—¿QUÉ HACES TÚ EN MI CASA?— gritó furiosa, Alexa.—Hasta dónde sé, tú decidiste irte— se cruzó de brazos— por lo tanto, no es tú casa— sonrió burlona.—¡NO LO PUEDO CREER!— le gritó furiosa, entrando al lugar. Para luego recorrerla con la mirada—¡ESTÁS DESNUDA!—Tampoco exageres. Llevo una camiseta.—¿Te acostaste con mí hombre?— preguntó en tono susurrado y amenazador.—Sigues hablando del pasado, no es tú hombre. Ahora, es mío.— Emely, sintió dolor cuándo la mano de Alexa, se estrelló contra su mejilla.—¡MALDITA ALIMAÑA VENENOSA!— le gritó furiosa con los ojos llenos de lágrimas. Emely, la miró y sonrió con malicia.—¿Qué sucede, Alexa?, ¿ porqué te duele tanto?, se supone que tú decidiste irte.—Ese no es tu problema, desgraciada, aprovechaste mi ausencia para meterte por los ojos de Bruno.—Si somos sincera, él ya me había visto hacía mucho, pero tu presencia y por respeto a ti, debo acotar, no se había atrevido a llegar a más, pero mira las vueltas que da la vida— sonrió— tú, de
Después de un día bastante ajetreado y anunciarle a su madre que aquella noche y posiblemente la siguiente tampoco dormiría en casa, pero que podía contactarla al celular a cualquier hora, si lo deseaba.Llegó a casa de Bruno con tiempo suficiente para preparar la cena, optó por una pasta cuatro quesos y preparó un coctel sin alcohol, se vistió con un hermoso vestido negro, ajustado a su cuerpo y que dejaba su espalda libre, su cabello en el alto moño para mostrar el lindo detalle de su vestido.—Huele delicioso— dijo en cuánto abrió la puerta, Emely, le sonrió.—Emely, está en la cocina, cariño.—Es evidente— le sonrió, dejó su bolso de trabajo sobre el mueble, al igual que el casco de su motocicleta y caminó hasta ella la rodeó en un abrazo y se inclinó hasta ella para besarla. Emely, rodeó su cuello y se puso de puntillas, para poder besarlo a sus anchas. Besarlo, era delicioso, cada vez que lo besaba resultaba en una experiencia totalmente diferente, pero igual de deliciosa.—¿Qué
El viernes por la mañana Liliana y Luciana, llamaron a Bruno, para comunicarle que aquella misma tarde, regresarían a casa, afortunadamente Melisa se encontraba mejor y Liliana más tranquila como para regresar a casa.Bruno, colgó la llamada y se giró hacia Emely, quién sonreía con tristeza.—No te preocupes, cariño— se acercó a él y lo abrazó— todo estará bien.—¿Cómo estará todo bien si no dormirás conmigo?— la abrazó con fuerza como queriendo llenarse de la esencia de ella.—Eso te dará tiempo de extrañarme un poco.— le dijo con ternura.—Por todos los cielos, ni siquiera me he ido de casa y ya te estoy extrañando con locura, ya el día no será tan agradable, sé que al volver a casa no estarás esperando— la besó con pasión— esto realmente duele.—Si, pero tendremos a Liliana y a Lucy de regreso, una por otras cariño— besó sus labios fugazmente— éstos días han sido idílicos, pero sabíamos que no serían eternos. Pero, regresaré está noche y juntos hablaremos con ellas, no quiero dejar
En cuanto llegó a casa, Lisbeth la recibió con un ligero golpe.—¡Ingrata, hasta que te dignas en aparecer!— le dijo fingiendo enojo.—Eres una exagerada, siempre hablamos— rodó los ojos— no te hagas como la que no sabe nada de mí.—Esta semana no es que hayamos hablado mucho qué digamos, tu ardiente hombre sí que sabe mantenerte ocupada. — le dijo con picardía.—Lucy y Liliana, han llegado— dijo con un suspiro triste— no me malinterpretes, estoy feliz de que volvieran pero, tan triste también, extrañaré mucho dormir con él.—¿Dormir?— preguntó burlona— no me quieras ver la cara de idiota, Emely Simmons, lo menos que hacías era dormir.—Lo digo muy en serio, obviamente extrañaré lo pasional que son las noches a su lado pero, de verdad. . . creo que me he acostumbrado a que me abrace contra su pecho para dormir, a sus caricias en el cabello, a la manera en la que cuenta mis lunares para entretenerse, en cómo acaricia mi espalda, o la manera juguetona en la que me da nalgadas cuando se
