Manuel toma asiento frente a ella, que sigue comiendo tranquilamente sin mirarlo, concentrada en sus pensamientos. Él aclara su garganta para llamar su atención. Ella levanta la mirada para observarlo en silencio.
—Camelia, quería en primer lugar pedirte disculpas por no advertirte sobre los chocolates. Gracias a Dios que te marchaste mientras me llevé a Leandro a hacer un recorrido —comienza Manuel, para asombro de ella—. En realidad, él y yo no somos amigos. Es un abusador, lo reconozco, le tenía miedo. Por eso lo seguía en todo, pero nunca estuve de acuerdo con nada de lo que te hacía.—No hay problema, Manuel, ya todo pasó y está preso —contesta Camelia con serenidad—. ¿Qué haces aquí, estás enfermo?—Sí, mis riñones no están muy bien —contesta y cambia de inmediato el tema—. ¿CómOliver lo mira sin entender el motivo de tal petición. Marlon le explica que no le cabe en la cabeza que esas personas terribles sean realmente sus padres biológicos. El abogado asiente, aunque le advierte que no todas las familias son como la de ellos, hay muchas muy disfuncionales.—Está bien, lo sé, pero necesito salir de esta duda —acepta Marlon, con la esperanza de que Camelia no tenga nada que ver con esa familia que casi mata a su hermano—. Me alegraría mucho que fuera adoptada, o que se la hubieran llevado. Es una chica excepcional, no se merece a ninguno de ellos, excepto a su abuela.Unos golpes en la puerta los interrumpen. La cabeza de su esposa y secretaria, Marcia, asoma por ella, informándole que Enrique Mason quiere verlo.—¿Enrique Mason? —preguntan los dos al unísono.—Sí, dice que tiene información valiosa sobre su hermano Ariel —info
Marlon lee el sobre que trajo Enrique, repleto de información sobre las atrocidades que Mailen le ha hecho a Ariel durante todos estos años, hechos de los que él no tenía conocimiento alguno, lo cual lo desconcierta profundamente. Siempre ha estado cuidando de su hermano desde lejos, sin agobiarlo. Pero Ariel desaparecía por temporadas y ellos asumían que se iba de viaje con las mujeres que conquistaba.Mientras más examina las páginas que Enrique Mason recopiló para su propia protección durante todo este tiempo, más le cuesta creer su contenido. ¿Cómo es posible que sus guardias no le informaran de nada de esto? Tiene que ser una invención de este hombre para librarse del castigo que le impondrá a su familia, se dice a sí mismo.—¿Cuándo ocurrió esto? ¿Cuándo esta mujer demente secuestró a mi hermano? &
En el hospital, el doctor Félix llega precipitadamente con los camilleros. Sin perder tiempo, traslada la cama donde reposan Ariel y Camelia, quien se ha quedado dormida abrazada a él. Los guardias de seguridad los escoltan mientras Félix da órdenes tajantes: nadie, excepto él mismo, atenderá a Ariel; no habrá enfermeras, y tanto él como su prometida se encargarán personalmente de sus cuidados. Como medida de máxima precaución, cierra la puerta con llave. Posteriormente, siguiendo las instrucciones de Marlon, advierte a la familia de Ariel que no acudan a visitarlo ni salgan solos.Camelia despierta en medio de la noche. Desconcertada al encontrarse en una habitación diferente, intenta abrir la puerta para consultar a los guardias sobre este cambio repentino, pero la encuentra cerrada. Sin darle mayor importancia, gira sobre sí misma y se acerca a Ariel, inclinándose para besarlo s
