Ismael sintió el fuerte jalón de la toalla y como se deslizó por su cintura. Había quedado completamente desnudo frente a aquella bella señorita, su rostro estaba ilegible. Solo la miraba sin parpadear. Griselda. Pestañeaba su verde mirada una y otra vez frente al miembro viril del hombre que con su perfecta anatomía la tenía hechizada. Su rostro estaba sonrojado como nunca antes lo había estado jamás. El era el ejemplar masculino más atractivo que había visto en toda su vida. Para la hermosa mujer de cabellos rojizos, esta era la primera vez que veía a un hombre totalmente desnudo. A solas y en una habitación alumbrada a media luz, su cuerpo se estremeció. De pronto tuvo pensamientos inapropiados donde Ismael la tomaba y la ponía en su cama para después besarla apasionadamente. Su cuerpo estaba bastante acalorado, pero culpó al vino. ¿Por qué le pasaban estás cosas? No terminaba de entenderlo. — Señorita Smith, ¿Cuánto tiempo más va a seguir mirando mi pene? Pareciera que jam
Después de hacer piss, Griselda ahora tenía que volver a la cama. Pero el pie tan inflamado no le ayudaba mucho. — ¡Ismael...! ¡¿Ismael estás ahí?! — La jóven Smith gritaba para ser escuchada. — Estoy en la misma habitación que tú. No estoy en otro país, te escucho perfectamente. ¿Ya terminaste de hacer lo tuyo? — ¡Siiii, ya terminé! Me echas una mano por favor! — La ojiverde seguía gritando, estaba ebria y no media el tono de su voz. — Ya le dije que si la escucho. Ahhh... qué mujercita. ¿Ahora que haré contigo?... — El hombre tocó la puerta — ¿Ya puedo pasar? — ¡Siiii... Adelante! Apenas Griselda vió entrar al apuesto CEO que ya estaba vestido. Ella levantó los brazos para que la cargara, lo que sorprendió al hombre. Sabía que lo hacía por qué estaba ebria. Parecía una niña pequeña que buscaba su refugio. Sus lindos ojos verdes contrastaban con lo sonjojado de sus mejillas debido al alcohol en su sistema. A Ismael le gustaba como ella lo miraba. — Ven aquí, espero q
En el restaurante japonés, el saque corría por toda la mesa. Isabella trataba de sonreír, extrañaba a sus hijos, deseaba estar en llamada con ellos más que cualquier otra cosa. Oliver le había presentado algunos chefs participantes de gran renombre, personajes que solo podría saludar en ese momento y dentro de la competencia, ya que marchándose de Francia, se dispersaban a trabajar por todo el mundo, ya fuera en sus restaurantes o para reyes y billonarios. — Chef Rossi. Usted nos ha sorprendido muchísimo en esta primera ronda con su talento, además de hermosa es una gran chef profesional. El chef Michael originario del Reino Unido, elogiaba a la jóven mujer de bellos ojos azul violeta. — Oh, es usted muy amable. Solo hago lo mejor que puedo. — Isabella se sentía muy orgullosa de su desempeño en la primera ronda. — Antes dudaba de los rumores que se corrían sobre su compañero el chef Montgomery. Ahora que he podido ver su desempeño estoy seguro de que será una competencia j
Ismael no comprendía por qué esa mujercita que apenas hace una horas había tenido entre sus brazos ahora mismo le estaba gritando que no la viera desnuda. El CEO Rossi fue echado y recibido un portazo en las narices por la rebelde mujer que parecía un erizo esponjado. Había sido regañado por verla desnuda. Y eso no tenía ningún sentido. — ¿Qué es lo que te pasa? Cómo si no te hubiera visto desnuda ya. !Ja, me tratas como si fuera un desconocido cuando sabe muy bien que no lo soy! El hombre caminaba de un lado a otro por la recámara, estaba un poco desconcertado. Dentro. Griselda no podía creer su mala suerte, había olvidado la toalla en la cama, el tener que pedirle ayuda al hombre que acababa de sacar a empujones, la dejaba como una loca que se contradecía a cada momento. — ¡¿Ismael sigues ahí?! ¡Me puedes alcanzar la toalla por favor... olvide meterla! — !Santo cielo. Decídete de una buena vez! ¿Quieres o no quieres que entre al cuarto? — ¡Entra... pero no mires!
