Se estiró desperezándose, abrió los ojos lentamente y sonrió al encontrarse en su cama, en su habitación, en su casa.Cuánto había extrañado todo aquello, haber vivido en el extranjero tantos años, haber conocido tantas personas, tantas culturas, tantas costumbres, aquello sólo le había servido para apreciar muchísimo más aquella vida casi rural y tranquila que antes llevaba.Se levantó y se dedicó a asearse para luego encontrarse con su madre.—Buenos días, cariño— le sido besando su frente.—Madre, buenos días— le dio un fuerte abrazo— Extrañaba tanto verte en las mañanas, extrañaba tanto este calor de hogar. Extraño a Frank, a Maura y sobre todo a mi amado Leo, pero no le arrepiento de haber regresado.—Yo estoy muy feliz de que decidieras volver, amor mío. ¿Cómo has dormido?—Maravillosamente, como hacía mucho no lo hacía, es tan diferente poder descansar en mi cama, extrañaba esto.—Eso es increíble, tesoro. Estamos tan felices de tenerte en casa.—Yo lo estoy aún más— la abrazó—
Luciana, saltó de la cama con una sonrisa enorme y se perdió en dirección al cuarto de baño. Emely, salió hasta llegar a la cocina y encontrarse con una alegre Liliana, que terminaba una jugosa limonada y unos panecillos en una bandeja.—Madre, la niña almorzará.— le dijo en tono dulce.—Eso es maravilloso. No había podido lograrlo. Sigues haciendo maravillas, pero vamos, relaja el ceño que me preocupa —dijo caminando hacia la sala y dejó todo sobre la mesa.—A mí me preocupa la niña, me ha dicho que. . . Ha tenido días difíciles, por decir lo menos.— su tono comenzaba a ser tenso.— Le he dicho que deje de provocar a. . .— ¡No la está provocando!— dijo con ira contenida — ¡por Dios, madre, es sólo una niña!, sabes que nunca ha necesitado provocarla, esa bruja sin corazón la detesta, siempre ha sido así, me hierve la sangre en las venas de ver cómo esa mujer hace a su antojo.— Sé cuanto la quieres. . .— La amo, lo sabes, madre.— la miró con intensidad.— Sí, cariño. Es sólo que se
Sus ojos se encontraron con los de él. Bruno, era un hombre impresionante, con una figura imponente, alto, piel tostada, ojos severos y mirada penetrante. Era muy atractivo, el tipo de hombre que te encuentras y termina pensando en él, ya sea por su apariencia extremadamente varonil, por su mirada dura, o su postura inflexible, pero era un hombre que dejaba huellas.—Hola Bruno, buenas tardes—dijo con voz tranquila, lo más tranquila que podía.—¿Emely?—preguntó sorprendido.—La misma— le sonrió y lo vio terminar de entrar a la sala, las observó a todas confundido. Y sus ojos quedaron fijos en su mujer, Alexa lo miró frunciendo los labios y luego desvió la vista.—¿Me dirán lo que ocurre aquí? — su voz era gruesa y muy varonil.—No pasa nada— dijo Alexa con voz tensa.—¿Y por nada la has abofeteado?— preguntó frunciendo el ceño.—Lo que sucede— se giró mirando a Alexa, con rabia contenida— es que tu mujer es una pésima anfitriona. Además de eso, una maltratadora.—Yo. . . no. . .—A in
Luciana se encontraba en su habitación, un poco asustada por como se habían dado las cosas. La tía Alexa había intentado golpearla, La tía Emely, la había defendido y ahora ella estaba asustada de qué sucedería a continuación. Solo rogaba porque todo saliera bien, no quería ser el centro del enojo de Alexa.La puerta de su habitación se abrió sin previo aviso, Luciana, se giró para toparse con una enojada Alexa.—Imagino lo feliz que estarás ¿No?— le dijo furiosa.—No sé de qué habla, tía.— intentó controlar el miedo que la recorría, no quería que ella estuviese enojada.—Por supuesto que lo haces, debes estar feliz de que la estúpida de Emely, llegara para defenderte. Pero les advierto que no se saldrán con la suya, tú harás lo que yo te diga— la niña la miró en silencio, evitando responder para que de esa manera no enfureciera más— Eres una mocosa malagradecida, todos éstos años he estado cuidando de ti, soportándote y ahora pretender traer a ésa para que te apoye. —Luciana mantenía
