Después de unos minutos, Salomé se apartó de Conrado con un suspiro. —¡Sabes que eres un tonto! No tienes nada que temer, porque mi corazón es solo tuyo, solo estaba bromeando —le aseguró con una sonrisa tranquilizadora. Conrado la miró con intensidad antes de asentir, todavía un poco preocupado p
—Gracias hermano, por haberme salvado la vida, nunca tendré cómo agradecerte ¡Cuida a Salomé! Es la mejor de todas, te quedas con mi corazón… Debo irme, luego vengo. Dicho eso salió de allí, no se despidió ni de las niñas, ni de Cristal. La pareja se quedó viéndolo marchar, mientras veían a Crista
Salomé se levantó temprano, porque no había podido conciliar el sueño, primero porque durante la noche escuchó muchos ruidos, al punto que se tuvo que levantar para cerrar las ventanas para que el lugar quedara insonorizado. Aún no eran ni las siete de la mañana, caminó silenciosamente, incluso pas
—¿Para dónde vas? ¿Por qué tienes tanta prisa? ¿No vas a desayunar? —interrogó frunciendo el ceño con confusión. —Lo hago luego, es que tengo algo urgente que hacer, espera en unas horas y lo sabrás… —se vistió, la besó de nuevo y salió como si lo estuvieran persiguiendo. Por fin se levantó, camin
La mirada de Salomé se suavizó al escuchar las palabras de Conrado, se quedó boquiabierta. No podía creer que Conrado hubiera trabajado tan duro para crear este hermoso lugar. Se acercó a él, lo abrazó y lo besó apasionadamente.—Me encanta. Es el mejor regalo que alguien me ha dado —dijo con lágrim
Pasaron varias horas de tensa espera, mientras realizaban el proceso necesario de exhumación y luego la autopsia.Cuando finalizó Conrado llamó a Salomé, le marcó, pero nadie le respondió, eso le provocó que un leve escalofrío lo recorriera de pies a cabeza, no le gustaba esa sensación.Mientras tan
Conrado se quedó de pie, en silencio, mientras miraba la escena frente a él, sus ojos se llenaron de lágrimas, su corazón roto no podía soportar lo que acababa de ver, no pensaba, solo sentía un profundo dolor que lo laceraba por dentro. Conrado sintió una mezcla de ira, dolor y traición que amenaz
Cristal luchó por liberarse de su agarre, pero Joaquín la sujetó con fuerza, como si quisiera hacerle pagar por lo que había sucedido. Ella podía sentir la presión de su cuerpo contra el suyo, y el miedo comenzó a apoderarse de ella.—¡No! ¡Nunca! Yo no tenía nada que ver en esto —respondió Cristal,