CUARENTA Y CINCO

...

May, borracha como estaba, tuvo problemas para encajar la llave en la cerradura. Parecía que esta se le escapaba cuando intentaba meter la llave. Después de tres intentos fallidos, William preguntó si podía hacerlo él. May, orgullosa como era, se negó, pero en su cuarto intento fallido, desistió de su empresa y le hizo entrega de la llave.

— No es tan sencillo como parece — advirtió, pero William encajó la llave al primer intento.

El apartamento estaba a oscuras y había ropa secándose en un precario tendedero que ella instalaba en el living-comedor. Como estaba borracha, no le avergonzó el detalle de que había bragas a la vista y paciencia de todo el mundo.

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