“Lo voy a pensar” …Fueron sus palabras en mi mente mientras desaparecía de enfrente de mi vista mientras seguía cayendo de espaldas, intente buscarlo con la mirada, obligando a mi cuerpo a girarse para quedar boca abajo. Mi corazón casi se detiene al ver lo cerca que estaba de terminar mi camino, cerré mis ojos con fuerza resignando a golpear de cara contra mi destino…“Abre los ojos cachorro insensato” Al obedecer la orden pude verlo justo a tiempo mientras se colocaba debajo de mi para que yo aterrizara sobre su lomo, intentando controlar mi miedo tanto como me fue posible, ajusté mi postura para aterrizar poco delicadamente sobre su espalda, agarrándome con fuerza de donde alcance.Sentí que, si no me abrazaba con firmeza de su cuerpo, la fuerza de mi impacto me haría rebotar hacia afuera de la seguridad de su espalda, permanecí adherido a él como una larva chupasangre se adhiere a su víctima mientras intentaba recuperar el aire que había sido expulsado de mi cuerpo al golpear co
El tiempo continuó transcurriendo sin detenerse, balancear todos los aspectos de mi vida era completamente agotador, debía ser rey, jinete de dragones, estudiante, asesor, aprendiz de espada y arco, estratega, primo… y humano, pues con frecuencia olvidaba comer o descansar algunas veces, por lo cual recibía fuertes reprimendas por parte de Kaysa, la jefa de servicio de mi palacio, pero, desde que mi madre partió al reino de los dioses, ella había sido como mi nana, casi como una segunda madre para mí y para Prágus, por lo cual era la única que tenía permitido llamarme la atención.Cada mañana tocaba a mi puerta para llevarme el desayuno, o en ocasiones lograba que Likantor modificara un poco mi agenda y pudiera tener al menos unos minutos libres para tomar mis alimentos en la misma mesa que Prágus, de no ser por ella, en verdad no hubiese podido llevar una relación con mi primo, ella era quien se encargaba siempre de ajustar mis múltiples actividades para coincidir con él, aunque sea
La guardia de Hashim cada vez nos tenía más sitiados, las salidas de los recolectores se fueron haciendo cada vez menos frecuentes, aun a pesar de mandar soldados y aldeanos vestidos con ropas de otras aldeas, de alguna manera Hashim lograba identificarlos o interceptarlos de regreso al reino.Varias pérdidas habían sufrido mi reino como para continuar arriesgando a mi gente, por este motivo las salidas de mi gente se habían prohibido en su totalidad, a pesar de las múltiples quejas de mis súbditos que aún querían poner su granito de arena para la supervivencia del reino. Ahora solo mis guardias y yo saldríamos a conseguir los víveres para mi reino. A veces a pie, a veces a caballo y algunas otras sobre Krad.El tiempo continuó su camino, y mientras Prágus se convertía en un reconocido miembro de la nobleza y un sabio consejero, por mi parte era conocido por ser frio y distante. Detestaba los eventos públicos y las tediosas celebraciones de los nobles, donde todos insistían en present
A partir de ese día, el tema se dejó de mencionar, al menos en mi presencia, supongo que había quedado claro lo mucho que me molestaba que insistieran con lo mismo. Cada vez era más difícil conseguir aliados, con los constantes ataques de Hashim, muchas aldeas nos estaban cerrando las puertas, cada vez teníamos que hacer viajes más largos para conseguir víveres para mi gente. En el pueblo podíamos fabricar alimentos como pan, mermeladas, carnes secas, etc. Podíamos conservar algunos otros alimentos en el hielo y de esa manera mantenerse viables durante más tiempo, sin embargo, conseguir la materia prima era el principal problema, ya que por las condiciones de la región en la que vivíamos, cultivarlas o criar animales nosotros mismos era prácticamente imposible. Desafortunadamente, mudarnos no era una opción, si salíamos de ese territorio, tanto los dragones como mi pueblo quedarían sin la protección que mutuamente nos brindamos, quedando a expensas de la avaricia del rey de fuego.
