C18: Tú eres la única por la que me nace hacer esto, así que recíbelo todo.

—Señorita… —a Arantza se le iluminaron los ojos cuando la escuchó decir aquello.

—No me mires así, me asustas —articuló Lenya, para luego seguir caminando.

—¡Ah, cierto! —siguió sus pasos—. ¡También dijo mi nombre! No me llamó Aurelia, ni Araceli, ni Aurora…

—¿Eso es motivo para emocionarse?

—¡En efecto! —aseveró con entusiasmo.

—Bueno, supongo que podría llamarte por tu nombre ahora. Como he dicho, eres mi amiga.

—¿De… verdad? —Arantza no podía dar crédito a lo que acababa de oír.

—Jamás lo hubiese mencionado si no fuera cierto —alegó Lenya sin vacilar.

—Señorita, ¡usted es un ángel! —se aferró a su brazo.

—¡Oye! ¿Quién te dijo que puedes tocarme? —refunfuñó, regresando a su sitio.

Lenya consiguió comprar una de las joyas que estaban en subasta, a un precio bastante elevado. No le interesaban los accesorios, pero el hecho de saber que su dinero se destinaría a una obra de caridad, de algún modo, le daba sentido a su vida.

Tras subir al coche con Arantza, Lenya se armó de valor para h
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