Capítulo 48
—¡Max, espera! —Lenis dejó todo intacto en la mesa, casi no había comido por completo, para ir detrás de su jefe, quien se había retirado de la mesa con bastante molestia—. ¡Oye! —Lo atrapó ya subiendo por las grandes escaleras que dirigían hacia las habitaciones de la casa.

Max se volteó y la encaró.

—¿Ahora qué sucede, Lenis? El desayuno se te va a enfriar.

Ella alzó las manos haciendo señas de que no siguiera, que la escuchara.

—Sé que eres un buen hombre. Sé que ustedes tres lo son. Entiendo todo perfectamente, ¡pero debes entenderme!

Maximiliano tomó a Lenis del antebrazo, mirando para todos lados, no quería que nadie más los escuchara. El personal encargado del mantenimiento y del buen funcionamiento de su casa ya había visto y oído demasiado.

Caminó sin soltarla hacia un costado de la escalera. Siguieron rápidamente derecho, luego cruzaron unas puertas, entraron por un pasillo. Después, él empujó unas puertas color caoba y la cerró tras de sí. Lenis casi no logra ver dónde
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