Así lo hicimos, fuimos avanzando por los pasillos siguiendo el camino de sangre y cuerpos mutilados, esto era demasiado, ¿Por qué motivo matarían con tanta saña al personal de servicio?, ¿Qué era lo que estaban buscando?...Al llegar a uno de los salones, encontramos a tres hombres parados de frente a la puerta, como si nos estuvieran esperando, uno de ellos sujetaba a una de las mucamas por el cabello, exponiendo su garganta hacia la filosa espada que sostenía frente a su cuello.Los otros dos apuntaban sus espadas hacia nosotros, pero al ingresar a la habitación nos dimos cuenta de que no eran los únicos, seis hombres más se encontraban a los costados apuntando sus armas a varios de los guardias y algunos miembros más del servicio, todos permanecían hincados a la espera de su sentencia, exceptuando algunos guardias que yacían tirados en el piso sin mostrar signos de vida
Empuñe mi espada dispuesto a atacar, cuando de entre los árboles, salió Likantor montado en un caballo corriendo hacia mí a todo galope.Arremetió contra uno de mis atacantes que aún permanecían de pie, inmovilizándolo de un solo corte directo en la garganta, uno más intento correr en otra dirección lo que obligo a Likantor a perseguirlo para darle alcance, mientras tanto, el otro que quedaba aprovecho la distracción para colocarse detrás de mi apuntando la espada contra mi columna, sabía que moriría, pero no estaba dispuesto a irse solo.Pero para su sorpresa, detrás de nosotros se alcanzó a escuchar un gruñido gutural amenazante… al girar la vista Krad estaba agazapado detrás de él, cual predador acechando a su presa, y antes de que se lograra girar completamente, Krad abrió el hocico para luego despedazarlo entre sus numerosos colmillos, dejándome todo salpicado de sangre… “Gracias cariño” solo atiné a decirle mientras me limpiaba el exceso de sangre de mi cara.Krad gruño gustoso
Con cada año que pasaba, conseguir aliados que nos pudiesen proveer víveres era cada vez más difícil, teníamos que recorrer distancias más largas y de alguna manera Hashim continuaba enterándose y atacando al pueblo que nos proveía alimentos. Con este conocimiento, muchos otros pueblos se negaban a hacer tratos directos con nosotros, la única manera era contratando mercaderes que nos consiguieran los víveres, y eso resultaba más difícil y costoso.Los enfrentamientos entre Krad y el dragón de fuego, cada vez se hacían más frecuentes, arriesgando a mi dragón a salir herido, si bien en fuerza eran equitativos, en tamaño tenía una mayor ventaja y al parecer cada vez se volvía aún más fuerte.Krad presentía que el verdadero alfa se estaba debilitando, cediendo de esa manera su dominio sobre la manada al dragón usurpador, lo que, eventualmente, lo convertiría en el verdadero alfa y sería mucho más fuerte de lo que ya era ahora, teniendo control sobre los demás dragones de fuego.Todo esto
Al regresar al pueblo, entregamos las cosas que logramos recuperar y les ofrecimos escoltarlos a un pueblo vecino con el que podían obtener asilo. A cambio nos ofrecieron algunos víveres, si bien, no era la cantidad pactada, pero entendía la situación y no podía más que agradecer el esfuerzo que hacían al proporcionarnos parte de sus alimentos. Bajo otras circunstancias me hubiese negado a recibir una parte de lo poco que les había quedado, sin embargo, mi pueblo lo necesitaba y no podía darme el lujo de rechazar su ofrecimiento.Una vez terminada la tarea regresamos a casa, había sido una jornada extenuante y los víveres obtenidos muy pocos, aunque la recompensa moral por haberlos ayudado era grande, no era suficiente para alimentar a mi pueblo, sabía que el invierno se acercaba y las reservas no estaban ni al 25% de lo que se necesitaba.Me sentía en verdad frustrado, al llegar al palacio me fui directo a mi habitación y me encerré azotando la puerta, estaba furioso… colmado de ira