El señor Ariel Rhys la examinaba sin disimulo, como si intentara leer su verdadera naturaleza. Aunque compartía el mismo color de iris que su hijo, su expresión era diferente, más profunda y enigmática. Camelia, contrario a su naturaleza tímida, no apartó el rostro. Había algo en la intensidad de aquel escrutinio que la hacía sentir una extraña mezcla de desconfianza y seguridad, como si aquella mirada no fuera una amenaza para ella.—Con esto te aviso que después de mí, te hablarán sus dos hermanos mayores Marlon e Ismael. Tennos un poco de paciencia, por favor. Nos gusta sacar nuestras propias conclusiones sin ayuda —anunció y sin más preguntó con una afable sonrisa—. ¿Así que lograste que ese muchacho se comprometiera contigo?—Bueno, señor, no sé qué decirle, yo... —titubeó Camelia.La mirada sincera y limpia del señor Rhys la hacía sentirse cohibida. No quería mentirle, pero tampoco podía revelar los verdaderos motivos que la habían llevado a esta relación con su jefe, una relac
Gira al sentirse observada, y una versión más joven de su suegro entra por la puerta. Se acerca directo hacia ella, le da un fuerte y efusivo abrazo sin dejar de reír mientras la observa. No sabe cómo reaccionar, se siente extraña; nunca le gustó que los extraños la abrazaran. Pero ellos lo hacen con tanto respeto, como si la conocieran de toda la vida. No puede negarlo, esa calidez familiar la hace sentir bien.—Gracias Camelia, muchas gracias —dice con una amplia sonrisa el joven frente a ella—. No sabes la alegría tan grande que tengo de que al fin el casanova loco de mi hermano menor cayera ante las redes de una mujer.—¿Casanova? ¿Qué quiere decir con eso, señor? —Un gran temor se apodera de Camelia. Sabía que Ariel era mujeriego, pero ¿casanova? Esa palabra pesaba demasiado.—Nada de señor. Marlon es mi nombre, pero todos me dicen Mano, lo harás tú también —pide con una sonrisa que se desvanece para preguntar—. ¿Y por qué me preguntas eso? ¿Es que acaso no eres de este país? ¿N
Al fin entran en un increíble y arreglado comedor. No puede dejar de apreciar la opulencia del lugar, aunque le llama la atención la hermosura y sencillez en medio de tanta riqueza. Ariel termina de hacer las presentaciones con las esposas de sus hermanos. Camelia se asombra de ver que van vestidas muy sencillas, y la mesa no está llena de cubiertos como esperaba encontrar; en ella solo están los básicos, como en cualquier otra mesa familiar, algo que agradeció internamente.—Siéntate querida, Ariel, tráela y siéntala aquí a mi lado —le pide la mamá—. Disculpa lo de antes Cami, ¿te molesta que te trate así?—No, no señora —contesta asombrada del cambio de ambiente.—Sus amigos le dicen Lía, mamá. Yo soy el único que le digo Cami —habla Ariel mientras abre la silla para que ella se siente, para lueg
¿Qué es eso que no quiere que se entere de la vida de Ariel? Si no le hubiera pedido ese favor, ella no se interesaría en saber, pero ahora quiere hacerlo. ¡Malditos favores! Piensa.—Está bien, te entiendo, por favor cuida de mi hermano y hazlo feliz —se resigna Marlon ante su negativa.Le vuelve a dar un abrazo y se retira, para dar paso al otro hermano, que se parece más a la madre. Llega, la observa sin decir nada, le pide que se siente y él lo hace frente a ella.—Te investigué —habla fríamente.—Muy bien, ¿qué hay con ello? No tengo nada que esconder —contesta adoptando una actitud igualmente fría.Camelia siente cómo la tensión se acumula en su cuerpo. El cansancio emocional de las anteriores conversaciones, sumado a esta nueva actitud hostil, hace que su usual paciencia comience a res
Al fin entran en un increíble y arreglado comedor. No puede dejar de apreciar la opulencia del lugar, aunque le llama la atención la hermosura y sencillez en medio de tanta riqueza. Ariel termina de hacer las presentaciones con las esposas de sus hermanos. Camelia se asombra de ver que van vestidas muy sencillas, y la mesa no está llena de cubiertos como esperaba encontrar; en ella solo están los básicos, como en cualquier otra mesa familiar, algo que agradeció internamente. —Siéntate querida, Ariel, tráela y siéntala aquí a mi lado —le pide la mamá—. Disculpa lo de antes Cami, ¿te molesta que te trate así?—No, no señora —contesta asombrada del cambio de ambiente.—Sus amigos le dicen Lía, mamá. Yo soy el único que le digo Cami —habla Ariel mientras abre la silla para que ella se siente, para luego hacerlo a su lado.—¿Quieres que te digamos Lía? —pregunta el padre.—Como quiera, señor —contesta sumisamente Camelia.—Nada de señor, soy tu suegro, y no es como nosotros decidamos, es
Ariel no ha perdido ninguna de las interacciones de sus padres. Sabe que es su papá quien tiene las ansias de verlo casado debido a su cáncer, pues cree que morirá pronto. Pero ninguno de ellos conoce la situación en que se encuentra Camelia. Ya es suficiente con que aceptó venir con él, y sabe que no está convencida de que el noviazgo sea real.—Mamá, deja de presionar a Cami —interviene y, para no hacer sentir mal a sus padres, agrega—: Ya te avisaré cuando vayamos a hacer eso.—Pero hijo, a tu papá le gustaría hacer una, ¿verdad querido? —se gira hacia el señor Rhys en busca de apoyo.Pero es un señor muy sabio que sabe leer a las personas. No se le escapó la mirada de auxilio que le dedicó Camelia a su hijo, por ello con una sonrisa condescendiente contesta:—Solo si ellos lo quieren —y luego se dirige a Camelia—. Mi nuera, nadie te está obligando, pero me sería grato si aceptaras.—Papá, ¿en serio no la estás presionando? —pregunta Ariel con una sonrisa.—Ja, ja, ja, un poco sí
Camelia se despierta sola en la cama. Se levanta y busca a Ariel, pero no lo encuentra. Al llegar a la cocina, descubre una nota en el refrigerador:"Amor, tuve que ir a ayudar a Mano con algo urgente. No te desperté porque hoy no iremos al trabajo. Después del mediodía visitaremos un lugar especial. Vendré por ti, así que haz lo que necesites antes.Te amo. Ariel"Sonríe, nunca en su vida imaginó que se pudiera ser tan feliz. Se dirige al baño, decidida a contarle todo a Nadia. Una y otra vez admira su verdadero anillo de compromiso. No solo tiene su primer novio, sino también un prometido. Ariel no quiso renunciar a ese título, ni ella tampoco. Le encanta ser su prometida, y aunque todavía alberga una pequeña duda en su corazón, decide disfrutar cada momento mientras dure.Se viste con esmero; ahora que es la prometida de Ariel Rhys, piensa que, si bien no debe
Camelia relata irritada lo sucedido mientras sus amigos la escuchan con preocupación. Aprueban su decisión de rechazar los regalos de ese hombre, pero ahora están más inquietos por ella. Con su reciente cambio de imagen, toda su belleza natural ha salido a relucir, convirtiéndola en el centro de atención de depredadores como Enrique Mason.—¿Estás andando sola? —pregunta alarmada Nadia, mirando alrededor en busca de los guardias que el señor Ariel le dijo que le pondría para cuidar a su amiga—. ¿Y dónde dejaste a los guardaespaldas de Ariel?—Están allí, mira. Creen que no los veo, pero me han seguido —señala Camelia hacia dos guardias de seguridad asignados por Ariel.—¿Y por qué en lugar de fingir que andas sola no vas con ellos, Lía? —pregunta Nadia con evidente preocupación—. Todav&iacu