Lucía
Salgo del café donde trabajo… o trabajaba, este solía ser mi empleo antes de que tomara la decisión. Doy un largo suspiro cuando empujo mi cuerpo fuera del lugar, me he despedido ya de mis compañeros, he seguido al pie de la letra las indicaciones que aquel hombre me ha dado.
Ahora camino en dirección a mi casa, no quiero pensar que me despediré de mi madre, no quiero pensar en que esta será la última vez que vea a mamá.
Silencio mi mente y tomo el primer autobús que veo, miro la última paga que me han dado y la reúno con el resto de dinero que me han dado como anticipo por haberme postulado en ese famoso catálogo.
Si alguien me compra el resto de dinero va a llegar a manos de mi hermana y mi madre podrá continuar viviendo, es por una buena acción y esta es mi única opción.
Miro mi parada y bajo del autobús para llegar a casa después de un par de metros. Al abrir la puerta me encuentro a mi hermana sentada en la mesa de la cocina con las manos en su cabeza.
—Hey, ¿qué pasa?
—Se acaba de dormir —dice y luego me mira de arriba a abajo—. ¿Estás bien?
—Si, ten —digo entregando el sobre que me han dado—. Es el anticipo que me han dado, te va a servir para un par de meses y he dejado pagadas las cuentas de la farmacia… por anticipado, fue algo difícil pero lo he logrado.
—Lucía… ¿qué haces? —tomo sus manos
—No hay otra opción Esther, no tenemos otra opción, no podemos seguir haciendo que mamá sufra por falta de morfina… no podemos…
—Pero tu… —niego varias veces y beso sus manos.
—Estaré bien, sabes que estaré bien y…
—Es como si te hubieras muerto, no tengo ni idea de donde estarás y ¿qué haré si te necesito?, ¿has pensado en eso?, ¿qué voy a hacer si mi madre muere? —mis ojos se llenan de lágrimas que jamás derramo, tomo su rostro.
—Tienes tu vida resuelta con el dinero que te van a entregar, lo hago por ti también, hemos sufrido lo suficiente, tienes que ser libre Esther —ella niega y comienza a llorar.
—No te entiendo —dice
—Es un sacrificio, no me olvides nunca, siempre te llevaré en mi corazón y también a mamá —digo con la última fuerza que me queda.
—Debe de haber otra opción —niego
—Nunca podríamos mantenernos Esther, esto es por mamá y por ti, por favor, prométeme que vas a estar bien —ella niega y luego asiente.
—Te voy a extrañar mucho —dice rompiendo en llanto y siento como si tuviéramos 6 años y estuviéramos en el armario de mi madre, abrazándonos para no sentir miedo al escuchar como mi padre golpea a mi madre, siento como cuando teníamos 15 años y le dieron esa terrible noticia a mi madre, siento como si solo estuviéramos ella y yo contra todo este mundo. Y ahora voy a dejarla sola, pero tendrá la solvencia, tendrá la oportunidad de seguir adelante.
—Nunca dudes que te amo Esther, nunca dudes que te cuido, nunca dudes que te extraño Esther —digo besando su frente. Y nos quedamos así por lo que me parece muy poco tiempo hasta que nos separamos y miro el reloj, sé que debo de irme, la hora de llegada a ese lugar está cerca. Me pongo de pie y voy hacia la habitación de mi madre, al abrir la puerta puedo escuchar como es que su respiración es muy pesada y cansada, ahora se encuentra sedada y bajo los efectos de algún medicamento, le tomo la mano pero no responde. Ya nada es como antes, esto lo hago por ambas, estilo hago por su tranquilidad.
—Te amo madre y te extrañaré por siempre, perdóname pero no tenía otra opción, solo quiero que tu estés en paz y no sufras, quiero que… tengas tus medicamentos.
Beso su frente y me alejo de ella ahogando mi lágrimas, no tengo más que eso. Mi hermana no ha querido estar, le pedí que se fuera a su habitación así que salgo de mi casa sin poder dar un vistazo atrás.
