Después del día de la sentencia, pocas veces pude ver a mi primo, entendía su pesar y lo menos que deseaba era perturbarlo aún más, yo mismo hubiese deseado tener tiempo para pasar el duelo por la pérdida de mis padres, pero no podía hacerlo, mis obligaciones y responsabilidades para con mi gente ahora mismo eran más importantes, así que no tuve más que endurecer mi corazón y continuar mi día a día.
Pasaron dos semanas desde que la verdad se encontró, y el intruso ya estaba un poco más estable, sus heridas no se habían curado por completo, pero estando en un ambiente tan frio, era imposible que así lo hicieran.
Así pues, ordené que se le dieran algunas provisiones y fuera expulsado de mi reino, mi deuda estaba pagada, ya no le debía nada más a ese hijo del fuego, a partir de este momento, nos volveríamos a convertir en enemigos, sin importar si el recuperaba su trono o no.
En medio de la noche un grupo de soldados escoltó al príncipe destronado, ordené que se le cubriera el rostro para evitar que se aprendiera el nuevo acceso a mí reino, la entrada anterior había sido derrumbada. Al llegar al píe y alejarlo un poco del acceso se le retiro la capucha del rostro.
Estaba a punto de partir cuando decidí salir de atrás de los guardias que me cubrían, parándome a un lado de Likantor, necesitaba dedicarle unas últimas palabras, quizás más bien, advertencias…
Quien sea que esté en el trono de fuego, será lo mismo para nosotros, todos los de tu reino están corrompidos por el poder, y una alianza es imposible de visualizar en ningún futuro, si en verdad eres el príncipe derrocado, te recomiendo que huyas y te escondas de por vida de ellos, no tienes ninguna oportunidad de recuperar tu reino, salva tu vida y la de tu familia y deja el pasado atrás, donde pertenece. Los dioses te han dado una oportunidad más de vivir, cuando tu muerte ya había sido anunciada desde el momento de la traición a tu padre. Tu destino en esta tierra aún no ha sido cumplido, aun tienes algo muy importante para ti que puedes perder si no lo cuidas. –
Likantor lo amenazó por última vez asegurándose que entendiera que jamás debería volver a cruzarse en nuestro camino ni osar acercarse a mi reino, de lo contrario, esta vez no habría piedad alguna.
Con una reverencia agradeció el perdón que se le había otorgado y la hospitalidad recibida, tomó sus cosas y se marchó, para nunca más volverlo a ver.
Mis hijos al escuchar esta historia me han preguntado “papi de haber sabido en ese momento quien era y lo que significaría en tu vida, ¿habrías actuado diferente?” y la verdad es que no lo sé, en ese momento solo era un niño atormentado por el dolor de la perdida de mis padres y atrapado en el odio y el resentimiento que sentía por la gente de su pueblo, me duele por lo que hubiese significado para mi amada el haberle ayudado en su momento, pero eso habría cambiado todo el futuro y quizás nuestras vidas jamás se hubiesen unido de la misma manera.
No cabe duda que los dioses juegan con nuestras vidas, tienen nuestros destinos escritos y nuestros caminos tallados, solo les gusta darnos la ilusión que tenemos alguna clase de control sobre nuestra vida, pero en realidad, solo somos dueños de nuestras decisiones y como afrontamos todo aquellos que se nos presenta.
Los días posteriores a la partida del príncipe de fuego fueron determinantes para mi reino, los contantes ataques a nuestras aldeas aliadas por parte del reino de fuego no cesaban, Hashim, el nuevo monarca, sabía bien que, si eliminaba a los pueblos con los que teníamos tratados de cooperación mutua, nosotros nos quedaríamos sin alimento y sin otros bienes que no podíamos conseguir en mi reino.
Dada las bajas temperaturas de las montañas en las que nos encontrábamos, cultivar plantas o criar animales para sustento y transporte era casi imposible. Así que mis antecesores se habían encargado de crear alianza con diferentes poblados en los a los rededores del reino para intercambiar productos y protección a cambio de lo que nos hacía falta a nosotros.
El rey anterior a Hashim, el rey Sakir, había comenzado a cesar los ataques, al menos hacia los civiles de los pueblos aliados, sus ataques se concentraban directamente hacia mi reino, aunque cada vez disminuían en frecuencia y fuerza, una de mis teorías era que estaba intentando detener la guerra, pero era difícil lograrlo yendo en contra de una historia bélica de cientos de años, quizás su soldados y sus nobles eran más aferrados a la idea de continuar atacando y eso dificultaba llevar a cabo sus decisiones. Aunque Likantor insistía que no era más que alguna clase de estrategia para hacernos bajar la guardia, lo cual también tenía mucho sentido. Pero, de cualquier manera, el rey actual era bastante más sanguinario y sus ataques no tenían piedad alguna arremetiendo contra los pueblos que antes nos habían servido y ayudado.
