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CAPÍTULO 2 - EN BUSCA DE RESPUESTAS

Ahí estaba yo, parado detrás de un pilar, intentando esconderme de los asesinos de mis padres, mientras el príncipe de fuego peleaba contra cuatro de sus propios hombres por defender mi vida a costa de la suya, porque a pesar de ser hábil con la espada, sus atacantes parecían estar ganando… mientras tanto, otro grupo de invasores corrían hacia la puerta principal. Al seguir a estos últimos con la mirada me percate que lo que intentaban hacer era detener la puerta, impedir que la abrieran… pero la fuerza de mis guerreros pudo más que ellos.

Mi corazón dio un vuelco de alegría cuando las puertas se abrieron de golpe de par en par y un comando de soldados de hielo penetraron al castillo encabezados por Likantor, quien con su espada atravesaría el pecho de varios de los intrusos provocándoles la muerte. La esperanza regresó a mi pecho, sabía que ahora estaría a salvo, al ver como varios de mis guardias se habían situado alrededor de los atacantes amenazándolos con sus espadas para obligarlos a rendirse.

Al ver esto, el hombre que estaba protegiéndome, el supuesto príncipe de fuego, soltó su arma de inmediato, al hacer eso, los cuatro asesinos con los que estaba peleando, soltaron de inmediato sus espadas y se pararon frente a él para dar la impresión de que lo estaban protegiendo, para mí, que lo había visto todo desde el principio, fue muy obvio que su intención era incriminarlo junto a ellos, pero para Likantor y mis guardias, él solo era un asesino más en mi castillo.

En cuanto los sujetaron, salí corriendo detrás del pilar y me abalancé a los brazos del capitán de la guardia, por alguna razón, en mi corazón sabía que podía confiar en él. El de inmediato se puso de rodillas y me rodeo con sus brazos dando gracias a los dioses de que yo estuviera con vida. Me reviso de pies a cabeza a pesar de mi insistencia en decirle que no estaba herido. Aun así, mando a llamar a un doctor para que me atendieran, a lo cual me negué, sabía que mucha gente había sido herida y debían ser atendidos, no sabía si aún había alguien más con vida, pero de inmediato mande a buscar a mi tío y a mi primo… era la única familia que me quedaba y quería asegurarme de no haberlos perdido también…

Likantor me llevaba de la mano en dirección a mi habitación, cuando uno de los guardias se acercó a él, y aunque intento darle la noticia al oído, pude escucharlo con claridad “Los reyes están muertos” … era algo que ya sabía, aunque no lo había visto, era la única razón por la cual ellos no habían salido en mi auxilio, pero a pesar de ser una noticia que ya estaba en mi corazón, el escucharlo y confirmar aquello que yo mismo deseaba negar no me quedo otra opción que creerlo, como si de alguna manera se hubiese hecho realidad una vez que fue pronunciado por la boca de alguien más…

Mi cuerpo se paralizo, mis ojos empezaron a derramar lágrimas sin control alguno, sentí que mis pies comenzaron a temblar mientras mis pequeños puños se cerraban con furia, un grito de dolor y coraje salió desde lo más profundo de mi garganta obligándome a caer sobre mis rodillas.

Likantor me levanto del suelo y me tomó en sus brazos, al mirarme a los ojos, pude ver una lagrima fugitiva escapar y dirigirse al suelo… sabía cuánto quería y respetaba a mis padres, su lealtad hacia ellos y hacia mí era imposible de poner en duda…

“Encuentra al maldito traidor y castígalo junto a los infames asesinos de mis padres, que paguen con sangre su osadía” … esas palabras salieron de mi pecho, cargadas de odio y furia, quería justicia… quería venganza…

Likantor me miro con una expresión de respeto y dolor mezclados, coloco su puño derecho sobre su corazón y con una reverencia respondió…

Así se hará joven príncipe, tiene mi palabra –

Tras decir esto, me llevo a mi habitación y ordeno que varios guardias la custodiaran, mando al doctor y a un par de nanas de su confianza a cuidar de mí. Yo no deseaba estar encerrado, quería estar presente mientras le arrancaban las respuestas a punta de golpes a mis enemigos, quería saber quién los había ayudado a entrar, sabía que había un traidor entre nosotros y no descansaría hasta dar con él y que recibiera su merecido…

Durante un par de días me mantuvieron encerrado en mi habitación, Likantor cada tanto se acercaba a ver si necesitaba algo, sin embargo, realmente aún seguía en estado de shock, no podía dejar de ver por la ventana de mi recamara, sumergido en mis pensamientos y en mi dolor… era casi imposible creer que estuvieran muertos, que no volvería a ver la cara orgullosa de mi padre al verme estudiando o cabalgando, ni sentir los cálidos abrazos de mi madre después de haberme caído de rodillas mientras jugaba en el jardín. Mi vida había cambiado por completo de la noche a la mañana, había dejado de ser un niño al cuidado de sus padres, y empezado a ser un huérfano regente con un gran peso sobre mis hombros. No sabía cómo encontrar al traidor, ni que haría una vez que lo encontrara, ¿Cómo demonios sabrían como gobernar un reino? Estaba aterrado y furioso a la vez, sé muy bien que mi padre aborrecía la venganza y mi madre detestaba la violencia, pero ellos ya no estaban ahí conmigo, y eso se lo debía a un desgraciado que ayudo a nuestros enemigos a cruzar las fronteras de nuestro reino y adentrarse en los muros del palacio, no podía menos que sentir rabia absoluta, las lágrimas de tristeza y enojo se mezclaban y se derramaban en silencio mientras apretaba mis dientes por el día y abrazaba mis rodillas por la noche. En mi vida había sentido tanto dolor e impotencia al mismo tiempo.

