Emely observó fijamente sus ojos, su boca muy cerca de la suya y quiso retroceder, pero se encontró con que su propio auto le impedía el escape, elevó sus manos y las colocó en el amplio pecho, Bruno colocó una mano en la puerta del auto, a la altura de sus caderas, y la otra en el techo del vehículo a la altura de su rostro.—Bruno. . .Pero no pudo decir nada más, él acortó el espacio que los separaba y tomó posesión de sus labios, ella abrió la boca por la sorpresa y se mantuvo inmóvil, lo que le permitió a él besarla a sus anchas, sus labios eran gruesos y evidentemente era muy hábil para besar, los párpados de Emely comenzaron a pesar y de a poco se fueron cerrando, gimió débilmente cuando la lengua de él se deslizó ávidamente dentro de su boca.Las manos de ella que se mantenían en el pecho, comenzaron un lento ascenso hasta encontrarse rodeando el masculino cuello. Las manos de él, también se movieron, la izquierda abandonó el auto y se colaron dentro de su chaqueta, abrazándos
Mateo, mantuvo sus ojos en ella, recorriéndola, analizándola, como queriendo comprobar si realmente era ella. Sintiendo el golpe del pasado contra su pecho.Emely, lo miró a los ojos, sintiendo una mezcla de extrañas sensaciones dentro de su ser, se juró que cuándo se encontrarán nuevamente, no sentiría nada, absolutamente nada, pero no era posible. Sobre todo sentía la indignación y una fuerte sensación de desprecio.Sintió una fuerte mano posarse en su hombro, no tuvo que ver para saber que era Bruno, brindándole apoyo.—Buenas noches— dijo Mateo.—Hija mía— Liliana, se puso en pie y fue hasta ella y la abrazó.—Qué bueno verte, madre. — le dedicó una linda sonrisa.—No imaginé verte después de tantos años— la voz de Mateo, mostraba asombro.—Cosas del destino— el tono dulce con el que le había hablado a Liliana, desapareció.— Mi amor— le habló a Luciana— te hemos traído un regalo.—La adolescente, la miró con ojos brillantes.—¿Qué es?— preguntó emocionada.—Debes descubrió tu misma
Emely, caminó con paso firme a la sala, sintiendo enojo pero disimulándolo.—Esos bocadillos están increíbles, madre, y el jugo delicioso, pero ya debo irme— le sonrió.—Pensé que te quedarías un poco más— le dijo con tristeza.—Quisiera, madre, pero no puedo, Lisbeth, me espera para ayudarla con detalles de su boda. No quiero que piense que la dejo sola para preparar el mejor día de su vida.— le regaló una dulce sonrisa.—Por supuesto que no, ve con ella y entrégale muchos saludos de mi parte, que me visite pronto.—Así lo haré, madre. Que descanses, Buenas noches— dijo hacía Mateo.—Buenas noches— le respondió. Ella, salió de casa y se quitó la chaqueta, si bien la noche ya había llegado, tenía un excesivo calor y lo adjudicó a su enfrentamiento con Alexa. Abrió la puerta del auto y arrojó la chaqueta y luego acomodó su cabello—¿Es tu auto?— la voz de Mateo, llegó hasta ella, Emely, tuvo que cerrar los ojos y contener su enojo.—Si.— respondió cortante.—Está precioso. Estos años te
—¿TE FUISTE DE COMPRAS CON ESA MUJER?—gritó Alexa fuera de si, con los ojos enormes.—Así es, y no es necesario que grites, estamos en la misma habitación — respondió desde la cama dónde estaba acostado y miraba a Alexa con cara inmutable.—¿Qué rayos pasa contigo, Bruno?— lo miraba enojada— ¿Por qué tienes que verte con esa mujer?, ¿Por qué?— sus ojos que brillaban de furia parecían más grandes de lo que ya eran.—Ya te he dicho que quería comprarle un regalo a Luciana y he ido para escogerlo con ella. Además, de conversar algunas cosas sobre Luciana.—Se te está metiendo por los ojos esa mujercita, ¿Cierto?— presionó los labios con fuerza— ¿Cierto, Bruno?—No digas tonterías, cariño. Ven a la cama a dormir, por favor, tengo sueño y mañana debo madrugar — se giró colocándose boca abajo, abrazándose a una almohada, Alexa se quedó un par de minutos allí observando su espalda, furiosa con Emely que estaba alterando tanto su vida.***********************************************Lisbeth,
