A pesar de que Nadia había visitado a Camelia muchas veces en su trabajo, solo conocía a su jefa inmediata, la señora Elvira, que era un encanto y llevaba muy bien a su amiga. Por eso, ahora mismo se estaba imaginando que el CEO debía ser un señor entrado en años que se aprovechó de la situación en que se encontraba su amiga para obligarla a estar con él. Pero era algo que ella no iba a permitir, así que puso toda su atención en lo que Camelia contaba.
—El CEO me llevó primero al hospital cuando le conté lo que me habían hecho. Sin embargo, el dichoso antídoto no llegaba hasta media hora después, y yo no podía aguantar más. Le saltaba encima y prácticamente me lo estaba comiendo —contó sin dejar de ruborizarse.
Camelia se percata del cambio en el tono de voz de su amiga. Sabe que, aunque ríe con ella, no deja de preocuparse por su bienestar, por eso, como de costumbre, contestó a todas sus preguntas con honestidad. Nunca se han ocultado nada, por eso son tan buenas confidentes.—No, no es casado y tampoco tiene novia. Una que se creía que lo era, acaba de ser eliminada esta mañana. Precisamente su puesto de trabajo fue el que ocupé. Me contó que lo puso a escoger entre ella y yo, y me escogió a mí —cuenta sonriente, y Nadia puede ver cómo le brillan los ojos con entusiasmo.—¿Y eso por qué? ¿Te conoce ella? ¿Sabe lo que pasó entre ustedes? —sigue preguntando preocupada Nadia, frunciendo el ceño. Camelia cuelga el teléfono a su jefe, sin decirle dónde tiene que ir a buscarla. No puede creer que le pidiera eso, después de haberse pasado toda la tarde haciéndolo. ¿Es que no se cansa? Parece que solo piensa en sexo, se dice molesta y confundida. Vuelve a sentir esa inquietante sensación de ser observada, mira asustada en todas direcciones sin ver a nadie y se apresura a entrar en la casa de sus amigos, con la intención de quedarse allí con ellos. Su teléfono suena insistentemente, vibrando en su bolsillo.—¿Quién es, Lía? —le pregunta Nadia con curiosidad y un toque de preocupación.—No es nadie, no te preocupes —contesta Camelia evitando mirar a los ojos de su amiga que la conoce tanto, que siempre la descubre cuando miente, y cambia r&44. EL DILEMA DE CAMELIA
Camelia la miró con una mezcla de vergüenza y confusión mientras le confesaba que sí, que le gustaba mucho. Sin embargo, en esos momentos sentía que su jefe se estaba aprovechando de ella. Solo pensaba en tener sexo, se habían pasado toda la tarde en eso. Y ahora le había pedido más y otra cosa a la que ella se negaba porque no quería sentir dolor.—¿Es que no piensa en cobrar los favores que me hace de otro modo? —dijo con cara de frustración—. Es un aprovechado porque yo no sé mucho de estas cosas.—Ja, ja, ja, ay, Lía, ja, ja, ja... —rió Nadia a carcajadas mirando la cara roja de su amiga—. ¿Todavía te duele? ¿Es eso?—No, qué va, no me duele —
Ricardo y Nadia observaban atónitos cómo Camelia y su jefe se alejaban en el lujoso automóvil. La escena los había dejado boquiabiertos, pues jamás imaginaron ver a su amiga en una situación así.—¿Acaso tiene un novio millonario, Lía? —preguntó Ricardo, impresionado por el ostentoso vehículo en el que Camelia se había subido.—No exactamente. Más bien está pagando un enorme favor... o al menos eso es lo que ella cree —respondió Nadia con una risa sardónica—. Mi amiga nunca cambiará, es tan ingenua.—¿No me habías dicho que nunca había tenido novio y que no sabía nada de relaciones? —insistió Ricardo, genuinamente int
Ariel se desliza en silencio bajo las sábanas, su mente un torbellino de preocupaciones y conjeturas. La idea de que Camelia pudiera tener un novio le provoca una punzada de celos que intenta reprimir, pero no puede evitar que un pensamiento posesivo surja en su mente: "¡Camelia es mía! No dejaré que nadie me la quite". Se sorprende por la intensidad de sus emociones, pero al mismo tiempo, se reafirma en su decisión de protegerla a toda costa.Mientras escucha la respiración acompasada de Camelia a su lado, Ariel se promete llegar al fondo del asunto. Sea quien sea el que está causando este desasosiego, se enfrentará a él. Porque si algo tiene claro Ariel es que protegerá a Camelia, incluso de aquello que ella no se atreve a confesarle.Para su asombro, ella gira, se me
Ariel se quedó en el cuarto mirando la puerta por donde acababa de desaparecer Camelia. ¿Qué pasó? ¿Qué hizo esta vez? ¿Le pasará algo? ¿Quién será el tipo ese que la estaba esperando ayer y del que ella se escondió? ¿Tendrá un novio o enamorado? Tomó la bandeja y se dirigió a la cocina sin dejar de pensar en el comportamiento de Camelia. Tiró todo al cesto, terminó de vestirse y bajó hasta su auto. El jefe de seguridad lo esperaba junto a él.—¿Ahora se va a quedar aquí? —preguntó el hombre con curiosidad.—Sí, quiero que vigiles todo muy bien. Averigua a las personas que viven aquí, y no dejen pasar a nadie más. Sobre todo, quiero que le pongas vigilancia a
Ahora mismo Ariel está realmente preocupado de que Camelia se entere. Todavía no entiende todo en su corazón, pero no quiere que ella lo crea un mentiroso. Sí, tiene que aclararlo todo muy bien delante de ella, se dice. Por lo que enfrenta a la señora Herminda y le ordena:—Traslade ahora mismo a Eleonor, si no quiere, que pida la baja. Mire todos los papeles de la señorita Camelia Oduarte aquí —se apresura a darle todo lo que le entregara la señora Elvira—, y me lo envía en cuanto esté todo listo para firmarlo.—Espere, señor —rebusca de nuevo en su carpeta la señora Herminda, hasta que saca un contrato—. Firme aquí, este es el contrato que debo hacerle a la señorita Camelia. Después solo lo tiene que firmar ella.<
La señora Hermida habló muy seria alargándole la planilla firmada por Ariel que declaraba su ineptitud para el cargo—Míralo tú misma —. Me informó que cometes demasiados errores, así que deberías agradecer que no te haya despedido y solo te haya reasignado a economía.—¡Ariel no puede hacerme esto, es imposible! —vociferó Eleonor, genuinamente sorprendida, molesta y frustrada—. ¡Solo tuvimos una estúpida discusión de enamorados por culpa de una torpe empleada del almacén!Eleonor gritaba, fingiendo estar profundamente herida. En realidad, jamás esperó que Ariel: primero, eligiera a una desconocida sobre ella cuando se lo exigió; segundo, aceptara su renuncia cuand