La casa de la familia de Maura, era grande, cómoda, sencilla y muy bonita, su hermano y su cuñada, eran personas muy amables, su hermano, un hombre alto, fornido, y de muy buen carácter, su cuñada, una linda rubia de hermosos ojos claros, tenían dos niños preciosos. Además vivía una prima de Maura, llamada Patricia.Afortunadamente podría tener su propia habitación, la anfitriona se disculpó porque sería una habitación bastante pequeña, a lo que ella respondió;—No tienes que disculparte, realmente agradezco que me abrieran las puertas de su casa, la habitación es más de lo que esperaba— sonrió — realmente esperaba encontrarme con un colchón inflable en la sala, así que esto es impresionante. Gracias Margareth.Cuándo quedó sola en su pequeña habitación suspiró, una cama individual, un armario y una pequeña mesa de noche, agradeció enormemente la ventana que evitaría sentir claustrofobia. Se sentó en la cama y se quedó viendo la pared color champagne.—Es una nueva vida, Emely, la opo
Los dos siguientes años fue extremadamente duro, había iniciado sus clases de gastronomía, pero aún así había decidido no renunciar a trabajar, aunque Frank le aseguró que mientras duraran sus clases él se encargaría de su parte de los gastos, sin embargo Emely se negó, asegurándo que podía lograrlo. Asistía a clases desde muy temprano hasta media tarde, salía de las clases y una hora más tarde entraba al trabajo, hasta avanzada la noche, Frank iba por ella y la acompañaba hasta la casa.Los únicos días libres eran los domingos que dedicaba a dormir hasta tarde, y ocuparse de hacer aseo en casa, lavar su ropa e intentar descansar un poco. Estaba agotada hasta el extremo, quizás hasta el punto de querer llorar de cansancio pero algo era claro; no iba a rendirse.Durante sus clases había aprendido mucho, al inicio solo tipos de cortes más utilizados en distintas preparaciones, los términos de la carne, y preparación de salsa básicas, a medida que iba avanzando en sus clases, iba descubr
Su primer día como Auxiliar de cocina, sería exitoso.Con esa idea se levantó, se preparó y después de una rápido desayuno que consistió en un trozo de pan tostado y café, se marchó directamente en dirección al hotel.En la recepción entregó una carta de recomendación que le habían dado al finalizar sus clases, la mujer le dio la bienvenida y le indicó amablemente por dónde seguir el camino que la conduciría a los recursos humanos, allí la dirigieron a un pequeño vestidor en dónde le entregaron dos juegos de su uniforme, correspondiente a su talla, y un par de zapatos ajustados a las necesidades de la cocina.—Es un gusto recibirte, en la cocina te indicarán tus actividades y horarios, el chef te pondrá al corriente de todo. Usa alguno de los baños para colocar tu uniforme y asegúrate de colocar bien la cofia cubriendo todo tu cabello, y colocar el cubre bocas.Después de colocarse el uniforme, se miró en el enorme espejo, estaba nerviosa, debía admitirlo, aquello era lo que siempre h
El segundo día de trabajo no fue mucho mejor que el primero, los dos siguientes fueron igual, organizando, limpiando, según el jefe "colocando orden en su cocina", la verdad le estaba cansando esa actitud. Pronto descubrió que tenía una especie de desprecio hacía ella, solo por ser extranjera, decidió no darle mayor importancia, llegaría el día en el que se ganaría el respeto de todos en aquella cocina, una cocina llena de hombres, un sitio de trabajo difícil, pero que ella estaba dispuesta a conquistar.El domingo fue su día libre, durmió hasta muy tarde. Frank y Maura, habían salido a una fiesta en casa de un familiar de su cuñada y hasta ese momento no llegaban. Estaba por ser medio día cuando Santiago llegó, llevando consigo algunas golosinas y sugiriendo pasar la tarde viendo películas, aquella idea le agradó mucho a Emely, quién agradecida por la compañía se dispuso a pasar un buen rato. Pronto se perdió el interés por la película y terminaron envueltos en una maraña de brazos y