Después de terminar las compras, volvieron a las casa listas para iniciar con su preparación. Liliana, les aseguró que les encantaría acompañarlas, pero que se había comprometido con una vecina, para acompañarla al hospital. Así que Emely y Luciana, subieron al segundo piso.—Es una casa muy bonita— dijo apreciando la distribución, la organización y limpieza del hogar. Recordando que en el pasado, había hecho planes para que aquella fuese su casa.—Mi padre la construyó él mismo, yo también creo que le quedó muy hermosa.— la niña sonrió ampliamente — y lo mejor de todo, es que es nuestra.—Tu padre es una caja de sorpresas— le sonrió— ahora resulta que también construye. Un hombre bastante versátil.—Si, ésta es la cocina.— dijo la adolescente.—Me gusta—admitió— Es hermosa y espaciosa, entonces lavemos todo esto y pongámonos, manos a la obra.—Luego de haber hecho consultas con Luciana, logró diseñar su menú.Ella la ayudó en el proceso de lavar y cortar todo, bajo las indicaciones y
Bruno, la miró fijamente, intentando controlar lo que estaba sintiendo. Alexa, al inicio de su relación había sido una mujer dulce, apasionada, tierna, llena de detalles, pero con el tiempo todo fue cambiando, se volvió una mujer áspera, cortante, tóxica, celosa a niveles desmedidos, siempre hacía escenas de celos que no hacían más que desgastar la relación, y a pesar de todo, allí estaba, luchando por sostener en la cuerda floja, una relación que estaba acabando con el respeto existente entre los dos.—No entiendo a lo que te refieres— dijo mirándola fijamente.—Claro que lo entiendes— le dijo furiosa— no quiero a esa mujer aquí.—¿Por qué no? es amiga de mi madre, de Luciana, de Jackson y mía.—¿Desde cuándo ésa, es tu amiga? prohíbele que vuelva aquí— lo miró enojada.—¿Así como quisiste prohibirme abrazar a mi hermana?, ¿Ver a mis primas?, ¿saludar a amigas y vecinas?— la miró con el ceño fruncido—¡esto tiene que ser una broma!—¿Ya no me amas, cierto?— endulzó su tono, buscando a
Emely, se quedó realmente sorprendida al escuchar lo que Luciana, le estaba contando, no entendía qué había sucedido, pero claramente era un golpe de suerte a su favor, todo estaba resultando mucho mejor, más rápido y más efectivo, su presencia parecía haber desquiciado a Alexa, trayendo como resultando su huida.—No puedo creerlo— dijo sincera.—Lo sé, yo tampoco podía creerlo tía, resulta que está mañana, así como te lo cuento, la tía Alexa, hizo su maleta y se fue, ni siquiera se despidió de mí, ni nada por el estilo, es más, estaba en la puerta y se giró para dedicarme una mala mirada. Papá me dijo que después ella volvería por el resto de sus cosas. Le pregunté qué estaba sucediendo y porqué la tía Alexa, se iba de vacaciones sola.—¿Y que fue lo que te dijo?— preguntó bebiendo de su frappé de oreo.—Que no eran vacaciones, que ella ya no viviría con nosotros, que había decidido irse y que desde ahora en adelante solo seremos él y yo.—Sé que ya lo dije pero. . . no puedo creerlo
—¡Yo me voy a nadar!— dijo Luciana feliz corriendo hacia el mar.—Procura siempre estar en nuestro campo de visión— le advirtió Emely.—Si, tía— respondió gritando.—Está muy feliz— aseguró ella— creo que le hacía falta esta energía eterna del mar.—Es más feliz desde que llegaste, sonríe más y está más relajada, le das seguridad, contigo ella se siente protegida.—Lamento haberme ido tanto tiempo, pero ahora que estoy aquí quiero recuperar un poco del tiempo perdido— sonrió mirando como Luciana se sumergía en el mar y luego aparecía y los saludaba, ella respondía al saludo, agitando su mano— quiero darle tantos momentos felices que logren borrar un poco de todo ese dolor y lágrimas que he visto en sus ojos tantas veces. Es una niña dulce, se merece lo mejor del mundo.—Así es, gracias por amarla tanto.—Este cariño hacia ella es tan genuino— se sentó en una tumbona, recargando su cuerpo y encontrando una cómoda pose— creo que soy yo la que está agradecida con ella por despertarme un