C12: No tienes ni una pizca de pudor.

—¿Q-Qué? ¿Novio? —Lenya lo miró estupefacta y sintió una punzada justo en el centro de su corazón.

—¡Oye! —Arantza dio un codazo a la costilla de Dimas y éste gimoteó de dolor—. No le mientas a la señorita —riñó y se aproximó a ella—. Jefa, no le haga caso, ¿si?

—E-Entonces, ¿no es verdad? —quería cerciorarse.

—¡Claro que no! ¿Quién querría ser novia de este tonto? Aunque gracias a él, mis entrenamientos fueron gratuitos —expuso, sonriente—. Dimas y yo somos amigos desde ni-ños y es el hijo del dueño de este gimnasio.

—Ya veo… —dijo y la inquietud en su pecho se disipó.

Pero ¿porqué aquella aclaración le otorgó tanto alivio?

Sin embargo, a pesar de percibirse más tranquila, ciertas dudas cruzaron por su cabeza. Quizás eran solo amigos, pero ¿quién aseguraba que no había sentimientos que no se atrevían a expresarlo? ¿Y si ellos en realidad estaban enamorados?

«Agh, ¿porqué estoy pensando en estas tonterías? Esta chica no significa nada para mí» trató de convencerse a sí misma.

—Oye, Di
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