Lucía
Es un poco tarde para arrepentirme de haber tomado esta decisión… Venderme. Y es que no soy una mala mujer, en realidad soy solo una mujer desesperada por ayudar a su familia, a mi madre y a mi hermana, no soy una mujer interesada que busca una mejor vida, esto es un… sacrificio y uno real. Me repito eso en interminables ocasiones.
Miro a mi alrededor y el rostro del resto de las mujeres en la sala es igual al mío, sienten miedo, sienten preocupación y pánico. Cierro los ojos y trato de tomar la mayor cantidad de aire que se me permite y entonces mis pensamientos me taladran de nuevo, esa es la peor parte de esta situación, no caer en los pensamientos negativos que me susurran que tal vez alguien me compre para dañarme, para torturarme y después matarme.
Al final, es el dinero, la razón por la que estoy aquí… solo dinero. Solía vivir en un barrio en los suburbios de Boston, las cuentas y deudas de mi familia se acumularon hasta asfixiarnos, el hospital de mi madre, sus medicinas y cada cuenta que se hacía más grande día con día hasta llegar a no tener que comer… esto es solo una medida desesperada y todo irá bien.
Mi trabajo apenas y alcanzaba para el pago de algunas facturas y mi padre se había bebido toda su pensión. Aún puedo ver a mi madre… llorar, maldecir, pedirnos perdón y apagarse día a día por esa enfermedad, que me la ha arrebatado día con día.
Al final, el desespero y la angustia se apoderaron de mis días, hasta que llegó esta “oportunidad”, así la he llamado aunque en realidad no sé si pueda describirse de esa manera.
El traficante más peligroso de la ciudad buscaba chicas… buenas chicas por las cuales pagarían una fortuna, ¿para qué?, eso es difícil de definir y yo lo necesitaba, yo necesitaba ese dinero y mi familia también.
Escucho como llaman a la primera y mis pensamientos se ven interrumpidos de inmediato, una mujer se pone de pie con la mayor serenidad y camina lentamente hasta la puerta de madera, al salir la puerta hace eco y el resto de nosotras nos quedamos en silencio salvo por algunos suspiros que se escapan. Son suspiros de alivio supongo al no ser la seleccionada, sin embargo el momento llegará, a algunas tarde, a otras más temprano. Me ha tomado por sorpresa que apenas he acabado con mi preparación cuando me han dicho que no pasaría a la estanca normal, que ya alguien me había comprado, eso ha sido un alivio y cierto miedo, en primera instancia porque alguien ya me había comprado y después me llené de miedo pues no tengo ni idea de quién es mi comprador.
Tomo un suspiro profundo, mientras trato de convencer a mi cabeza de que estoy lista para esto, no hay vuelta atrás, no hay opción, mi familia lo necesita… mi madre lo necesita.
El prepararme para la muerte ha sido mi tarea estos últimos días, desde que salí de casa, tengo que pensar y someter a mi mente de manera psicológica para la muerte y no es por nada, no estoy siendo drástica, es la verdad.
Sé perfectamente que no vamos a un paraíso, ni a vivir una gran aventura, o a conocer al hombre de nuestros sueños, eso está claro. Probablemente seamos vendidas a hombres ricos que quieran… tenernos, de alguna manera o no tenernos.
Una lágrima cae por mi mejilla y la recojo de inmediato, no puedo lucir así, nos lo han repetido hasta el cansancio, nada de lágrimas, nada de gritos, nada de luchas…
Reacomodo de nuevo mi atuendo que consiste en un batón de seda y debajo una elegante lencería, la mía es de color rosa pálido, he visto que las del resto son distintas. Nos han vestido apenas hoy, el resto de días permanecimos recluidas en diferentes habitaciones con la finalidad de asegurarse que no escaparemos supongo. Es su método.
Según mi escaso sentido del tiempo hace un día que hemos llegado a este lujoso hotel. Me he guiado por el atardecer y el amanecer. Los relojes han sido retirados desde que me he entregado en esa bodega en Boston.
Es curioso porque en mis sueños de adolescente yo pensaba que podía ser una profesora, que en algún momento de mi vida yo… viajaría por el mundo y conocería Europa, Asia… pensamientos que ahora son solo sueños.
Puedo observar una bonita vista desde el balcón al cual no se nos permite acercarnos, tenemos prohibido caminar demasiado por la habitación y en todo momento estamos vigiladas. Aprieto mis manos y trato de relajarme, de nuevo, mi corazón no se tranquiliza. Es cuestión de minutos para que poco a poco el número de chicas vaya bajando.
