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CAPÍTULO 5 - ENFRENTANDO LAS ADVERSIDADES

Después del día de la sentencia, pocas veces pude ver a mi primo, entendía su pesar y lo menos que deseaba era perturbarlo aún más, yo mismo hubiese deseado tener tiempo para pasar el duelo por la pérdida de mis padres, pero no podía hacerlo, mis obligaciones y responsabilidades para con mi gente ahora mismo eran más importantes, así que no tuve más que endurecer mi corazón y continuar mi día a día.

Pasaron dos semanas desde que la verdad se encontró, y el intruso ya estaba un poco más estable, sus heridas no se habían curado por completo, pero estando en un ambiente tan frio, era imposible que así lo hicieran.

Así pues, ordené que se le dieran algunas provisiones y fuera expulsado de mi reino, mi deuda estaba pagada, ya no le debía nada más a ese hijo del fuego, a partir de este momento, nos volveríamos a convertir en enemigos, sin importar si el recuperaba su trono o no.

En medio de la noche un grupo de soldados escoltó al príncipe destronado, ordené que se le cubriera el rostro para evitar que se aprendiera el nuevo acceso a mí reino, la entrada anterior había sido derrumbada. Al llegar al píe y alejarlo un poco del acceso se le retiro la capucha del rostro.

Estaba a punto de partir cuando decidí salir de atrás de los guardias que me cubrían, parándome a un lado de Likantor, necesitaba dedicarle unas últimas palabras, quizás más bien, advertencias…

Quien sea que esté en el trono de fuego, será lo mismo para nosotros, todos los de tu reino están corrompidos por el poder, y una alianza es imposible de visualizar en ningún futuro, si en verdad eres el príncipe derrocado, te recomiendo que huyas y te escondas de por vida de ellos, no tienes ninguna oportunidad de recuperar tu reino, salva tu vida y la de tu familia y deja el pasado atrás, donde pertenece. Los dioses te han dado una oportunidad más de vivir, cuando tu muerte ya había sido anunciada desde el momento de la traición a tu padre. Tu destino en esta tierra aún no ha sido cumplido, aun tienes algo muy importante para ti que puedes perder si no lo cuidas. –

Likantor lo amenazó por última vez asegurándose que entendiera que jamás debería volver a cruzarse en nuestro camino ni osar acercarse a mi reino, de lo contrario, esta vez no habría piedad alguna.

Con una reverencia agradeció el perdón que se le había otorgado y la hospitalidad recibida, tomó sus cosas y se marchó, para nunca más volverlo a ver.

Mis hijos al escuchar esta historia me han preguntado “papi de haber sabido en ese momento quien era y lo que significaría en tu vida, ¿habrías actuado diferente?” y la verdad es que no lo sé, en ese momento solo era un niño atormentado por el dolor de la perdida de mis padres y atrapado en el odio y el resentimiento que sentía por la gente de su pueblo, me duele por lo que hubiese significado para mi amada el haberle ayudado en su momento, pero eso habría cambiado todo el futuro y quizás nuestras vidas jamás se hubiesen unido de la misma manera.

No cabe duda que los dioses juegan con nuestras vidas, tienen nuestros destinos escritos y nuestros caminos tallados, solo les gusta darnos la ilusión que tenemos alguna clase de control sobre nuestra vida, pero en realidad, solo somos dueños de nuestras decisiones y como afrontamos todo aquellos que se nos presenta.

Los días posteriores a la partida del príncipe de fuego fueron determinantes para mi reino, los contantes ataques a nuestras aldeas aliadas por parte del reino de fuego no cesaban, Hashim, el nuevo monarca, sabía bien que, si eliminaba a los pueblos con los que teníamos tratados de cooperación mutua, nosotros nos quedaríamos sin alimento y sin otros bienes que no podíamos conseguir en mi reino.

Dada las bajas temperaturas de las montañas en las que nos encontrábamos, cultivar plantas o criar animales para sustento y transporte era casi imposible. Así que mis antecesores se habían encargado de crear alianza con diferentes poblados en los a los rededores del reino para intercambiar productos y protección a cambio de lo que nos hacía falta a nosotros.

El rey anterior a Hashim, el rey Sakir, había comenzado a cesar los ataques, al menos hacia los civiles de los pueblos aliados, sus ataques se concentraban directamente hacia mi reino, aunque cada vez disminuían en frecuencia y fuerza, una de mis teorías era que estaba intentando detener la guerra, pero era difícil lograrlo yendo en contra de una historia bélica de cientos de años, quizás su soldados y sus nobles eran más aferrados a la idea de continuar atacando y eso dificultaba llevar a cabo sus decisiones. Aunque Likantor insistía que no era más que alguna clase de estrategia para hacernos bajar la guardia, lo cual también tenía mucho sentido. Pero, de cualquier manera, el rey actual era bastante más sanguinario y sus ataques no tenían piedad alguna arremetiendo contra los pueblos que antes nos habían servido y ayudado.

En su mayoría eran pueblos pequeños, agricultores sin conocimiento de guerra ni grandes ejércitos, así que en cada ataque las bajas eran muy considerables. Mi ejército no podía dividirse entre todos los reinos para protegerlos a la vez, mi padre nunca fue una persona muy bélica, su mandato coincidió con el del rey Sakir, así que la necesidad de tener un ejército grande era mínima.

No podía hacer mucho para contrarrestar los ataques, lo que les ofrecí a cambio es el traslado a otro sitio más alejado, aunque eso implicara perder la alianza y los intercambios con ellos, pero siempre las vidas serán más importantes.

Afortunadamente aún nos quedaban algunos pueblos con los que podíamos hacer comercio e intercambio, de los cuales Hashim no sabe nada, ya que mi padre lo mantuvo oculto de todas las demás personas, excepto su esposa y Likantor, y así lo hice yo también, para evitar que ellos fueran atacados de igual manera.

Sobrepasar esos días fue bastante difícil, no solo por los constantes ataques de Hashim, además a eso tenía que lidiar con todo lo que me hacía falta aprender sobre la administración, estrategia, política, economía, historia, etc.…  además de eso, ese me estaba presentando un problema más, los dragones estaban inquietos, algunos nerviosos, otros agresivos, si no se realizaba el vínculo entre humano y dragón, los dragones se comenzaban a sentir ansiosos de la presencia humana en sus montañas, no había un motivo por el cual tuvieran que confiar en nosotros si no había conexión con el líder, y por supuesto que al morir mí padre eso se había perdido ya que era el único noble con el cual los dragones habían hecho un vínculo, ahora era mi responsabilidad acercarme al líder de los dragones y lograr que confié en mi para que su clan pueda confiar en mi pueblo, de lo contrario mi pueblo correría grave peligro y tendríamos que buscar otro lugar en donde vivir.

El problema en todo eso, es que los vínculos entre humano y dragón suelen hacerse hasta la juventud o adultez, cuando el humano tiene la suficiente fuerza tanto física como mental para poder lograr que la conexión sea posible sin morir en el intento. Pero ahora mismo tengo solo 8 años, y mi padre aún no me había enseñado nada sobre el manejo de dragones ni me había acercado a ellos aun ya que sería muy peligroso.

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