153. POR FAVOR,  DESPIERTA

Manuel toma asiento frente a ella, que sigue comiendo tranquilamente sin mirarlo, concentrada en sus pensamientos. Él aclara su garganta para llamar su atención. Ella levanta la mirada para observarlo en silencio.

—Camelia, quería en primer lugar pedirte disculpas por no advertirte sobre los chocolates. Gracias a Dios que te marchaste mientras me llevé a Leandro a hacer un recorrido —comienza Manuel, para asombro de ella—. En realidad, él y yo no somos amigos. Es un abusador, lo reconozco, le tenía miedo. Por eso lo seguía en todo, pero nunca estuve de acuerdo con nada de lo que te hacía.

—No hay problema, Manuel, ya todo pasó y está preso —contesta Camelia con serenidad—. ¿Qué haces aquí, estás enfermo?

—Sí, mis riñones no están muy bien —contesta y cambia de inmediato el tema—. ¿Cóm
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