En la ciudad de Nueva York. El CEO William Larsson se encontraba de un genio de los mil diablos. El hombre se daba cuenta de cuanta falta le hacía su bella asistente Era verdad que no tenía intenciones de darle el puesto de vicepresidencia pero eso era por qué quería conservarla cerca suyo, El era un hombre que no perdía el tiempo con romances, su crianza había sido dura y enfocada a sus estudios, pero desde que la ojiverde llegó a su compañía, algo cambió. Ahora que no la tenía con él es que se daba cuenta de que estaba demasiado acostumbrado a su presencia. No lo había querido aceptar antes, había tratado de ignorar lo que su frío corazón le estaba diciendo. El estaba enamorado de Griselda Smith. (....) — Listo, quedaste como nueva. — Ismael había vendado de nuevo el tobillo de Griselda. La asistente se había quedado observando cada movimiento del CEO Rossi. El era tan habilidoso de tantas maneras, pudo darse cuenta lo cuidadoso que fue al manipular su pie herido. Su toqu
En el frío paseo. Los trillizos del CEO Ivanov y los trillizos del CEO Valentain. Parecían seis pequeños osos adorables color café. Se les veía caminar por las calles. Llamaban la atención de todos a su paso. Los Elegantes y atractivos padres iban vestidos en trajes oscuros, guantes, bufanda y un grueso abrigo para protegerse del inclemente frío. Las damas estaban perdidas entre la ternura de ver a los hermosos niños y esos imponentes hombres que les arrancaban suspiros. Los novios y los esposos estaban celosos, algunos preguntaron, ¿Qué tienen ellos que no tenga yo? Pero la respuesta era más que obvia. Esos dos hombres eran como dos dioses caminando por la tierra. — Papá, ¿Me cargas? El pequeño Alexandro ya se cansó, me duelen los pies y tengo frío. — El niño miraba a su padre con ojos de cachorrito. Estaba a punto de lloriquear, no iba a dar un paso más, él era muy consentido por su madre y por sus abuelos, no estaba acostumbrado a tanto ejercicio. — Si no te cargo vas a
Sergey y Apolo llevaron a sus hijos a un exclusivo restaurante que combinaba comida occidental, y Rusa. El respetado CEO Ivanov, fue recibido con mucho respeto. El era conocido por ser un empresario internacional muy rico e importante. El CEO solía ir a ese lugar a comer con sus socios, reuniones o solo por degustar los ricos platillos. Las empleadas en su mayoría gustaban de Sergey aunque él nunca daba pie a nada ni de romance, ni de tener una aventura sexual. — Ivana, ¿Ya viste quien llegó? Es el CEO Ivanov. — La bella mesera de lujo, de grandes ojos verdes y cabellos negros. Por una sola vez que el empresario agradeció la atención, pensó que ella le había gustado y desde entonces se auto llamaba la chica del CEO ruso. — Seguro que vino a verme. Dejen esa mesa libre, yo la atenderé. Ivana se encaminó al área donde estaban los comensales, solo que no le habían dicho quienes venían con su amor platónico. La sexy rusa casi se va de espaldas al ver a tanto niño. — Bi... Bie
La comida para el CEO Ivanov estaba completamente arruinada. Se disculpó para ir al sanitario e hizo una llamada. — Sergey. ¿En donde te has metido? ¿Ya regresaste de América? — He vuelto. Pero hoy mismo voy a salir de aquí. ¿Estás libre? Si lo estás en una hora te veo en el aeropuerto. — Justo estaba queriendo tomarme unos días. Acabo de terminar el juicio con un caso bastante difícil. Mi equipo y yo sí que lo tuvimos bastante complicado. — ¿Pero ganaste? — Por supuesto, tu duda me ofende. Mi cliente está libre y con el récord más limpio que el alma de un bebé recién nacido. — No se espera menos de ti, Adriano. Eres el mejor abogado que conozco. Por cierto, quiero contratar tus servicios. — ¿En qué lío te metiste ahora? Siempre tienes todo en órden. ¿Acaso embarazaste a una chica y ahora te está demandando para que reconozcas a su hijo? — Que gracioso abogado de Luca. Nadie me está demandando para reconocer mi paternidad. Pero quiero precisamente que comiences los