Cuando perdemos a un familiar, un amigo o un conocido, sentimos su ausencia profundamente. La recuperación puede llevar mucho tiempo, si es que logramos sanar. Cada persona enfrenta el duelo de manera diferente. Pero nada se compara con el dolor de perder a un hijo, sin importar las circunstancias ni la edad que tenga. Y lo peor de todo es que desaparezca sin que sepas dónde está; esa es una tortura que jamás termina, hasta que lo encuentras, ya sea vivo o muerto.Camelia, en este momento, está de pie, observando cómo duermen sus dos hijos. El terror se refleja en su rostro. En estos momentos, ningún lugar en el mundo le parece seguro. Es víctima de lo que acaba de contemplar con sus propios ojos: una desesperación que, hasta ahora que es madre, no había llegado a entender. Puede sentir el dolor, la desesperación y el sufrimiento que sus propios padres y hermana padecieron, antes de que finalment
En el hospital, tras la captura de un hombre que había estado escuchando lo que discutían los Rhys, se descubrió que era un periodista que investigaba los casos de desapariciones. Mostró toda la información que poseía, lo que demostró que su historia era veraz. Decidieron dejarlo ir, ya que prometió colaborar con cualquier información nueva que pudiera recopilar.Luego de saber que Miller estaba fuera de peligro, todos se retiraron a sus respectivas casas. Al llegar Marlon, tomó un sobre que le entregó la sirvienta, un paquete significativamente abultado.—¿Quién lo trajo? —preguntó, intrigado.—Lo dejaron en el buzón, señor —contestó la sirvienta, un tanto nerviosa.Marlon examinó el sobre durante unos momentos y, después de reflexionar, llamó a su jefe de seguridad y se lo entreg&oa
Marlon se quedó en silencio, convencido de que era el mismo jovencito que había aparecido anteriormente. Sin embargo, se preguntaba por qué no había vuelto a contactarlo de forma personal. No le respondió a su hijo; simplemente lo envió a dormir, asegurándole que no estaba molesto, pero pidiéndole que, la próxima vez, lo llamara de inmediato. Mientras seguía comiendo, pensativo, entró su jefe de seguridad y le entregó una caja.—Es lo que había dentro del sobre; son fotos de más niños —explicó el hombre—. El remitente ha preferido no revelar su nombre, porque corre peligro. Léalo usted mismo; asegura que todos esos niños han sido vendidos a matrimonios y que tiene forma de comprobarlo, siempre y cuando nadie sepa que fue él. Es lo mismo de la primera vez.—¿Revisaste las cámaras
En el hospital, Miller comienza a despertar y, al abrir los ojos, ve a la doctora Elizabeth dormida, recostada en su cama. Se ve tan apacible y hermosa que se queda un rato sin moverse, contemplándola, hasta que entra una enfermera para revisarlo.—¿Despertó, capitán Miller? ¿Cómo se siente? ¿Le duele algo? —pregunta la enfermera sin dejar de atender al paciente.—Un poco la cabeza, nada que no pueda aguantar —respondió Miller—. ¿Qué hago aquí?—La doctora lo trajo porque tenía una pequeña hemorragia por el golpe que recibió —explicó la enfermera, y al ver cómo Elizabeth despertaba, se dirigió a ella—. Oh, doctora, debería ir a descansar. No se ha movido de su lado ni un instante.—Hola, Miller. ¿Cómo te sientes? —lo saluda la doctora, que se levanta de inmediato y c
El capitán Miller todavía sonríe al recordar la expresión de la doctora Elizabeth cuando afirmó que estaban casados. Sin embargo, la sonrisa se le congela al ver entrar a su madre, acompañada de la teniente Malena.—Hijo, ¡qué bueno que despertaste! —exclamó, feliz, su madre al verlo y corrió a su lado para abrazarlo.Miller pudo percatarse de inmediato de que ella estaba muy asustada, así que, aún abrazando a su mamá, dirigió la mirada hacia la teniente Malena. Esta contaba con que él estaría todavía inconsciente, y eso la ayudaría a gestionar su traslado junto a su exsuegra, a la cual había convencido de que Miller estaba muy grave.—¿Qué haces aquí, mamá? ¿Y por qué estás tan asustada? —preguntó Miller al separarse de ella.—Tu promet
El ruido de un avión que llegaba al amanecer hizo que la familia Hidalgo levantara la vista para ver quién llegaba a esa hora de la mañana. Los gritos de sus dos nietos, que venían corriendo después de descender del aeroplano privado de los Rhys, los hicieron reír felices. Sin embargo, al senador Camilo Hidalgo no se le escapó la mirada de miedo de su hija Camelia cuando corrió a refugiarse en sus brazos. ¿Qué nueva amenaza se cernía sobre su pequeña? Se preguntó mientras la estrechaba contra su pecho, queriendo protegerla del mundo.—¿Y ese milagro? ¿Qué hacen aquí? —preguntó Clavel, abrazada a su sobrina.—Vinimos a vivir aquí —fue la respuesta del pequeño Camilo, que al ver cómo se acercaba su tío Gerardo a caballo, corrió a su encuentro. Todos dirigieron miradas inquisitivas hacia Ariel
Marcia miraba a su esposo, sin poder creer que le había escondido todo lo relacionado con los posibles hijos perdidos. ¡Ella tenía derecho a saberlo! ¡Son sus hijos también! Nadie mejor que ella para comprenderlo, pues había sido abandonada a causa de su asma en la puerta del orfanato donde la encontró Marlon. —Querida, no te pongas así —intentaba tranquilizarla Marlon, al ver lo molesta que se había puesto—. Todavía no sabemos si es verdad. Te lo digo porque el pequeño Marlon se ha acercado a ti en dos ocasiones y tú no te has dado cuenta. Incluso el niño te lo mencionó, y no prestaste atención. —¡Por tu culpa! Debiste decírmelo enseguida. Lo habría retenido conmigo y lo habría traído. ¡Pobre hijo mío! Dios sabe lo que está sufriendo —exclamó, con los ojos llenos de l
En la hacienda Hidalgo, Camelia galopa a toda velocidad junto a su hermano Gerardo, quien le ha enseñado muy bien a montar a caballo, hasta que ambos se detienen y descienden felices. Se abrazan, sintiendo cómo poco a poco crece la relación fraternal entre ellos. —Cami, no sabes lo feliz que estoy de que hicieras esto —habla Gerardo, emocionado—. Con Clavel ya tenía una relación desde el colegio, pero contigo no. Ahora me doy cuenta de que tenemos más en común tú y yo. —¿De verdad lo crees? ¿Cómo qué? —pregunta ella, dejándose caer en la hierba. Gerardo se deja caer a su lado, realmente asombrado al compartir con ella lo mucho que se parecen, y no solo eso. Han experimentado casi lo mismo desde su nacimiento. Ambos fueron criados en vientres ajenos y robados desde antes de nacer. Y ahora se sienten compenetrados. &md