Las lágrimas descienden como ríos por las mejillas de Camelia al escuchar a su adorada abuela. Siente como si esas palabras la hubieran despertado, sacándola del mundo oscuro en el que se había refugiado.—Abuela, no me regañes más, te lo prometo. Lo haré, permaneceré a su lado mientras él me quiera —asegura con renovada valentía al sentir el apoyo de su abuela—. No permitiré que Marilyn ni esas locas ganen, no me separaré de él, a menos que él deje de quererme.—¡Bravo, hija, bravo! Lucha por tu felicidad —exclama la anciana—. Camelia, sé egoísta aunque sea una vez en tu vida, te lo mereces. Aunque renuncies a tu nombre, a todo por él, créeme que lo vale, hija mía, lo vale. Tienes mi apoyo, no volveré a dejarte a merced de ellos nunca más.La anciana hace una pausa, como si las pal
Aunque aún le cuesta creer que todo lo que cuenta Enrique Mason sea cierto, muy en su interior siente que existe algo de verdad en esas pruebas. Por eso está decidido a llegar al fondo del asunto para proteger a su hermano menor, incluso de sí mismo si fuera necesario. Puede ver la misma decisión en los ojos de su hermano Ismael que sólo asiente como si no hiciera falta mediar palabra entre ellos.—Desde que salimos de la escuela, solo estuve con ella hasta que descubrió quién era Ariel; en ese momento me abandonó —confiesa Enrique—. El mismo día de la graduación, Mailen comenzó a perseguir a tu hermano. Cuando Ariel se negó a aceptarla de vuelta, tengo entendido que viajó al extranjero y se relacionó con un veterano director de cine, quien le facilitó el ingreso en la escuela de actuación. Se casó con él y, al enviudar, heredó t
Enrique suspira sintiéndose atrapado y sin escapatoria. Asegura que se había enterado después de que Mailen secuestrara a Ariel. Había transcurrido casi un mes cuando los guardias lo capturaron para interrogarlo. No sabía nada de ese suceso, pero lo obligaron a contactarla y así supo que estaba en Malibú. Se lo comunicó a los hombres de Ariel, quienes finalmente lo rescataron.—Le juro que no sabía nada de ese secuestro, tiene que creerme —asegura Enrique, aterrado—. Incluso les pregunté a los guardias por qué no les avisaban a ustedes, y me respondieron que Ariel se lo había prohibido. ¿Qué más podía hacer yo?—¡No puedo entender por qué Ariel ha estado sufriendo esto solo! ¡No lo comprendo! ¿Acaso no confía en nosotros? —grita Ismael, golpeando la mesa.—Yo creo —interviene Ol
Enrique continúa relatando cómo, el día del incidente en el pueblo. Después que ellos se habían ido con todos sus hombres para llevar a Ariel al hospital. Ellas se habían subido a su auto y Mailen maldecía a Camelia por no haber dejado a Ariel con ellas, jurando venganza. Mirando fijamente a los Rhys, que lo escuchaban en silencio, les asegura que esa mujer está obsesionada con su hermano y quiere hacer que Ariel le suplique volver con ella.—Y no sé si lo del hijo es verdad, pero les aseguro algo: Mailen les pagaba a muchas mujeres, incluida Eleonor, para que se acercaran a su hermano con la intención de obtener su esperma —los ojos de los Rhys se abren con incredulidad—. Pero tengo entendido que nunca lo lograron. Sin embargo, ella asegura tener un hijo suyo.—¿Puedes llamarla ahora y decirle que las vas a ayudar? —pregunta Ismael, ideando un plan para atrapar
Ariel sonríe al escuchar a Camelia, notando los evidentes celos en el tono de su voz. Sabe que debe contarle toda la verdad para disipar la duda que ve reflejada en los ojos de su novia.—Mailen me mandó una prueba de paternidad positiva, no era una carta —confesó Ariel—. Cuando llegué a la recepción, me aseguró que el niño estaba dormido en la habitación, que la acompañara, que me lo iba a dar, porque ella no lo podía tener más.—¿En serio? ¿Y lo viste? ¿Es verdad que tienes un hijo con ella? —pregunta Camelia realmente interesada.—No lo sé, cariño, de veras todo es muy extraño. Por eso fui para terminar de aclarar ese asunto y, por si era verdad, salvar a ese pobre ángel de sus garras. Pero en cuanto pasé la puerta, un gordo se abalanzó encima de mí, y otro me clavó una aguja en