Lenya le dedicó una mirada de asombro. Estaba contenta por haber escuchado aquella confesión, pero, al mismo tiempo, no podía dar crédito a lo que acababa de oír. Con unas simples palabras, todo su interior se hizo un caos y, a pesar de que su declaración la alegró, su mecanismo de defensa se activó y reaccionó muy diferente a lo que hubiese deseado.—¿Qué clase de broma es esta? ¿Qué pretendes? —cuestionó, conteniendo sus verdaderas emociones.—No es ninguna broma, estoy siendo completamente sincera.—No tenía idea de que tuvieras este tipo de intereses —insinuó.—Te equivocas, es la primera vez que me pasa esto.—Sin embargo, lo aceptas con tanta facilidad, como si no te costara nada.—¿Crees que es sencillo para mí? Te aseguro que es más difícil de lo que piensas, pero no soy una cobarde. A pesar de las consecuencias que pudieran surgir, prefiero ser honesta y decírtelo de frente.—¿Y luego qué? ¿Qué clase de respuesta esperas que te dé? —desvió la vista.—No se trata de lo que esp
La heredera permaneció callada por un instante, era una pregunta que nadie le había hecho jamás. Lo que quería, a menudo no importaba, pues solo seguía las órdenes de Carla.La respuesta que debía darle estaba flotando en su mente. "Tenemos que olvidarlo todo", era la frase que se repetía dentro de sí y articularlo no requería ningún esfuerzo, pero se atascaba en su garganta cuando se disponía a dejarlo salir.Exhaló con pesadez y se armó de valor para manifestar su rechazo.—Arantza, préstame atención. Yo pienso que… —la conversación se vio interrumpida por un estrépito que alertó a las dos chicas.Ambas escucharon un ruido estruendoso, como si algún objeto se haya roto dentro de la casa.—¿Qué fue eso? —cuestionó Lenya, desconcertada. De pronto, la ayudante bajó del coche sin pronunciar palabra—. ¡Arantza! ¡Arantza, espera! —su jefa se desabrochó el cinturón y salió de su auto para ir tras ella.Arantza entró a su residencia buscando algo inusual y de esta forma llegó a la cocina, e
—Tu jefa parece muy amable —comentó Indira en cuanto Lenya se marchó.—Lo es, se quedó toda la noche a mi lado —dijo, con una sonrisita.Tras unos minutos, entró a la habitación un doctor que se encargó de examinar a Indira. Les explicó a ambas que la mujer debía quedarse en el hospital y que le darían de alta al día siguiente. Al cerciorarse de que se encontraba relativamente en buen estado, se retiró.—Mamá, ahora que estamos solas, tenemos un asunto importante del que hablar —Arantza tomó asiento al costado de la cama—. Dijiste que recuerdas lo que pasó, ¿cierto? Dime, ¿porqué Martín estaba tan furioso? ¿Porqué te hizo esto?Indira exhaló con pesadez y miró a su hija con angustia.—Me pidió dinero y no se lo quise dar —expuso—. Le dije que debería empezar a buscar un empleo y aportar en la casa, y esta fue su reacción.—¿En serio? ¿Casi te mata porque le dijiste que sea útil? —realizó una mueca de disgusto—. No lo puedo creer.—No pensé que las cosas fuesen a terminar de este modo,
—¿Cómo estás, mamá? —le preguntó Arantza a Indira cuando llegó a casa junto con Lenya.—Estoy bien, Doña Paula me ayudó mucho el día de hoy —era el nombre de su vecina—. Oh, señorita —articuló tras ver a la heredera.—Buenas noches, señora —saludó con cortesía.—Qué honor tenerla aquí. No sé si mi hija se lo ha dicho, pero estamos muy agradecidas por la ayuda que hemos recibido de usted —expresó.—Sí, me lo ha comentado. Y, por favor, dígame Lenya.—Ay, cómo cree. Es difícil llamar por su nombre a alguien con tanto poder —comentó, sintiéndose un poco cohibida.—Arantza es mi amiga, la aprecio mucho, así que no hay necesidad de tanta formalidad —enunció.—Me hace feliz que mi hija tenga una amiga tan amorosa —manifestó Indira.—Mamá, Lenya se quedará a dormir esta noche —expuso Arantza.—¡Oh! ¿En serio? —agregó Indira, sorprendida—. Por desgracia, no tenemos una habitación para huéspedes, así que tendrán que compartir habitación. Tampoco puedo ofrecerles una cena preparada por mí, debi
