Capítulo 4

Lucía

Es un poco tarde para arrepentirme de haber tomado esta decisión… Venderme. Y es que no soy una mala mujer, en realidad soy solo una mujer desesperada por ayudar a su familia, a mi madre y a mi hermana, no soy una mujer interesada que busca una mejor vida, esto es un… sacrificio y uno real. Me repito eso en interminables ocasiones. 

Miro a mi alrededor y el rostro del resto de las mujeres en la sala es igual al mío, sienten miedo, sienten preocupación y pánico. Cierro los ojos y trato de tomar la mayor cantidad de aire que se me permite y entonces mis pensamientos me taladran de nuevo, esa es la peor parte de esta situación, no caer en los pensamientos negativos que me susurran que tal vez alguien me compre para dañarme, para torturarme y después matarme. 

Al final, es el dinero, la razón por la que estoy aquí… solo dinero. Solía vivir en un barrio en los suburbios de Boston, las cuentas y deudas de mi familia se acumularon hasta asfixiarnos, el hospital de mi madre, sus medicinas y cada cuenta que se hacía más grande día con día hasta llegar a no tener que comer… esto es solo una medida desesperada y todo irá bien.

Mi trabajo apenas y alcanzaba para el pago de algunas facturas y mi padre se había bebido toda su pensión. Aún puedo ver a mi madre… llorar, maldecir, pedirnos perdón y apagarse día a día por esa enfermedad, que me la ha arrebatado día con día. 

Al final, el desespero y la angustia se apoderaron de mis días, hasta que llegó esta “oportunidad”, así la he llamado aunque en realidad no sé si pueda describirse de esa manera.

El traficante más peligroso de la ciudad buscaba chicas… buenas chicas por las cuales pagarían una fortuna, ¿para qué?, eso es difícil de definir y yo lo necesitaba, yo necesitaba ese dinero y mi familia también.

Escucho como llaman a la primera y mis pensamientos se ven interrumpidos de inmediato, una mujer se pone de pie con la mayor serenidad y camina lentamente hasta la puerta de madera, al salir la puerta hace eco y el resto de nosotras nos quedamos en silencio salvo por algunos suspiros que se escapan. Son suspiros de alivio supongo al no ser la seleccionada, sin embargo el momento llegará, a algunas tarde, a otras más temprano. Me ha tomado por sorpresa que apenas he acabado con mi preparación cuando me han dicho que no pasaría a la estanca normal, que ya alguien me había comprado, eso ha sido un alivio y cierto miedo, en primera instancia porque alguien ya me había comprado y después me llené de miedo pues no tengo ni idea de quién es mi comprador. 

Tomo un suspiro profundo, mientras trato de convencer a mi cabeza de que estoy lista para esto, no hay vuelta atrás, no hay opción, mi familia lo necesita… mi madre lo necesita. 

El prepararme para la muerte ha sido mi tarea estos últimos días, desde que salí de casa, tengo que pensar y someter a mi mente de manera psicológica para la muerte y no es por nada, no estoy siendo drástica, es la verdad. 

Sé perfectamente que no vamos a un paraíso, ni a vivir una gran aventura, o a conocer al hombre de nuestros sueños, eso está claro. Probablemente seamos vendidas a hombres ricos que quieran… tenernos, de alguna manera o no tenernos.  

Una lágrima cae por mi mejilla y la recojo de inmediato, no puedo lucir así, nos lo han repetido hasta el cansancio, nada de lágrimas, nada de gritos, nada de luchas… 

Reacomodo de nuevo mi atuendo que consiste en un batón de seda y debajo una elegante lencería, la mía es de color rosa pálido, he visto que las del resto son distintas. Nos han vestido apenas hoy, el resto de días permanecimos recluidas en diferentes habitaciones con la finalidad de asegurarse que no escaparemos supongo. Es su método. 

Según mi escaso sentido del tiempo hace un día que hemos llegado a este lujoso hotel. Me he guiado por el atardecer y el amanecer. Los relojes han sido retirados desde que me he entregado en esa bodega en Boston. 

Es curioso porque en mis sueños de adolescente yo pensaba que podía ser una profesora, que en algún momento de mi vida yo… viajaría por el mundo y conocería Europa, Asia… pensamientos que ahora son solo sueños. 

Puedo observar una bonita vista desde el balcón al cual no se nos permite acercarnos, tenemos prohibido caminar demasiado por la habitación y en todo momento estamos vigiladas. Aprieto mis manos y trato de relajarme, de nuevo, mi corazón no se tranquiliza. Es cuestión de minutos para que poco a poco el número de chicas vaya bajando. 

Cada que la puerta se abre mi corazón salta y luego vuelve a la normalidad al saber que no es por mí… hasta que… 

—Tú —no levanto la mirada, ruego porque no sea a mí a quien llaman. No seas estúpida Lucia… ¿a qué has venido?, tomo un largo suspiro y alzo la mirada—. No tengo todo el día, levántate. 

Hago lo que el hombre calvo dice y camino hasta la puerta de salida. A pesar del lugar en donde estoy, la gente ha sido bastante amable conmigo y con todas, es casi imposible de creer que esto se trate de una clase de reclutamiento. 

Cruzo la puerta y mi cuerpo es conducido por un largo pasillo adornado con pinturas. Mis zapatillas golpean en la alfombra al ritmo de mi corazón, me preugnto si es que así sentirán los delincuentes que son condenados a la pena de muerte, solo que yo no soy mala, no estoy siendo condenada por un crimen… lo he hecho por mi familia, por mi madre y mi hermana, todo esto es por ellas e irá bien, solo debo de concentrarme en obedecer y seguir las reglas que él me dé. Mi comprador. 

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP