Justo cuando sus labios se estaban posando en el vaso, entró corriendo Cristal, quien había recibido la llamada de Conrado, patinó en el piso y chocó con Salomé haciéndole que el vaso de jugo le cayera encima de la ropa, ante la sorpresa de esta. —Lo siento cuñis, ¡Soy tan torpe! —le dijo haciéndol
Conrado se acercó, le quitó la blusa manchada y la abrazó por detrás, la sujetó por la cintura, y la recostó en su pecho. —No debiste haberte levantado, ya escuchaste al médico, debes descansar, ahora te voy a prepararte la comida, daré instrucciones, que toda comida a preparar para ti y las niñas,
—Este es mi grano de arena a tu sueño de la fundación, te pondré en contacto con diferentes empresarios del país para que apoyen el proyecto, haremos una subasta, para recabar fondos y destinarlos a todas las etapas, te conseguí asesoramiento legal para el registro de la fundación, y un equipo de ad
—Quiero que sepas que siempre estaré aquí para hacerte feliz, para hacerte sentir amada y para apoyarte en todo lo que necesites. Eres la razón de mi existir y haré todo lo que esté en mi mano para que siempre sonrías —pronunció mirándola con intensidad.Salomé se sintió abrumada por la pasión que e
Conrado frunció el ceño, molesto por las palabras amenazantes de la mujer. Miró a Salomé, quien quedó perpleja y preocupada ante las palabras de la madre de Joaquín. No podía creer que después de todo lo sucedido, esa mujer todavía no había aprendido la lección y que se atreviera a reclamar a la niñ
Esperó una vez más y como aún se mantenía callada insistió. —Amor, por favor dime algo, Salomé —llamó. —Mmmm —escuchó decir, y un leve ronquido salió de sus labios. Allí se dio cuenta de que no había escuchado. —¡Diablos! Por fin me armo de valor y resulta que ni me escuchaste —se pasó la mano p
Cuando Conrado vio a través de la puerta sintió un sudor frío recorrerlo de pies a cabeza, vio a Joaquín justo cuando le daba con el pie a un banco debajo de sus pies y colgaba de la columna, corrió dejando a Fabiana en el sofá. La niña lloraba desesperadamente, recogió el banco y lo colocó debajo
—Entonces es un hecho —le dijo Conrado dándole la mano— ¿Me puedo ir? ¿Puedo confiar en que no volverás a intentarlo?Joaquín vio a Fabiana que se mantenía dormida, plácidamente y confiada, recostada en su pecho, y supo que por muchas ganas que tuviera de acabar con todo, no podía hacerle eso, ya su