Lenya y Arantza iniciaron una relación secreta y fortalecieron su vínculo. Pasaron la mayor parte del tiempo juntas, trabajando en equipo y compartiendo tras salir de la empresa.En cuanto el padre de Arantza se recuperó, fue arrestado y condenado a sesenta y un días en prisión por no contar con antecedentes penales, además de asistir obligatoriamente a programas de orientación familiar. Tenía prohibido acercarse a Indira y no podía llamarla siquiera. Si incumplía con aquella orden, se le daría una sanción más severa.Arantza ya no pasaba la noche en casa de Lenya debido a la lesión que Indira tenía en la muñeca. Inevitablemente la dejaba sola durante el día, pero no quería tener que hacerlo durante la noche. Por esa razón, era Lenya quien se quedaba en la casa de la muchacha.Cierto día en que se hallaban trabajando en la empresa, Arantza soltó un suspiro de agobio.—La presidenta regresa este fin de semana, ¿cierto?—Sí, su viaje de negocios finalmente culminó —alegó Lenya.—Sé que
Arantza se mantuvo en silencio por un instante. Aparentemente, Carla no planeaba desistir y esto lo hacía para que Lenya no tuviese nada que la atara a otras personas. El hecho de que Arantza se haya convertido en su heroína era una ventaja para sí misma, ya que podía ejercer cierto control sobre la heredera si se lo proponía, utilizando su acto heroico a su favor. Esa era la manera de pensar de Carla, quien tenía una actitud suspicaz.—Ya que insiste, hay algo que tengo en mente —replicó la muchacha.—Al fin nos entendemos —expresó Carla.—Quiero que me permita conservar mi trabajo —estableció.—¿Porqué mencionas eso? —cuestionó, ceñuda—. Si eres una buena empleada y realizas tus labores de forma impecable, no hay razón para despedirte.—Nunca he tenido un empleo bien pagado, así que quiero asegurarme de no perderlo si alguna vez llegara a equivocarme.La presidenta se cruzó de brazos y la observó con recelo, le resultaba raro que la chica fuese tan precavida, pero, al mismo tiempo,
—¿De qué estás hablando, Lenya? —cuestionó.—Estoy diciendo que volverás a estudiar —manifestó, emocionada—. Asistirás a clases y serán durante el horario de la noche. Pero, no te preocupes. Se lo comunicaré a la jefa de logística para que te permita salir temprano y puedas llegar a tiempo. No habrá necesidad de que dejes tu trabajo, te irá muy bien.Arantza la escrutó con los labios separados y la frente ceñuda. No lucía para nada contenta. Más bien, permaneció bastante ofuscada.—¿Hiciste todo eso… sin siquiera platicarlo conmigo? —reprochó.—Si te lo decía, sabía que pondrías un montón de excusas para no aceptarlo.—No son excusas, tenía mis razones para no aceptar y te las dije con franqueza. Aun así, pasaste por encima de mí e hiciste lo que tú creías que era lo mejor.—No lo tomes de ese modo, solo quiero ayudarte —replicó—. No estarás pensando en dejar pasar esta oportunidad debido a tu orgullo, ¿cierto?—En la Universidad Autónoma no dan becas.—Pero hay excepciones. Cuando mi
Cierta noche, la joven se hallaba tendida en su cama, con la mirada hacia el techo. No dejaba de reflexionar acerca de su relación y de cómo podía mejorarla. Apenas intercambiaba mensajes con Arantza y aquello la ponía ansiosa, pero no quería darse por vencida. Desde el principio supo que la relación no iba a funcionar, pero ¿cómo dejarla ir ahora que estaba completamente enamorada?Miró su móvil que se encontraba a su costado y lo tomó para buscar el número de Arantza. Luego, la llamó.Desafortunadamente, la línea la envió al buzón de voz de inmediato. ¿Porqué tenía el celular apagado? ¿Acaso se le acabó la batería? ¿Se le volvió a quebrar el móvil? ¿Lo apagó para poder estudiar y para cerciorarse de que nadie la molestará? O era que… ¿no quería recibir ninguna llamada suya?Sabía que lo último era absurdo, pero no podía dejar de pensar en ello. De pronto, sintió una fuerte necesidad de verla y de platicar con ella. Quería escuchar de su boca que sus sentimientos no habían cambiado y