Ismael no comprendía por qué esa mujercita que apenas hace una horas había tenido entre sus brazos ahora mismo le estaba gritando que no la viera desnuda. El CEO Rossi fue echado y recibido un portazo en las narices por la rebelde mujer que parecía un erizo esponjado. Había sido regañado por verla desnuda. Y eso no tenía ningún sentido. — ¿Qué es lo que te pasa? Cómo si no te hubiera visto desnuda ya. !Ja, me tratas como si fuera un desconocido cuando sabe muy bien que no lo soy! El hombre caminaba de un lado a otro por la recámara, estaba un poco desconcertado. Dentro. Griselda no podía creer su mala suerte, había olvidado la toalla en la cama, el tener que pedirle ayuda al hombre que acababa de sacar a empujones, la dejaba como una loca que se contradecía a cada momento. — ¡¿Ismael sigues ahí?! ¡Me puedes alcanzar la toalla por favor... olvide meterla! — !Santo cielo. Decídete de una buena vez! ¿Quieres o no quieres que entre al cuarto? — ¡Entra... pero no mires!
En la ciudad de Nueva York. El CEO William Larsson se encontraba de un genio de los mil diablos. El hombre se daba cuenta de cuanta falta le hacía su bella asistente Era verdad que no tenía intenciones de darle el puesto de vicepresidencia pero eso era por qué quería conservarla cerca suyo, El era un hombre que no perdía el tiempo con romances, su crianza había sido dura y enfocada a sus estudios, pero desde que la ojiverde llegó a su compañía, algo cambió. Ahora que no la tenía con él es que se daba cuenta de que estaba demasiado acostumbrado a su presencia. No lo había querido aceptar antes, había tratado de ignorar lo que su frío corazón le estaba diciendo. El estaba enamorado de Griselda Smith. (....) — Listo, quedaste como nueva. — Ismael había vendado de nuevo el tobillo de Griselda. La asistente se había quedado observando cada movimiento del CEO Rossi. El era tan habilidoso de tantas maneras, pudo darse cuenta lo cuidadoso que fue al manipular su pie herido. Su toqu
En el frío paseo. Los trillizos del CEO Ivanov y los trillizos del CEO Valentain. Parecían seis pequeños osos adorables color café. Se les veía caminar por las calles. Llamaban la atención de todos a su paso. Los Elegantes y atractivos padres iban vestidos en trajes oscuros, guantes, bufanda y un grueso abrigo para protegerse del inclemente frío. Las damas estaban perdidas entre la ternura de ver a los hermosos niños y esos imponentes hombres que les arrancaban suspiros. Los novios y los esposos estaban celosos, algunos preguntaron, ¿Qué tienen ellos que no tenga yo? Pero la respuesta era más que obvia. Esos dos hombres eran como dos dioses caminando por la tierra. — Papá, ¿Me cargas? El pequeño Alexandro ya se cansó, me duelen los pies y tengo frío. — El niño miraba a su padre con ojos de cachorrito. Estaba a punto de lloriquear, no iba a dar un paso más, él era muy consentido por su madre y por sus abuelos, no estaba acostumbrado a tanto ejercicio. — Si no te cargo vas a
Sergey y Apolo llevaron a sus hijos a un exclusivo restaurante que combinaba comida occidental, y Rusa. El respetado CEO Ivanov, fue recibido con mucho respeto. El era conocido por ser un empresario internacional muy rico e importante. El CEO solía ir a ese lugar a comer con sus socios, reuniones o solo por degustar los ricos platillos. Las empleadas en su mayoría gustaban de Sergey aunque él nunca daba pie a nada ni de romance, ni de tener una aventura sexual. — Ivana, ¿Ya viste quien llegó? Es el CEO Ivanov. — La bella mesera de lujo, de grandes ojos verdes y cabellos negros. Por una sola vez que el empresario agradeció la atención, pensó que ella le había gustado y desde entonces se auto llamaba la chica del CEO ruso. — Seguro que vino a verme. Dejen esa mesa libre, yo la atenderé. Ivana se encaminó al área donde estaban los comensales, solo que no le habían dicho quienes venían con su amor platónico. La sexy rusa casi se va de espaldas al ver a tanto niño. — Bi... Bie