Había pasado dos días sin deseos de comer ni dormir, mis ojos se sentían cansados y secos de tanto llorar, mi cuerpo temblaba de agotamiento, inhale profundamente, y saque el aire despacio, intentando recuperar un poco de la vida que se me había escapado desde esa fatídica noche. Me asomé por la ventana y pude percatarme al fin del ruido y el movimiento a mi alrededor. Al escuchar unas risas de niños, me incliné un poco más sobre la ventana para poder contemplar aquello que había atraído mi atención… y ahí estaba, bajo mi mirada, extendiéndose al pie de mi palacio, magnifico y lleno de vida, pero a la vez tan indefenso y necesitado de una guía y protección… mi pueblo… mi gente… ya no estaba mi padre para resguardarlos, ni mi madre para guiarlos, ahora esa era mi responsabilidad, mía y de nadie más…

Sabía que, a partir de ese día, mi sonrisa se había ido al cielo junto con mi madre y mi bondad había partido de este mundo junto con mi padre, mi niñez se había terminado y ahora debía tomar el puesto que se me había obligado a aceptar a muy corta edad…

“Ahora seré el regente y protector de mi pueblo, no puedo ser débil ni piadoso con nuestros enemigos, deberé ser implacable con aquellos que desean nuestro fin, el reino de fuego conocerá mi furia y mi venganza y algún día los vere desplomarse del cielo envueltos en sus mismas llamas infernales suplicando clemencia”

Estas fueron las palabras que se grabaron en mi mente y en mi corazón, sellando por fin mis ojos jurando jamás volver a derramar una sola lagrima más, la debilidad era pagada con la muerte, y no iba a permitir que me arrancaran a nadie más de mi lado.

Por la mañana del tercer día, Likantor entro a mi recamara, sentándose en mi cama me pidió que me acomodara a su lado…

Joven príncipe, se bien que lo menos que desea es recordar lo que paso esa noche, pero debo saber de qué manera logro llegar a salvo a la entrada del palacio desde su alcoba sin ser visto por los asesinos. Ya han pasado suficiente tiempo los intrusos en el calabozo, eso lo mantiene débiles y fragmentará sus mentes para poderlos interrogar, pero antes deseo que usted me cuente todo lo que paso esa noche” –

Le relate la historia con la mayor serenidad que pude, contuve mis lagrima con mucho esfuerzo, tragando saliva cada tanto para evitar que ese terrible nudo en la garganta cortara mi voz. Le explique cómo llegue al pasillo y la manera en la que el aparente príncipe del reino de fuego me había cuidado para llevarme con la persona de mi entera confianza.

Obviamente Likantor no creía para nada que las intenciones de ese extraño invasor fueran ciertas, él creía que ese sujeto solo tenía la intención de secuestrarme y usarme como rehén para poder salir vivo de dicha situación, pero yo le insistí, estaba seguro que su intención jamás fue hacerme daño, sin embargo, era un hecho que los motivos para estar dentro del castillo esa noche eran bastante sospechosos.

Likantor accedió a llevarlo frente a mi para que él lo interrogara, a pesar de no estar de acuerdo con exponerme de nuevo frente a los asesinos, no le quedó más opción que obedecer mis ordenes, las cuales habían sido claras y firmes… “sácalo del calabozo y llévalo frente a mi presencia, ahí lo interrogaras, y de no ser de ayuda entonces dejaré que tu decidas su destino” …

Así pues, bajamos al calabozo por él, estando frente a la celda en la cual se encontraban él y los demás miembros del reino de fuego, era un lugar muy frio y obscuro, supongo que esto debilita mucho a la gente de la nación de fuego, ya que todos parecían estar en un estado semi inconsciente, postrados en la húmeda roca del suelo.

Señale con mi dedo al responsable de que aun estuviese vivo, así que Likantor dio una orden y lo sacaron de inmediato del calabozo para llevarlo a una de las habitaciones del palacio y poder interrogarlo sin que se desmayara en el proceso.

Al sacarlo a la luz pude percatarme de todas las heridas que cubrían su cuerpo, era imposible pensar que los guardias contra los que había peleado estuvieran e su lado y aquello hubiese sido solo una pantomima para confundirnos, por la cantidad y gravedad de sus cortes por todo el cuerpo, era evidente que su intención era matarlo… pero ¿por qué?, ¿no era entonces su príncipe?, pero ellos mismos lo nombraron como tal “el príncipe Yuvén” era ilógico pensar que no lo habían reconocido, ya que ellos mismos pronunciaron su rango y nombre seguido de la orden “Mátenlo”… esto era bastante confuso, pero estábamos a punto de obtener respuestas, por las buenas o por las malas de ser necesario…

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