La boda de Lisbeth y Manuel, había sido preciosa, Emely, no pudo evitar un par de lágrimas, la felicidad de su amiga repercutía profundamente en ella, verla radiante, tan llena de luz no había hecho más que hacerla sentir feliz.Durante la recepción, Bruno entrelazó sus dedos y le besó el dorso de la mano.—Estás muy sensible el día de hoy, cariño— le dijo en tono afectuoso.—De verdad estoy feliz por Lis, se merece toda la dicha que está recibiendo. Siempre hablábamos de lo romántica que yo era, y lo práctica que solía ser ella, por eso siempre juramos que yo me casaría primero— sonrió con tristeza— pero estoy feliz de que haya sido ella, las predicciones no acertaron pero realmente no importa, cuándo puedo ver lo feliz que es al lado de Manuel.—Son una pareja maravillosa— dijo él con ternura.—Seguramente tú serás una novia más bonita, Em— le dijo la niña, entonces Emely sonrió y bajó la mirada a sus manos, suspiró pesadamente antes de volver a levantarla.—Seguramente, tesoro— le
Emely, se levantó muy temprano aquella mañana, después de hacer los ajustes para su ausencia de aquellos tres días, preparó un pequeño bolso, si, Bruno le había dicho que no necesitaría prendas de vestir, pero, no estaba segura si creer o no. ¿A dónde la llevaría?, ¿La montaña, el mar, fuera de la ciudad, al campo? No lo sabía y aquello le gustaba, esa sensación de tener que confiar sólo en él.A las ocho en punto la bocina de la motocicleta sonó y su madre llamó a la habitación para informarle que Bruno esperaba por ella, se despidió asegurándoles a su madre que estaría bien y que no debía preocuparse, serían unas pequeñas vacaciones junto a Bruno. Elena, les dio la bendición asegurándoles que tuviesen cuidado. Emely, había trenzado su cabello para evitar que se enredará con la brisa, después de darle un caluroso beso matutino, se puso el casco y subió a la motocicleta, abrazándolo con fuerza.—¿No me dirás a dónde vamos?— le preguntó, metiendo sus manos bajo la camiseta de él y aca
Pasaron el resto del día en medio de abrazos y besos, sin llegar a más. Por la tarde después de comer, decidieron dormir un poco en una hamaca que estaba en el porche, tener la brisa marina y el sonido de las olas arrullándolos les otorgó un delicioso descanso.Cuando ya comenzaba a bajar el sol, Emely, sugirió ir a bañarse.—Llevemos una manta— dijo Bruno, y Emely asintió, corrió por la arena, como una niña feliz, sintiendo como sus pies se hundían. Cuando él llegó con ella hasta la orilla, extendió la manta sobre la arena.—Iré a bañarme— comenzó a deshacerse de sus escasas prendas—¿Vienes?— le preguntó sonriendo.—No por ahora, mi amor— le sonrió— prefiero deleitarme con las vistas— recorrió con lascivia el femenino cuerpo desnudo— Tengo una prometida muy ardiente. Prefiero mirar un poco— sonrió con picardía.—Bien— se encogió de hombros— entonces iré a tomar un refrescante baño— ella se sumergió en las profundidades cristalinas, permitiendo a las salinas aguas engullir su cuerpo,
Aquella sería la última noche en aquel idílico lugar, sus pieles estaban bronceadas por las horas al sol, satisfechos de poder compartir momentos como ese. Emely, agradecía al cielo, por qué en ese momento tenía todo lo que alguna vez había deseado; un buen hombre, trabajador, que la amara, que apoyara sus proyectos y la impulsara a crecer, un hombre para el cuál era importante. Él no sólo decía amarla, sino que lo demostraba con cada detalle, levantándose primero para prepararle el desayuno, escuchándola hablar de sus futuros proyectos, asegurándole que juntos podrían lograr cualquier cosa que se propusieran, estrechándola por horas contra su pecho para darle su calor.No sólo se había superado profesionalmente; tenía su restaurante y disfrutaba cocinar para sus comensales, sino que gracias a Bruno, había vencido el mayor de sus miedos; el temor de volver a enamorarse.Se movió, depositando un beso en su pecho, y él tiró de las sábanas para cubrir sus desnudos cuerpos, que estaban de