En su mayoría eran pueblos pequeños, agricultores sin conocimiento de guerra ni grandes ejércitos, así que en cada ataque las bajas eran muy considerables. Mi ejército no podía dividirse entre todos los reinos para protegerlos a la vez, mi padre nunca fue una persona muy bélica, su mandato coincidió con el del rey Sakir, así que la necesidad de tener un ejército grande era mínima.
No podía hacer mucho para contrarrestar los ataques, lo que les ofrecí a cambio es el traslado a otro sitio más alejado, aunque eso implicara perder la alianza y los intercambios con ellos, pero siempre las vidas serán más importantes.
Afortunadamente aún nos quedaban algunos pueblos con los que podíamos hacer comercio e intercambio, de los cuales Hashim no sabe nada, ya que mi padre lo mantuvo oculto de todas las demás personas, excepto su esposa y Likantor, y así lo hice yo también, para evitar que ellos fueran atacados de igual manera.
Sobrepasar esos días fue bastante difícil, no solo por los constantes ataques de Hashim, además a eso tenía que lidiar con todo lo que me hacía falta aprender sobre la administración, estrategia, política, economía, historia, etc.… además de eso, ese me estaba presentando un problema más, los dragones estaban inquietos, algunos nerviosos, otros agresivos, si no se realizaba el vínculo entre humano y dragón, los dragones se comenzaban a sentir ansiosos de la presencia humana en sus montañas, no había un motivo por el cual tuvieran que confiar en nosotros si no había conexión con el líder, y por supuesto que al morir mí padre eso se había perdido ya que era el único noble con el cual los dragones habían hecho un vínculo, ahora era mi responsabilidad acercarme al líder de los dragones y lograr que confié en mi para que su clan pueda confiar en mi pueblo, de lo contrario mi pueblo correría grave peligro y tendríamos que buscar otro lugar en donde vivir.
El problema en todo eso, es que los vínculos entre humano y dragón suelen hacerse hasta la juventud o adultez, cuando el humano tiene la suficiente fuerza tanto física como mental para poder lograr que la conexión sea posible sin morir en el intento. Pero ahora mismo tengo solo 8 años, y mi padre aún no me había enseñado nada sobre el manejo de dragones ni me había acercado a ellos aun ya que sería muy peligroso.
Desafortunadamente ningún otro noble había podido hacer la conexión con ellos, por los constantes ataques a través de los años, la población de dragones de hielo había mermado drásticamente, en su mayoría, el clan estaba formado por hembras, las cuales eran más pequeñas, eran demasiado valiosas como para arriesgarlas a ser atacadas por los dragones de fuego, quienes las superaban en fuerza y poder. Por esta razón, por generaciones los hombres del reino de hielo habían preferido no hacer vínculo con ellas. Ahora, en el caso de los machos, en verdad eran muy pocos, siendo Krad el de mayor tamaño y el líder del clan, y en general el único que tiene la fuerza suficiente para enfrentar un dragón de fuego, era el único en ser montado por el monarca del reino y con el único con el que se había formado un vínculo, así que nadie más en el reino podría ayudarme en la difícil tarea que se me había presentado en mis manos. - Mi señor, no podemos arriesgarlo, si Krad no lo reconoce como hijo de
No tengo idea de donde salieron esas palabras, simplemente aparecieron en mi mente sin ninguna explicación, pero al parecer eso es lo que debía hacer, ya que Krad de inmediato se agacho frente a mí, haciendo una clase de reverencia con su cabeza para después poner su cara justo frente a la mía.Mi corazón parecía que explotaría de lo rápido que latía, pero esta vez no era movido por el miedo, era la emoción que resultaba de estar frente al alfa de los dragones, entendiéndonos el uno a otro sin necesidad de palabras, me puse de pie y extendí mi mano hacia su enorme rostro, en el momento justo que las yemas de mis dedos tocaron las escamas de su nariz, la sensación de una corriente eléctrica atravesó mi cuerpo hasta golpear fuertemente contra mi pecho lanzándome algunos metros hacia atrás.Al golpear mi espalda contra el suelo, alcance a escuchar el fuerte rugido de Krad y pude sentir como la misma electricidad recorría cada uno de sus nervios de la misma manera como lo había sentido yo
“Lo voy a pensar” …Fueron sus palabras en mi mente mientras desaparecía de enfrente de mi vista mientras seguía cayendo de espaldas, intente buscarlo con la mirada, obligando a mi cuerpo a girarse para quedar boca abajo. Mi corazón casi se detiene al ver lo cerca que estaba de terminar mi camino, cerré mis ojos con fuerza resignando a golpear de cara contra mi destino…“Abre los ojos cachorro insensato” Al obedecer la orden pude verlo justo a tiempo mientras se colocaba debajo de mi para que yo aterrizara sobre su lomo, intentando controlar mi miedo tanto como me fue posible, ajusté mi postura para aterrizar poco delicadamente sobre su espalda, agarrándome con fuerza de donde alcance.Sentí que, si no me abrazaba con firmeza de su cuerpo, la fuerza de mi impacto me haría rebotar hacia afuera de la seguridad de su espalda, permanecí adherido a él como una larva chupasangre se adhiere a su víctima mientras intentaba recuperar el aire que había sido expulsado de mi cuerpo al golpear co