La comida para el CEO Ivanov estaba completamente arruinada. Se disculpó para ir al sanitario e hizo una llamada. — Sergey. ¿En donde te has metido? ¿Ya regresaste de América? — He vuelto. Pero hoy mismo voy a salir de aquí. ¿Estás libre? Si lo estás en una hora te veo en el aeropuerto. — Justo estaba queriendo tomarme unos días. Acabo de terminar el juicio con un caso bastante difícil. Mi equipo y yo sí que lo tuvimos bastante complicado. — ¿Pero ganaste? — Por supuesto, tu duda me ofende. Mi cliente está libre y con el récord más limpio que el alma de un bebé recién nacido. — No se espera menos de ti, Adriano. Eres el mejor abogado que conozco. Por cierto, quiero contratar tus servicios. — ¿En qué lío te metiste ahora? Siempre tienes todo en órden. ¿Acaso embarazaste a una chica y ahora te está demandando para que reconozcas a su hijo? — Que gracioso abogado de Luca. Nadie me está demandando para reconocer mi paternidad. Pero quiero precisamente que comiences los
Ismael se quedó en silencio unos momentos. Había sido un CEO solitario por largo tiempo. Quizás era momento de establecerse y formar su propia familia. Pero... ¿Sería esa hermosa pelirrojiza la mujer indicada? — ¿Ismael, sigues ahí? — Sigo aquí Dorian. El motivo de mi llamada es otro asunto. Me he enterado de que el padre de mis sobrinos vino a los Estados Unidos, y los ha encontrado. Ese miserable después de haber hecho sufrir de la peor manera a mi hermana, viene así como si nada. — Bueno, en nosotros no quedó impedir que diera con ellos de muchas maneras posibles. Quizás sea la vida que ha decidido que es el tiempo para que los trillizos conozcan a su padre. Hasta donde me contaste el CEO Ivanov nunca dijo que no quisiera a sus hijos. El es su padre, Ismael, los niños son sus herederos y tú bien sabes que para hombres como nosotros eso es demasiado importante. — Lo sé, es heredar todo un legado y riquezas y poder a tu sangre. Pero ese tipo me hace enfurecer de solo pens
Los Padres llegaron en dos coches de lujo hasta la pista del aeropuerto con sus respectivos trillizos. — Papá, ¿Vamos a dar un tour por el mundo y por eso es que ahora vamos a Francia? — El pequeño Ares preguntaba a Apolo. — Bueno... Algo así. ¿Recuerdan a Oliver? El chef francés que fue maestro de su tía Isabella. — Si, él hace postres deliciosos. — El niño Eros respondió. — Bueno pues está en Francia, en una competencia junto a Isabella. Su tío Sergey está enamorado de ella. Piensa que Oliver se la quiere quitar. — Wow... Es como en las películas, el príncipe debe pelear por el amor de la princesa para que otro chico no se la lleve y se case con ella. — Exacto Ares. Si Oliver está planeando declararse a tu bella tía, no sabe la que le espera, Sergey no le va a tener piedad. — ¡Si...! Yo le voy al tío, ese chef cocina rico pero nuestro tío Sergey es el mejor. Apenas bajaron del coche ya había un hombre de pie en la escalera vestido de traje y un grueso amigo café cl
Unos cuantos niños estaban pegados a sus padres y otros dos más estaban pegados a su tío Adriano. El pequeño Aleksey y el pequeño Ares. tomaron una manta y se recargaron en el trono del abogado, de pronto lo tenían inmovilizado. — Solo a ustedes se les ocurre tener a tanto niño junto. Solo tienen dos brazos y se necesitan como seis para darse abasto. — Tío Adriano. Hazme piojito para que me pueda dormir. — Pidió Aleksey. — También a mi tío Adriano. Yo también tengo sueño. — Ares también pedía cariños. — Genial. Me tocaron los más consentidos a mí. — El apuesto abogado dejó lo que estaba haciendo para rascar suavemente los cabellos de los dos niños. Se decía a el mismo que pasarían muchos años antes de tener un hijo. No quería vivir la misma historia que sus amigos. Tres hijos de una sola vez eran demasiados. (...) Griselda se despertó buscando a Ismael por la habitación pero no se encontraba por ninguna parte. Llegó a brincos al sanitario y salió a saltos de la recámar