Capítulo 2

Lucía

Salgo del café donde trabajo… o trabajaba, este solía ser mi empleo antes de que tomara la decisión. Doy un largo suspiro cuando empujo mi cuerpo fuera del lugar, me he despedido ya de mis compañeros, he seguido al pie de la letra las indicaciones que aquel hombre me ha dado. 

Ahora camino en dirección a mi casa, no quiero pensar que me despediré de mi madre, no quiero pensar en que esta será la última vez que vea a mamá. 

Silencio mi mente y tomo el primer autobús que veo, miro la última paga que me han dado y la reúno con el resto de dinero que me han dado como anticipo por haberme postulado en ese famoso catálogo.

Si alguien me compra el resto de dinero va a llegar a manos de mi hermana y mi madre podrá continuar viviendo, es por una buena acción y esta es mi única opción. 

Miro mi parada y bajo del autobús para llegar a casa después de un par de metros. Al abrir la puerta me encuentro a mi hermana sentada en la mesa de la cocina con las manos en su cabeza. 

—Hey, ¿qué pasa? 

—Se acaba de dormir —dice y luego me mira de arriba a abajo—. ¿Estás bien? 

—Si, ten —digo entregando el sobre que me han dado—. Es el anticipo que me han dado, te va a servir para un par de meses y he dejado pagadas las cuentas de la farmacia… por anticipado, fue algo difícil pero lo he logrado.

—Lucía… ¿qué haces? —tomo sus manos

—No hay otra opción Esther, no tenemos otra opción, no podemos seguir haciendo que mamá sufra por falta de morfina… no podemos…

—Pero tu… —niego varias veces y beso sus manos.

—Estaré bien, sabes que estaré bien y…

—Es como si te hubieras muerto, no tengo ni idea de donde estarás y ¿qué haré si te necesito?, ¿has pensado en eso?, ¿qué voy a hacer si mi madre muere? —mis ojos se llenan de lágrimas que jamás derramo, tomo su rostro.

—Tienes tu vida resuelta con el dinero que te van a entregar, lo hago por ti también, hemos sufrido lo suficiente, tienes que ser libre Esther —ella niega y comienza a llorar.

—No te entiendo —dice

—Es un sacrificio, no me olvides nunca, siempre te llevaré en mi corazón y también a mamá —digo con la última fuerza que me queda. 

—Debe de haber otra opción —niego

—Nunca podríamos mantenernos Esther, esto es por mamá y por ti, por favor, prométeme que vas a estar bien —ella niega y luego asiente. 

—Te voy a extrañar mucho —dice rompiendo en llanto y siento como si tuviéramos 6 años y estuviéramos en el armario de mi madre, abrazándonos para no sentir miedo al escuchar como mi padre golpea a mi madre, siento como cuando teníamos 15 años y le dieron esa terrible noticia a mi madre, siento como si solo estuviéramos ella y yo contra todo este mundo. Y ahora voy a dejarla sola, pero tendrá la solvencia, tendrá la oportunidad de seguir adelante.

—Nunca dudes que te amo Esther, nunca dudes que te cuido, nunca dudes que te extraño Esther —digo besando su frente. Y nos quedamos así por lo que me parece muy poco tiempo hasta que nos separamos y miro el reloj, sé que debo de irme, la hora de llegada a ese lugar está cerca. Me pongo de pie y voy hacia la habitación de mi madre, al abrir la puerta puedo escuchar como es que su respiración es muy pesada y cansada, ahora se encuentra sedada y bajo los efectos de algún medicamento, le tomo la mano pero no responde. Ya nada es como antes, esto lo hago por ambas, estilo hago por su tranquilidad. 

—Te amo madre y te extrañaré por siempre, perdóname pero no tenía otra opción, solo quiero que tu estés en paz y no sufras, quiero que… tengas tus medicamentos. 

Beso su frente y me alejo de ella ahogando mi lágrimas, no tengo más que eso. Mi hermana no ha querido estar, le pedí que se fuera a su habitación así que salgo de mi casa sin poder dar un vistazo atrás.

Ahora no tengo pasado, no tengo familia y debo de dejar todo atrás, tal y como me lo ha dicho el entrenador. Ahora solo tengo que limitarme a servir, a obedecer y a ver por mi vida. 

La lluvia empapa el paraguas que me protege, camino en dirección al lugar donde me han dicho que van a pasar a recogerme. Llego al parque y tomo asiento en una banca empapada, trato de mantener la calma y no salir corriendo, trato de mantenerme quieta y de mente segura, esto es por ellas, no había otra opción, todo irá bien. 

Es cuando veo un par de luces altas que se acercan hasta donde estoy, luego baja el cristal del auto y grita 244, esa es mi clave así que no pienso más y subo a la enorme camioneta color negro. Esto apenas comienza para mí. 

—¿Has cumplido con las indicaciones?

—Si señor —contesto.

—Es importante que sepas que van a rastrearte, cruzando la puerta del concentrado te van a rastrear, movimientos, redes sociales, bancos, seguro… si descubrimos que no has acatado las reglas estarás en problemas —asiento.

—Lo sé, por eso he acatado las órdenes que me han dado —digo y él hombre me mira por el retrovisor, es el que me ha guiado durante todo el proceso.

—No vas a tardar mucho en conseguir comprador, y yo me encargaré que tu hermana reciba el dinero, espero que le hayas dejado en claro que…

—Ella no va a hablar, tenemos demasiado que perder y mi madre… está por fallecer —él vuelve a mirarme, siempre ha sido muy amable conmigo a pesar de la situación. 

—Bien, entonces todo va a ir bien —asiento y trato de convencerme de sus palabras. De verdad espero que todo vaya bien y que no tarden demasiado en comprarme, entre más rápido mejor… por mi madre y Esther. 

Llegamos a un hotel que parece bastante lujoso, el hombre que me acompaña se adentra a un estacionamiento y va directo a un elevador de emergencia, o eso es lo que parece. Me indica que es hora de bajar y se coloca frente al elevador.

—Ya no vas a necesitar esto —dice mirando el paraguas que llevo en la mano, es mi única pertenencia, ni móvil, ni cartera, ni documentos personales, ni diario, ni nada… así que solo se lo entrego y él lo coloca en un cesto de la basura. 

El elevador llega y nos adentramos en él. 

—Necesito que en cuanto llegues te reportes con el entrenador, después vas a recibir ropa adecuada y vas a reunirte con las demás chicas, hasta que te llamen —yo me limito a asentir.

—Está bien —y la puerta del elevador se abre dejando ver un amplio pasillo.

—Es en ésta puerta —dice señalando y yo asiento, tomo la perilla y me adentro. Oficialmente estoy dentro de este mundo y no hay vuelta atrás, ahora solo me queda esperar a que alguien me compre. Jamás me había sentido tan insegura de mi misma, ¿y si nadie se interesa en mí?, han dicho que pueden pasar alrededor de 3 meses para que surja la venta… eso me desilusiona bastante, espero que pase pronto y mi hermana tenga el dinero… tomo un largo suspiro todo va a pasar, tengo que ser más fuerte que mi mente. Eso me repito hasta encontrarme con el entrenador. 

—Bienvenida 244, comencemos.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP