CUARENTA Y SEIS

...

Elena lo odiaba. Era oficial. Sentía tal indignación hacia William que había olvidado si alguna vez lo había llegado a amar de verdad. Y es que a este tipo nada le importaba. Vivía su vida como si no tuviera novia a quien debía mantener al tanto de lo que hacía.

Ahora mismo, por ejemplo. No devolvía las llamadas y Elena no tenía ni maldita idea de dónde andaba porque al llegar a su apartamento lo había encontrado vacío. Sabía que él jugaba al golf con su padre y su hermano, pero siempre estaban listos antes de las once y media, y William a las doce en punto estaba en su apartamento otra vez, preparándose un café o revisando trabajo en la habitación que tenía como despacho.

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