Ahora no tengo pasado, no tengo familia y debo de dejar todo atrás, tal y como me lo ha dicho el entrenador. Ahora solo tengo que limitarme a servir, a obedecer y a ver por mi vida.
La lluvia empapa el paraguas que me protege, camino en dirección al lugar donde me han dicho que van a pasar a recogerme. Llego al parque y tomo asiento en una banca empapada, trato de mantener la calma y no salir corriendo, trato de mantenerme quieta y de mente segura, esto es por ellas, no había otra opción, todo irá bien.
Es cuando veo un par de luces altas que se acercan hasta donde estoy, luego baja el cristal del auto y grita 244, esa es mi clave así que no pienso más y subo a la enorme camioneta color negro. Esto apenas comienza para mí.
—¿Has cumplido con las indicaciones?
—Si señor —contesto.
—Es importante que sepas que van a rastrearte, cruzando la puerta del concentrado te van a rastrear, movimientos, redes sociales, bancos, seguro… si descubrimos que no has acatado las reglas estarás en problemas —asiento.
—Lo sé, por eso he acatado las órdenes que me han dado —digo y él hombre me mira por el retrovisor, es el que me ha guiado durante todo el proceso.
—No vas a tardar mucho en conseguir comprador, y yo me encargaré que tu hermana reciba el dinero, espero que le hayas dejado en claro que…
—Ella no va a hablar, tenemos demasiado que perder y mi madre… está por fallecer —él vuelve a mirarme, siempre ha sido muy amable conmigo a pesar de la situación.
—Bien, entonces todo va a ir bien —asiento y trato de convencerme de sus palabras. De verdad espero que todo vaya bien y que no tarden demasiado en comprarme, entre más rápido mejor… por mi madre y Esther.
Llegamos a un hotel que parece bastante lujoso, el hombre que me acompaña se adentra a un estacionamiento y va directo a un elevador de emergencia, o eso es lo que parece. Me indica que es hora de bajar y se coloca frente al elevador.
—Ya no vas a necesitar esto —dice mirando el paraguas que llevo en la mano, es mi única pertenencia, ni móvil, ni cartera, ni documentos personales, ni diario, ni nada… así que solo se lo entrego y él lo coloca en un cesto de la basura.
El elevador llega y nos adentramos en él.
—Necesito que en cuanto llegues te reportes con el entrenador, después vas a recibir ropa adecuada y vas a reunirte con las demás chicas, hasta que te llamen —yo me limito a asentir.
—Está bien —y la puerta del elevador se abre dejando ver un amplio pasillo.
—Es en ésta puerta —dice señalando y yo asiento, tomo la perilla y me adentro. Oficialmente estoy dentro de este mundo y no hay vuelta atrás, ahora solo me queda esperar a que alguien me compre. Jamás me había sentido tan insegura de mi misma, ¿y si nadie se interesa en mí?, han dicho que pueden pasar alrededor de 3 meses para que surja la venta… eso me desilusiona bastante, espero que pase pronto y mi hermana tenga el dinero… tomo un largo suspiro todo va a pasar, tengo que ser más fuerte que mi mente. Eso me repito hasta encontrarme con el entrenador.
—Bienvenida 244, comencemos.
