¡Qué comience la batalla!
—¡Sabía que lo encontraríamos! —exclama Sarah. Por favor, dile a la niña de la fotocopiadora que, sin dañarlo, me regale dos copias y dile a Peter que se apure que vamos a llegar tarde al curso prenatal.

—Pero Sarita, ¿acaso tu esposo no llegó ya? —pregunta el Pequeño Juan.

—No nos quieren acompañar —menciona mientras acaricia su vientre y sus ojos se empañan. El hombre rasca su cabeza.

—Enana, por supuesto, que queremos ir… Y hasta la sala de maternidad, si así lo deseas.

—Ven, bebés, los tíos los aman y eso que no les hemos dicho que hoy iremos de compras.

—Voy por Peter —dice el Uruguayo, saliendo con cara de velorio, mientras ella ríe.

—¡Qué comience la batalla!, Estoy segura de que ganaré por goleada —habla en voz alta para sí.

En la sala de copias.

—Señorita, me regala cuatro copias, dos me las entrega a mí y dos a la jefa — le dice a la chica de la fotocopiadora. Él también quiere leer ese libro y asume que Peter deseará lo mismo.

……

El teléfono móvil de Sa
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