la espalda hacia la ventana. La luz del sol no alcanza a filtrarse por las cortinas cuidadosamente cerradas. Ante la falta de movimiento por su parte, cualquiera que la vea podría llegar a creer que se encuentra plácidamente dormida pero en realidad su mirada permanece fija en la pared, perdida en un punto indefinido. En ese momento, no tiene ni
Vestida con ropa para montar, Inna sale de la casa y cada uno de sus pasos se siente como un vendaval. Su expresión de pocos amigos hacen que los trabajadores se aparten a su paso mientras ella avanza hacia los establos. La furia sigue latiendo en su pecho como un tambor imparable. La sola idea de que el brazalete qué le regaló su padre cuando cumplió los 15 años algo que considera una reliquia invaluable, sea ofrecido como un artículo más en una subasta la llena de un enojo que no logra controlar sin importar cuánto lo intente.Necesita liberar esa ira, y la única manera en que puede hacerlo en ese momento es montando a caballo.Al llegar a los establos, ve a Franco ajustando las riendas de un imponente caballo negro. Es un animal majestuoso, con un porte que exuda fuerza y temperamento y que Inna no recuerda haber visto antes, pero en esos momento, aquello no es algo que le importe. Sin dudar, se acerca a Franco y habla con voz tajante.—Franco, voy a salir a montar.Franco, extra
༺ Abrau-Dyurso / Rusia. ༻ ༻ Siete Años Atrás. ༺ ¿Cómo es que todo esto había podido pasar? Anastasia apenas siente el frío metal de las esposas rodeando sus muñecas. Las luces de los flashes la ciegan una y otra vez, pero no de la manera que ella lo había soñado. El vestido de encaje blanco que eligió con tanto cuidado, que debía ser el símbolo de su felicidad, ahora está cubierto de manchas intensamente rojas. La sangre, la misma sangre que cubre sus manos, tiñe de carmesí la tela inmaculada. Su mente no puede procesar lo que está sucediendo; unas horas atrás, estaba riendo, emocionada por su nueva vida, por el futuro que iba a compartir con el hombre que amaba. Ahora, todo lo que queda es el eco sordo de su respiración entrecortada, su mirada vacía y el caos a su alrededor. —¡¿Señorita Ivanova?! ¡Anastasia! —grita uno de los periodistas mientras las cámaras estallan a su alrededor, como si el horror frente a ellos fuera solo otro espectáculo para cubrir. Ellos no ven lo que ella
El sonido monótono de los ventiladores en la sala de juicio apenas es audible sobre el murmullo de los asistentes. Es el quinto día del juicio, y la tensión se vuelve cada vez mayor a medida que impregna el aire como una tormenta a punto de estallar. Anastasia está sentada en el banquillo de los acusados, sus manos frías y temblorosas descansan sobre sus rodillas, y la marca roja de las esposas marca su piel, aunque ya no las lleva puestas.El traje negro que lleva es otorgado por la prisión, su corazón duele al pensar que en esos días su madre no se ha acercado a ella, ni siquiera ha asistido a las sesiones del juicio. Eso le deja en claro que, para su madre, ella es la culpable, y esa es la única sentencia que le marca.Hoy es el último día del juicio, el día en que Nikolay testificará. El hombre al que ama, al que alcanzó a darle el sí antes de que la tormenta comenzara. El único que puede salvarla de esta pesadilla. Anastasia había esperado este momento como un quien espera un sal
༻ Siete Años Después. ༺—¿Estás seguro de lo que estás diciendo? —pregunta mientras corta un trozo de la carne de su plato y la lleva a su boca.—Nuestros hombres ya confirmaron la información —responde con seguridad mientras mantiene su mirada fija en el pelinegro—. A estas horas ya el fúnebre debe estar llegando al pueblo.Tras esas palabras, el pelinegro se queda momentáneamente en silencio. Dejando de lado su plato de comida, extiende su mano y toma su copa, la observa un momento antes de dar un trago corto y degustar el sabor del vino.Cuando la noticia de que el viejo doctor había muerto, él sinceramente esperó por un momento que aquello no fuera más que un simple rumor. Por cinco largos años había estado buscando dónde se había metido aquel hombre y ahora que por fin había logrado dar con su paradero, se hallaba con la desagradable noticia de su muerte.—¿Quién queda que pueda ayudarnos a obtener la información que quiero? — pregunta de vuelta mientras extiende su mano para dej