365. TOMANDO MEDIDAS

Camelia se echa a llorar desconsoladamente al darse cuenta de que sí, que tiene un serio problema. Ella, que obligó a todos a venir precisamente al cumpleaños que su suegra organiza cada año a sus pequeños, lo había olvidado por completo. Y se percata de que debe hacer algo urgente; no puede seguir de esa manera, piensa sin dejar de llorar.

—No, no, Cami, no llores, por favor —trata de calmarla Ariel, dándose cuenta de que el problema es más serio de lo que había calculado. Deben tomar medidas urgentes o perderá a Camelia y, con ella, a toda su familia y estabilidad emocional.

Sigue tratando de calmarla mientras ella no deja de llorar desconsoladamente. Cuando lo logra, le asegura que todo está bien, que tiene un plan. Mientras le habla, la hace entrar de nuevo en la ducha, dejando que el agua corra por su cabeza, hasta que ve que se calma.

—Cami, esto nos demuestra que no hemos superado nada. Son demasiadas cosas con las que estamos luchando —la ayuda a quitar todo el jabón del cuer
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