En cuanto Emely llegó a casa de Liliana, fue recibida con el mismo cariño de siempre.Liliana, se negó a acompañarlos, debido a que tenía un compromiso previo, así que solo unos minutos después de haber llegado, salió con Bruno y Luciana, en el auto. Bruno, iba de copiloto, mientras una feliz Luciana, iba en la parte trasera.—Esta muy bonito tu automóvil, tía Em.—Gracias, Cariño. Fue un pequeño gusto que quise darme. Me encantó desde el primer momento que lo vi.—Es un buen automóvil, funciona bastante bien.—Quizás quieras manejar muy pronto— sonrió sin apartar la mirada de la carretera. Sintió un intenso escalofrío recorriendo su espina dorsal, aprovechó la recta y desvío un momento su vista, Bruno claramente estaba admirando sus desnudas piernas, aquello la hizo ruborizarse un poco y concentrarse nuevamente en el camino.En cuanto llegaron al taller. Bruno, le indicó que se cambiaría para así poder checar el auto ella le agradeció y le dijo que estaría atenta al resultado de la r
La cena estaba resultando divertida para Luciana, y muy estresante para Alexa.—Y luego de eso paseamos por todo el centro comercial— decía Luciana animada— la tía Em, tiene un gusto exquisito, compramos tantas y tantas cosas, al principio yo no quería, me daba un poco de vergüenza, pero después que me acostumbré todo fue mejor. Me encantó el spa, nos dieron unos masajes deliciosos.—Parece que se divirtieron mucho.—Si, papá. Si vieras que la tía Em, se compró un vestido impresionante, y tiene muchos planes para trabajar y. . .—¿Podríamos hablar de otra cosa que no fuese esa mujer?— preguntó Alexa. — tenemos veinte minutos en la mesa y son veinte minutos hablando sobre ella.—Lo siento, yo. . . — comenzó Luciana.—Luciana está compartiendo con nosotros su experiencia de hoy— Bruno se encogió de hombros.—Tía— miró a Alexa— lo siento, mejor guardó silencio y. . .—No hace falta— intervino Bruno— una cena en completo silencio es muy aburrida, yo estoy muy agotado para hablar, y Alexa
Emely y Bruno, entraron al centro comercial, uno justo al lado de la otra, ella robaba miradas, con su hermoso look, caminaba con pasos firmes y decidido, dando muestra de la seguridad que sentía en sí misma. Las miradas femeninas iban directamente a Bruno, quién con su aura de misterio lograba despertar el interés en más de una mujer, solo que parecía no darse cuenta, o no darle mayor importancia.—¿Y bien?— le preguntó él— ¿Qué deseas comer?—Mmmm. . . no lo sé— dijo admirando el lugar— subamos al área de la feria, quizás allí decidamos por algo.—Bien— él asintió serio. Los diferentes olores que inundaban el lugar llegaban a ellos, logrando despertar el apetito de ambos.—No lo sé, podríamos comer casi que cualquier cosa, todo huele increíble. ¿Qué tal, una buena pizza, con mucho queso y pepperoni?—Suena bien. Iré a hacer el pedido, mientras, espérame en la mesa.—Bien— Bruno estaba resultando alguien muy agradable, era caballeroso aunque su rostro no expresaba mucho. Él, llegó a
Emely observó fijamente sus ojos, su boca muy cerca de la suya y quiso retroceder, pero se encontró con que su propio auto le impedía el escape, elevó sus manos y las colocó en el amplio pecho, Bruno colocó una mano en la puerta del auto, a la altura de sus caderas, y la otra en el techo del vehículo a la altura de su rostro.—Bruno. . .Pero no pudo decir nada más, él acortó el espacio que los separaba y tomó posesión de sus labios, ella abrió la boca por la sorpresa y se mantuvo inmóvil, lo que le permitió a él besarla a sus anchas, sus labios eran gruesos y evidentemente era muy hábil para besar, los párpados de Emely comenzaron a pesar y de a poco se fueron cerrando, gimió débilmente cuando la lengua de él se deslizó ávidamente dentro de su boca.Las manos de ella que se mantenían en el pecho, comenzaron un lento ascenso hasta encontrarse rodeando el masculino cuello. Las manos de él, también se movieron, la izquierda abandonó el auto y se colaron dentro de su chaqueta, abrazándos