C13: ¿Valía la pena seguir viviendo?
Después del entrenamiento, ambas se asearon. Lenya tenía pensado no hacerlo ya que las duchas del gimnasio estaban divididas por simples cortinas de plástico y aquello la inquietaba, pero estaba demasiado sudorosa y pegajosa, por lo que no tuvo más remedio.

Había cuatro duchas y Arantza entró en la primera, mientras que Lenya eligió la del otro extremo para no estar tan cerca de ella. Se aseó rápidamente y se puso de vuelta el vestido, saliendo de allí antes de que su acompañante acabara.

Luego de dejar el gimnasio, se dirigieron a la tienda de celulares. Arantza se sintió bastante apenada por el hecho de que su jefa no se echó para atrás con su decisión de comprarle otro móvil, y cada vez que intentaba decir algo al respecto, Lenya la escrutaba con una mirada fulminante, como si le estuviese advirtiendo que no se atreviera a rechazarlo.

Tras salir de la tienda, fueron a un comedor.

—Agh, siento como si se me fuesen a caer los brazos… —se quejó Lenya, en lo que vaciaba su plato.

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