El tiempo continuó transcurriendo sin detenerse, balancear todos los aspectos de mi vida era completamente agotador, debía ser rey, jinete de dragones, estudiante, asesor, aprendiz de espada y arco, estratega, primo… y humano, pues con frecuencia olvidaba comer o descansar algunas veces, por lo cual recibía fuertes reprimendas por parte de Kaysa, la jefa de servicio de mi palacio, pero, desde que mi madre partió al reino de los dioses, ella había sido como mi nana, casi como una segunda madre para mí y para Prágus, por lo cual era la única que tenía permitido llamarme la atención.Cada mañana tocaba a mi puerta para llevarme el desayuno, o en ocasiones lograba que Likantor modificara un poco mi agenda y pudiera tener al menos unos minutos libres para tomar mis alimentos en la misma mesa que Prágus, de no ser por ella, en verdad no hubiese podido llevar una relación con mi primo, ella era quien se encargaba siempre de ajustar mis múltiples actividades para coincidir con él, aunque sea
La guardia de Hashim cada vez nos tenía más sitiados, las salidas de los recolectores se fueron haciendo cada vez menos frecuentes, aun a pesar de mandar soldados y aldeanos vestidos con ropas de otras aldeas, de alguna manera Hashim lograba identificarlos o interceptarlos de regreso al reino.Varias pérdidas habían sufrido mi reino como para continuar arriesgando a mi gente, por este motivo las salidas de mi gente se habían prohibido en su totalidad, a pesar de las múltiples quejas de mis súbditos que aún querían poner su granito de arena para la supervivencia del reino. Ahora solo mis guardias y yo saldríamos a conseguir los víveres para mi reino. A veces a pie, a veces a caballo y algunas otras sobre Krad.El tiempo continuó su camino, y mientras Prágus se convertía en un reconocido miembro de la nobleza y un sabio consejero, por mi parte era conocido por ser frio y distante. Detestaba los eventos públicos y las tediosas celebraciones de los nobles, donde todos insistían en present
A partir de ese día, el tema se dejó de mencionar, al menos en mi presencia, supongo que había quedado claro lo mucho que me molestaba que insistieran con lo mismo. Cada vez era más difícil conseguir aliados, con los constantes ataques de Hashim, muchas aldeas nos estaban cerrando las puertas, cada vez teníamos que hacer viajes más largos para conseguir víveres para mi gente. En el pueblo podíamos fabricar alimentos como pan, mermeladas, carnes secas, etc. Podíamos conservar algunos otros alimentos en el hielo y de esa manera mantenerse viables durante más tiempo, sin embargo, conseguir la materia prima era el principal problema, ya que por las condiciones de la región en la que vivíamos, cultivarlas o criar animales nosotros mismos era prácticamente imposible. Desafortunadamente, mudarnos no era una opción, si salíamos de ese territorio, tanto los dragones como mi pueblo quedarían sin la protección que mutuamente nos brindamos, quedando a expensas de la avaricia del rey de fuego.
Así lo hicimos, fuimos avanzando por los pasillos siguiendo el camino de sangre y cuerpos mutilados, esto era demasiado, ¿Por qué motivo matarían con tanta saña al personal de servicio?, ¿Qué era lo que estaban buscando?...Al llegar a uno de los salones, encontramos a tres hombres parados de frente a la puerta, como si nos estuvieran esperando, uno de ellos sujetaba a una de las mucamas por el cabello, exponiendo su garganta hacia la filosa espada que sostenía frente a su cuello.Los otros dos apuntaban sus espadas hacia nosotros, pero al ingresar a la habitación nos dimos cuenta de que no eran los únicos, seis hombres más se encontraban a los costados apuntando sus armas a varios de los guardias y algunos miembros más del servicio, todos permanecían hincados a la espera de su sentencia, exceptuando algunos guardias que yacían tirados en el piso sin mostrar signos de vida
Empuñe mi espada dispuesto a atacar, cuando de entre los árboles, salió Likantor montado en un caballo corriendo hacia mí a todo galope.Arremetió contra uno de mis atacantes que aún permanecían de pie, inmovilizándolo de un solo corte directo en la garganta, uno más intento correr en otra dirección lo que obligo a Likantor a perseguirlo para darle alcance, mientras tanto, el otro que quedaba aprovecho la distracción para colocarse detrás de mi apuntando la espada contra mi columna, sabía que moriría, pero no estaba dispuesto a irse solo.Pero para su sorpresa, detrás de nosotros se alcanzó a escuchar un gruñido gutural amenazante… al girar la vista Krad estaba agazapado detrás de él, cual predador acechando a su presa, y antes de que se lograra girar completamente, Krad abrió el hocico para luego despedazarlo entre sus numerosos colmillos, dejándome todo salpicado de sangre… “Gracias cariño” solo atiné a decirle mientras me limpiaba el exceso de sangre de mi cara.Krad gruño gustoso