ÉlNo puedo dejar de ver sus fotos… ella es perfecta, justo como la he imaginado, y lo mejor de todo es que será mía. No podrá huir, no podrán quitármela, no podrá rechazarme. Ella vivirá para mí y conmigo por el resto de sus días.No es enfermedad, es el deseo de tener el control… el control de su vida, el control de ella… puede que mis pensamientos no sean del todo normales, pero ese soy yo. Tecleo el número del hombre de Boston y timbra dos veces, empujo mi vaso de whisky y doy un trago para tratar de parecer ansioso, no tengo otra manera de controlarme ahora, solo bebiendo y esa no es la mejor opción para mí. Cada vez que pienso en esta mañana lo mejor que he podido hacer es haber solicitado ese catálogo, en realidad fue algo turbio, es un tema que no se maneja normalmente a la luz del día pero es que ahora estaba tan desesperado que no he podido saciarme. Ese hombre recolecta mujeres, ellas están conscientes de su destino, enfermos como yo pueden solo comprarlas y hacer con ell
LucíaEs un poco tarde para arrepentirme de haber tomado esta decisión… Venderme. Y es que no soy una mala mujer, en realidad soy solo una mujer desesperada por ayudar a su familia, a mi madre y a mi hermana, no soy una mujer interesada que busca una mejor vida, esto es un… sacrificio y uno real. Me repito eso en interminables ocasiones. Miro a mi alrededor y el rostro del resto de las mujeres en la sala es igual al mío, sienten miedo, sienten preocupación y pánico. Cierro los ojos y trato de tomar la mayor cantidad de aire que se me permite y entonces mis pensamientos me taladran de nuevo, esa es la peor parte de esta situación, no caer en los pensamientos negativos que me susurran que tal vez alguien me compre para dañarme, para torturarme y después matarme. Al final, es el dinero, la razón por la que estoy aquí… solo dinero. Solía vivir en un barrio en los suburbios de Boston, las cuentas y deudas de mi familia se acumularon hasta asfixiarnos, el hospital de mi madre, sus medicin
LucíaEl hombre pincha el botón del elevador y este se abre, me indica que pase y vuelve a pinchar el botón de lo que parece ser el último piso. Cierro los ojos y puedo oler la costosa loción que usa el hombre calvo. Al abrir los ojos lo miro atento en el móvil, parece una persona normal… una persona normal que se dedica al tráfico de mujeres y que las conduce hasta el lugar donde les indican los compradores. Mis plegarias van hacia no sé donde, no sé si quiero morir rápido o bien que alguien no tan mala persona me haya comprado. Pero al instante entiendo lo estupido de mi pensar. Como cada día recuerdo a mi mamá, espero que el plan haya funcionado. Espero que mi hermana haya cumplido su palabra. Espero haya podido convencerla de que he desaparecido. Muerdo mis labios, tienes que ser fuerte… pero aún puedo sentir sus brazos abrazándome. La puerta del elevador se abre y el calvo indica que camine. Al alzar la mirada me encuentro con un par de camionetas negras polarizadas. Camina
LucíaMis ojos apenas pueden creer lo que están viendo. De unos 35 años, o mayor, cejas y barba poblada, entradas bastante notorias, pero con el cabello perfectamente peinado hacia atrás, sus ojos azules me dejan sin palabras. Mis ojos vagan por su nariz afilada y un poco inclinada hacia un lado, y por último una fina línea por labios. Difícilmente se puede ser más masculino. Su imponente altura y cuerpo ejercitado cubierto por esa camisola azul y pantalón de vestir es… Miro como se acerca hasta donde estoy y mi corazón se pone como loco. ¿De verdad este hombre me compró?, puede tener a quien sea a sus pies… —Eres realmente bella —su acento es… excitante y su voz ronca solo hace que sea más difícil calmarme. Está frente a mí, sus ojos tan… directos me hacen olvidar respirar—. Bella. Alza su mano hasta mi rostro y al sentir lo áspero de su tacto mi piel se eriza al instante.Pasa sus dedos desde mi lóbulo hasta mi barbilla y luego a los labios, mi cabeza da vueltas y me avergüenza
