...
May, borracha como estaba, tuvo problemas para encajar la llave en la cerradura. Parecía que esta se le escapaba cuando intentaba meter la llave. Después de tres intentos fallidos, William preguntó si podía hacerlo él. May, orgullosa como era, se negó, pero en su cuarto intento fallido, desistió de su empresa y le hizo entrega de la llave.
— No es tan sencillo como parece — advirtió, pero William encajó la llave al primer intento.
El apartamento estaba a oscuras y había ropa secándose en un precario tendedero que ella instalaba en el living-comedor. Como estaba borracha, no le avergonzó el detalle de que había bragas a la vista y paciencia de todo el mundo.
...Elena lo odiaba. Era oficial. Sentía tal indignación hacia William que había olvidado si alguna vez lo había llegado a amar de verdad. Y es que a este tipo nada le importaba. Vivía su vida como si no tuviera novia a quien debía mantener al tanto de lo que hacía.Ahora mismo, por ejemplo. No devolvía las llamadas y Elena no tenía ni maldita idea de dónde andaba porque al llegar a su apartamento lo había encontrado vacío. Sabía que él jugaba al golf con su padre y su hermano, pero siempre estaban listos antes de las once y media, y William a las doce en punto estaba en su apartamento otra vez, preparándose un café o revisando trabajo en la habitación que tenía como despacho.
...William llegó a su oficina. Cerró la puerta con llave, fue a su escritorio y sacó el frasco de pastillas, no le dolía la cabeza, pero había hábitos que era difícil dejar. Comenzó a mover el frasco entre sus manos, haciendo sonar las grajeas en su interior.Estaba un poco preocupado. Le había dado a May su número particular porque se moría por estar con ella de nuevo, pero todavía ni siquiera tenía resuelta su situación sentimental con Elena. De hecho, esta no atendía sus llamadas desde el sábado, lo que complicaba mucho más el escenario. ¿Y qué tal si sabía todo? Era difícil, pero a veces las mujeres sabían las cosas solo porque sí, en una suerte de sexto se
...May fue al supermercado más cercano y compró una botella de champaña y algo para comer. También, solo por si acaso, compró cervezas artesanales y un vino. Cuando pasó por el escaparate de los condones, se detuvo, pensó en la opción de comprarlos, pero al final lo desechó. De todos modos, ella usaba la píldora.En casa, alistó todo para recibirlo. Un poco de maní, jamón serrano, aceitunas y galletas para untar en una salsa de ciboulette y queso crema. Vino a temperatura ambiente y una botella de champaña helando sobre una cubeta de hielo. Para terminar, luz medio baja para crear un buen ambiente.Entonces, se sentó a esperar. William llegó puntual, como er
...May llegó a casa con la sensación de que alguien venía tras ella. Elena, la novia de William, la había estado observando en la cafetería como el cazador lo hacía con su presa y había resultado aterrador. Lo extraño era que May no entendía cómo había llegado a enterarse, si era que lo sabía. Porque también podía ser solo idea suya y en realidad la mujer la miraba como podía mirarla cualquier otra persona.No, no iba a subestimar su propia inteligencia. Aquella mirada había sido reveladora. La novia de William sabía o, a lo menos, lo sospechaba. ¿Cómo? Esa era una buena pregunta.Pensó en escribirle a William para comentár
...William apareció en la firma de su papá por primera vez desde que había faltado al club de golf sin dar ninguna explicación. Lamentablemente, Benjamin Horvatt no estaba ni pensaba llegar hasta bien entrada la tarde. En lugar de hablar con él, tuvo que conformarse con explicarle por segunda vez a Franz que no había sido su intención quedarse dormido. Esas cosas pasaban.— Lo sé, solo que no te pasan a ti — replicó Franz, sonriendo — Eso es lo que tiene a papá preocupado.— ¿Preocupado o molesto? — preguntó William.Ambos estaban en la oficina de Franz, bebiendo café de máquina, en compa&nt
...May abrió los ojos. La luz entraba por la ventana, iluminando el enorme cuarto. Se incorporó de medio cuerpo y contempló a su alrededor. Seguía en el hotel, pero William Horvatt ya no estaba. En su lado de la cama, había una bandeja con desayuno y una nota."Primera y última vez que la dejo dormir hasta tan tarde, señorita Lehner" May contempló el reloj. Eran pasado las doce del día. Mierda, no había dio a clases ni tampoco había ido a buscar a Lesta al terminal.Al coger su teléfono, se encontró con cinco llamadas perdidas de su amigo y un mensaje. Lo leyó mientras salía de la cama y trataba de vesti
...La fábrica tenía un estricto protocolo de admisión, así que William y May tuvieron que conformarse con contemplarla desde afuera. No se diferenciaba en lo absoluto de cualquier fabrica en Menfis, salvo tal vez, porque las emisiones de gas eran un poco notorias. Había tres enormes tubos que expulsaban un humo negruzco. Este humo luego se disipaba en el aire, pero lograba llegar primero a la nariz de los que estaban cerca.Juntos, rodearon las rejas de la fábrica y dieron con el río que servía a la fábrica para botar parte de sus desechos, la mayoría altamente tóxicos. El río no era muy significativo, existía la probabilidad de filtraciones subterráneas o de que el río desembocara en una afluente de agua mayor. Wil
...William acababa de acostarse, pero creía que fuera a dormirse muy pronto. Su cabeza funcionaba a mil por hora mientras contemplaba el techo y su teléfono en una secuencia casi obsesiva. Quería enviar un mensaje a May Lehner para decirle que le creía, que de verdad confinaba en ella, pero había una parte en su interior que todavía dudaba.Al final, el sueño lo alcanzó una hora más tarde y lo llevó a un escenario de lo más tétrico donde Lesta, el tipo enorme en poca ropa, era el protagonista seduciendo a May Lehner. William observó como un mero espectador como la besaba y la tocaba, todo con el expreso consentimiento de ella. Despertó sudoroso y aterrado con la idea.De