Capítulo 75
Lenis pensaba que no podía impresionarse más.

La forma cómo los jefes planificaban su tiempo y su vida, y a la vez, cómo lograban planificar el de los demás, la manera cómo manejaban la vida de otros, era algo que siempre enmudecería a Lenis Evans, además de mostrar rechazo ante un control absoluto; algo de lo que ella siempre huía.

Cuando llegaron a su destino, Lenis no despegó sus ojos sobre todo lo que les rodeaba.

Turquía era impresionante, pero sus costas podrían ser tan invaluables como la vida misma: pensamientos de una mujer que no solo llegaba a un nuevo lugar, sino de la mano de un hombre que la quería, quien le había pedido que se casaran, escapando de un peligro inminente del cual ella había salido —milagrosamente— a salvo, con un personal que consistía en un chofer quien manejaba un automóvil de lujo color plata y que los llevaba a una hora de camino (tal vez un poco más, según pudo calcular) a una casa no muy grande, pero preciosa, de paredes blancas, techo de tejas colo
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