Cada que la puerta se abre mi corazón salta y luego vuelve a la normalidad al saber que no es por mí… hasta que…
—Tú —no levanto la mirada, ruego porque no sea a mí a quien llaman. No seas estúpida Lucia… ¿a qué has venido?, tomo un largo suspiro y alzo la mirada—. No tengo todo el día, levántate.
Hago lo que el hombre calvo dice y camino hasta la puerta de salida. A pesar del lugar en donde estoy, la gente ha sido bastante amable conmigo y con todas, es casi imposible de creer que esto se trate de una clase de reclutamiento.
Cruzo la puerta y mi cuerpo es conducido por un largo pasillo adornado con pinturas. Mis zapatillas golpean en la alfombra al ritmo de mi corazón, me preugnto si es que así sentirán los delincuentes que son condenados a la pena de muerte, solo que yo no soy mala, no estoy siendo condenada por un crimen… lo he hecho por mi familia, por mi madre y mi hermana, todo esto es por ellas e irá bien, solo debo de concentrarme en obedecer y seguir las reglas que él me dé. Mi comprador.
LucíaEl hombre pincha el botón del elevador y este se abre, me indica que pase y vuelve a pinchar el botón de lo que parece ser el último piso. Cierro los ojos y puedo oler la costosa loción que usa el hombre calvo. Al abrir los ojos lo miro atento en el móvil, parece una persona normal… una persona normal que se dedica al tráfico de mujeres y que las conduce hasta el lugar donde les indican los compradores. Mis plegarias van hacia no sé donde, no sé si quiero morir rápido o bien que alguien no tan mala persona me haya comprado. Pero al instante entiendo lo estupido de mi pensar. Como cada día recuerdo a mi mamá, espero que el plan haya funcionado. Espero que mi hermana haya cumplido su palabra. Espero haya podido convencerla de que he desaparecido. Muerdo mis labios, tienes que ser fuerte… pero aún puedo sentir sus brazos abrazándome. La puerta del elevador se abre y el calvo indica que camine. Al alzar la mirada me encuentro con un par de camionetas negras polarizadas. Camina
LucíaMis ojos apenas pueden creer lo que están viendo. De unos 35 años, o mayor, cejas y barba poblada, entradas bastante notorias, pero con el cabello perfectamente peinado hacia atrás, sus ojos azules me dejan sin palabras. Mis ojos vagan por su nariz afilada y un poco inclinada hacia un lado, y por último una fina línea por labios. Difícilmente se puede ser más masculino. Su imponente altura y cuerpo ejercitado cubierto por esa camisola azul y pantalón de vestir es… Miro como se acerca hasta donde estoy y mi corazón se pone como loco. ¿De verdad este hombre me compró?, puede tener a quien sea a sus pies… —Eres realmente bella —su acento es… excitante y su voz ronca solo hace que sea más difícil calmarme. Está frente a mí, sus ojos tan… directos me hacen olvidar respirar—. Bella. Alza su mano hasta mi rostro y al sentir lo áspero de su tacto mi piel se eriza al instante.Pasa sus dedos desde mi lóbulo hasta mi barbilla y luego a los labios, mi cabeza da vueltas y me avergüenza
LucíaCuando por fin he terminado de arreglarme me veo en el amplio espejo que descansa en la pared. El vestido se ve bastante bien, ajustado hasta las pantorrillas y de tirantes. Mierda para conocer a los padres no es nada discreto. Llevo unas cómodas zapatillas de pulsera del mismo color del vestido y he seleccionado un bolso de mano. Aliso de nuevo la tela y voy directo a la puerta. La abro lentamente hasta que puedo salir. Tal vez no está bien irme de este lugar sin permiso. —David —llamo pero no hay respuesta —. David, he terminado. Pero no hay nadie en la habitación. Voy directo hasta la puerta de dos hojas y la abro para volver a llamar, pero nadie responde. Camino hasta las escaleras y comienzo a bajarlas, los candelabros me dejan casi ciega, son hermosos. Llego a la planta baja pero no escucho nada. —David —digo con timidez y es cuando una puerta de madera se abre de golpe dejando ver un atractivo hombre con traje gris. —Lucia —estira su mano y trago saliva antes de da