Seis años, seis largos y arduos años habían transcurrido desde que abandonará su país. . . Las cosas no podrían estar mejor, tal como se lo había propuesto, se había hecho de un lugar y del respeto de todos en aquel lugar, como primera cocinera tenía jornadas arduas y extenuantes, pero para ella todo valía la pena.Ahora mismo estaba considerando regresar, si, regresar, Lisbeth se casaría y necesitaba estar allí para compartir con ella un momento tan especial, era su mejor amiga, su hermana, no podía dejarla sola. Aunque volver al país por el matrimonio de Lisbeth y Manuel, era solo una excusa, ya tenía tiempo deseando poder hacerlo, aunque no se había animado, hasta ahora había conseguido mucho en España, y sería difícil empezar desde cero de nuevo.************************—¿Puedo pasar, Chef?— preguntó llamando a la oficina, y asomando la cabeza.—Claro, Emely— le respondió tecleando en el computador— pasa, estoy terminando de organizar los horarios, dame un segundo y te atiendo, s
Se estiró desperezándose, abrió los ojos lentamente y sonrió al encontrarse en su cama, en su habitación, en su casa.Cuánto había extrañado todo aquello, haber vivido en el extranjero tantos años, haber conocido tantas personas, tantas culturas, tantas costumbres, aquello sólo le había servido para apreciar muchísimo más aquella vida casi rural y tranquila que antes llevaba.Se levantó y se dedicó a asearse para luego encontrarse con su madre.—Buenos días, cariño— le sido besando su frente.—Madre, buenos días— le dio un fuerte abrazo— Extrañaba tanto verte en las mañanas, extrañaba tanto este calor de hogar. Extraño a Frank, a Maura y sobre todo a mi amado Leo, pero no le arrepiento de haber regresado.—Yo estoy muy feliz de que decidieras volver, amor mío. ¿Cómo has dormido?—Maravillosamente, como hacía mucho no lo hacía, es tan diferente poder descansar en mi cama, extrañaba esto.—Eso es increíble, tesoro. Estamos tan felices de tenerte en casa.—Yo lo estoy aún más— la abrazó—
Luciana, saltó de la cama con una sonrisa enorme y se perdió en dirección al cuarto de baño. Emely, salió hasta llegar a la cocina y encontrarse con una alegre Liliana, que terminaba una jugosa limonada y unos panecillos en una bandeja.—Madre, la niña almorzará.— le dijo en tono dulce.—Eso es maravilloso. No había podido lograrlo. Sigues haciendo maravillas, pero vamos, relaja el ceño que me preocupa —dijo caminando hacia la sala y dejó todo sobre la mesa.—A mí me preocupa la niña, me ha dicho que. . . Ha tenido días difíciles, por decir lo menos.— su tono comenzaba a ser tenso.— Le he dicho que deje de provocar a. . .— ¡No la está provocando!— dijo con ira contenida — ¡por Dios, madre, es sólo una niña!, sabes que nunca ha necesitado provocarla, esa bruja sin corazón la detesta, siempre ha sido así, me hierve la sangre en las venas de ver cómo esa mujer hace a su antojo.— Sé cuanto la quieres. . .— La amo, lo sabes, madre.— la miró con intensidad.— Sí, cariño. Es sólo que se
Sus ojos se encontraron con los de él. Bruno, era un hombre impresionante, con una figura imponente, alto, piel tostada, ojos severos y mirada penetrante. Era muy atractivo, el tipo de hombre que te encuentras y termina pensando en él, ya sea por su apariencia extremadamente varonil, por su mirada dura, o su postura inflexible, pero era un hombre que dejaba huellas.—Hola Bruno, buenas tardes—dijo con voz tranquila, lo más tranquila que podía.—¿Emely?—preguntó sorprendido.—La misma— le sonrió y lo vio terminar de entrar a la sala, las observó a todas confundido. Y sus ojos quedaron fijos en su mujer, Alexa lo miró frunciendo los labios y luego desvió la vista.—¿Me dirán lo que ocurre aquí? — su voz era gruesa y muy varonil.—No pasa nada— dijo Alexa con voz tensa.—¿Y por nada la has abofeteado?— preguntó frunciendo el ceño.—Lo que sucede— se giró mirando a Alexa, con rabia contenida— es que tu mujer es una pésima anfitriona. Además de eso, una maltratadora.—Yo. . . no. . .—A in