BANQUETE VISUAL

—¡Yo me voy a nadar!— dijo Luciana feliz corriendo hacia el mar.

—Procura siempre estar en nuestro campo de visión— le advirtió Emely.

—Si, tía— respondió gritando.

—Está muy feliz— aseguró ella— creo que le hacía falta esta energía eterna del mar.

—Es más feliz desde que llegaste, sonríe más y está más relajada, le das seguridad, contigo ella se siente protegida.

—Lamento haberme ido tanto tiempo, pero ahora que estoy aquí quiero recuperar un poco del tiempo perdido— sonrió mirando como Luciana se sumergía en el mar y luego aparecía y los saludaba, ella respondía al saludo, agitando su mano— quiero darle tantos momentos felices que logren borrar un poco de todo ese dolor y lágrimas que he visto en sus ojos tantas veces. Es una niña dulce, se merece lo mejor del mundo.

—Así es, gracias por amarla tanto.

—Este cariño hacia ella es tan genuino— se sentó en una tumbona, recargando su cuerpo y encontrando una cómoda pose— creo que soy yo la que está agradecida con ella por despertarme un
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