LucíaCuando por fin he terminado de arreglarme me veo en el amplio espejo que descansa en la pared. El vestido se ve bastante bien, ajustado hasta las pantorrillas y de tirantes. Mierda para conocer a los padres no es nada discreto. Llevo unas cómodas zapatillas de pulsera del mismo color del vestido y he seleccionado un bolso de mano. Aliso de nuevo la tela y voy directo a la puerta. La abro lentamente hasta que puedo salir. Tal vez no está bien irme de este lugar sin permiso. —David —llamo pero no hay respuesta —. David, he terminado. Pero no hay nadie en la habitación. Voy directo hasta la puerta de dos hojas y la abro para volver a llamar, pero nadie responde. Camino hasta las escaleras y comienzo a bajarlas, los candelabros me dejan casi ciega, son hermosos. Llego a la planta baja pero no escucho nada. —David —digo con timidez y es cuando una puerta de madera se abre de golpe dejando ver un atractivo hombre con traje gris. —Lucia —estira su mano y trago saliva antes de da
LucíaLa casa es muy lujosa y ordenada, camino con sumo cuidado pero sin dejar de mirar en dirección a David, hasta que se me ha perdido de vista. —Pero que pasa… no muerdo —niego nerviosa y aprieto mis manos. —Disculpa —alza una ceja y luego mira hacia la mesa. —Es la cena especial de mamá, deberíamos de llevarla —asiento y tomo el plato que me entrega en brazos, pero justo en ese instante llegan Orazia y Carmina. —¿Necesitan ayuda? —pregunta Orazia y Pía le entrega otro plato—. ¿Qué pasa Lucia?, ¿estás nerviosa? Me tardo un poco en comprender que la pregunta va dirigida hacia mí. Muerdo mi labio e intento parecer lo más segura.—Sí, un poco —sonrío y las tres mujeres me miran con el ceño fruncido.—Cualquiera diría que no quieres estar aquí, tendré que hablar con mi hermano… —al instante mis ojos se abren como platos. —No… no, estoy bien, estoy… no le digas a David, lo siento he sido muy grosera, lo siento —Pía deja el plato en la mesa y luego me toma de los hombros. —¿Qué te
ÉlLa cena ha ido bastante bien a pesar de que hace muy poco tiempo que nos conocemos, se ha mantenido bastante tranquila tomando en cuenta las diversas preguntas que le han hecho con respecto a su familia. Me da cierta tranquilidad aun que me parece que no puedo bajar la guardia con ella, es como si confiara hasta un punto pero después recuerdo que existe la posibilidad de que juegue conmigo, y eso no voy a permitirlo jamás. Sé que mis hermanos tienen bastantes preguntas sobre su misteriosa aparición, y es que no logro responder mis propias preguntas, ¿por qué la estoy trayendo a casa?, ¿qué mierda estoy pensando al presentarla con mi madre?, dudo mucho que ellos entiendan lo que estoy sintiendo por ella en este momento, en realidad me siento cautivado pero espero que esta relación no se vuelva caótica. A grandes rasgos, dudo que mis hermanos puedan dimensionar lo que Lucía está provocando en mí desde la primera vez que la vi. Mi bella. La miro hablar con bastante naturalidad con m
LucíaEl camino de vuelta a casa es muy rápido debido a la escasez de tráfico. Salgo del auto con ayuda de la mano de David y caminamos hasta el elevador. En el transcurso puedo escuchar su respiración. No ha dicho ni una palabra desde que nos despedimos de su madre. Creo que lo he hecho bien, realmente espero que si. La puerta se abre dejando una casa iluminada tenuemente. Toma mi mano y me conduce escaleras arriba hasta llegar a la puerta de su… nuestra habitación. Apenas he escuchado que se cierra cuando su voz rompe con el silencio. —Eres buena mintiendo —me toma del mentón y con un hábil movimiento lleva mi cuerpo hasta chocar con la pared más cercana—. Te han creído todo… pero bueno, yo no. Sabes que me perteneces Lucia. —Lo sé.—Pero, ¿eso te gusta?, ¿te gusta pertenecerme? —sus ojos me miran fijamente y yo solo deseo que sus labios vuelvan a rozarse con los míos. —Si —contesto en un susurro y con un leve movimiento me inclino para alcanzarlo pero vuelve sostenerme.—¿Si q