LucíaLa casa es muy lujosa y ordenada, camino con sumo cuidado pero sin dejar de mirar en dirección a David, hasta que se me ha perdido de vista. —Pero que pasa… no muerdo —niego nerviosa y aprieto mis manos. —Disculpa —alza una ceja y luego mira hacia la mesa. —Es la cena especial de mamá, deberíamos de llevarla —asiento y tomo el plato que me entrega en brazos, pero justo en ese instante llegan Orazia y Carmina. —¿Necesitan ayuda? —pregunta Orazia y Pía le entrega otro plato—. ¿Qué pasa Lucia?, ¿estás nerviosa? Me tardo un poco en comprender que la pregunta va dirigida hacia mí. Muerdo mi labio e intento parecer lo más segura.—Sí, un poco —sonrío y las tres mujeres me miran con el ceño fruncido.—Cualquiera diría que no quieres estar aquí, tendré que hablar con mi hermano… —al instante mis ojos se abren como platos. —No… no, estoy bien, estoy… no le digas a David, lo siento he sido muy grosera, lo siento —Pía deja el plato en la mesa y luego me toma de los hombros. —¿Qué te
ÉlLa cena ha ido bastante bien a pesar de que hace muy poco tiempo que nos conocemos, se ha mantenido bastante tranquila tomando en cuenta las diversas preguntas que le han hecho con respecto a su familia. Me da cierta tranquilidad aun que me parece que no puedo bajar la guardia con ella, es como si confiara hasta un punto pero después recuerdo que existe la posibilidad de que juegue conmigo, y eso no voy a permitirlo jamás. Sé que mis hermanos tienen bastantes preguntas sobre su misteriosa aparición, y es que no logro responder mis propias preguntas, ¿por qué la estoy trayendo a casa?, ¿qué mierda estoy pensando al presentarla con mi madre?, dudo mucho que ellos entiendan lo que estoy sintiendo por ella en este momento, en realidad me siento cautivado pero espero que esta relación no se vuelva caótica. A grandes rasgos, dudo que mis hermanos puedan dimensionar lo que Lucía está provocando en mí desde la primera vez que la vi. Mi bella. La miro hablar con bastante naturalidad con m
LucíaEl camino de vuelta a casa es muy rápido debido a la escasez de tráfico. Salgo del auto con ayuda de la mano de David y caminamos hasta el elevador. En el transcurso puedo escuchar su respiración. No ha dicho ni una palabra desde que nos despedimos de su madre. Creo que lo he hecho bien, realmente espero que si. La puerta se abre dejando una casa iluminada tenuemente. Toma mi mano y me conduce escaleras arriba hasta llegar a la puerta de su… nuestra habitación. Apenas he escuchado que se cierra cuando su voz rompe con el silencio. —Eres buena mintiendo —me toma del mentón y con un hábil movimiento lleva mi cuerpo hasta chocar con la pared más cercana—. Te han creído todo… pero bueno, yo no. Sabes que me perteneces Lucia. —Lo sé.—Pero, ¿eso te gusta?, ¿te gusta pertenecerme? —sus ojos me miran fijamente y yo solo deseo que sus labios vuelvan a rozarse con los míos. —Si —contesto en un susurro y con un leve movimiento me inclino para alcanzarlo pero vuelve sostenerme.—¿Si q
LucíaMe despierto con una palmada en el trasero. Y es cuando recuerdo el lugar en donde estoy. Y con quien estoy. Su erección entre mis piernas me eriza la piel y al moverme la fricción solo hace que me caliente más.—Hmmm, alguien quiere jugar —su ronca voz de nuevo—. ¿Quieres jugar Lucia?—Buenos días —digo aún adormilada mientras me enderezo aún sobre él. Pero no contesta nada, solo se limita a mirarme. Miro hacia abajo y su miembro está aprisionado por mí—. Lo siento.Trato de liberarlo pero sus manos toman mis caderas. Luego su fuerte mirada hace que me detenga. —No te levantas hasta que yo lo diga, bella —muerdo mi labio y asiento sin saber que otra cosa puedo hacer. Tengo tanto que aprender aún, lo que menos quiero es que mi comprador esté molesto con su adquisición y peor aun le parezca que ha perdido su dinero.La verdad es que no sé en que momento es que esto se ha vuelto importante para mí, fuera del hecho que quisiera conservar mi vida ahora busco o anhelo agradarle ver
Él De una manera casi inmediata he perdido la razón, solamente el hecho de pensar que ella pudiera estar pensando en alguien más al estar conmigo me ha hecho enfurecer y temo… de verdad temo lo que pueda hacer, así que me he alejado de ella. He optado por simplemente dejarla sola después de… haberla castigado. Siento un par de extraños pensamientos en mi inconsciente y es que de verdad me siento culpable, el remordimiento me carcome y por un instante siento arrepentimiento tras haber arremetido así contra ella. Mi mente me castiga a mi mismo, conduzco sin ningún rumbo, solamente quiero huir de ese comportamiento, de ese David que ha castigado a Lucía y le ha dicho que… mierda, no he perdido el apetito, claro que no lo he hecho. No he podido sacarla de mi mente desde hace días, claro que no he perdido el apetito sexual y el deseo por ella, lo que ha pasado es que he perdido la cabeza y solo por pensar que ella puede imaginarse con otro hombre que no sea yo… ¿en qué momento?, ella es