— Lemuria, quiero que despiertes al clon de la cabina doce dos cero seis.— ¡Claro que sí, señor Adrián! En este mismo instante comenzaré con las maniobras de reanimación. Todos dieron varios pasos atrás cuando la cabina drenó el líquido que escapó por una tubería que estaba anclada al suelo. Luego, la cabina comenzó a calentarse.Desde donde estaba Adrián, podía sentir el calor que comenzaba a desprender. El vidrio se hizo translúcido y pudieron observar completamente al hombre que había al otro lado. Su cuerpo era del color de la canela, tenía unas cejas anchas y una barba un poco poblada, con el cabello tremendamente oscuro.Se veía como un hombre atlético, aunque lo cierto es que Adrián imaginó que todos los clones eran atléticos, seguramente estaban diseñados genéticamente así para conservar la mayor salud posible. Dahiana era prueba de eso; él no recordaba a la actriz original con un cuerpo tan bien estructurado como la joven a su lado. — Esta parte es horrible — , dijo ella.
Adrián no quiso ser el que le diera la noticia al con del rey que parecía más que asombrado: asustado, triste. Adrián permaneció cerca de la ventana, observando cómo el sol comenzaba a recorrer el océano. Ya era entrada la mañana. Tenía hambre, cansancio y sueño. Lo único que quería era acurrucarse en la cama al lado de Hannah y su bebé, pero tenían aún algo muy importante por hacer.Pasó al menos una hora. Entre Dahiana e Ismael le explicaron al hombre que era un clon, que era el clon de un rey, que no era más que una copia modificada de su ADN. Adrián lo observaba detenidamente. El verdadero Karim era un hombre de armas tomar, altamente homofóbico y machista. Lo eligieron a él porque era una persona que en esos momentos estaba llamando demasiado la atención en el mundo y que podría llamar incluso más si su clon era expuesto. Pero Adrián lo observó detenidamente. No confiaba en él; tal vez heredaba en sus genes aquellos comportamientos retrógrados, y eso lo asustó un poco. Pensó qu
Adrián se agarró con fuerza al borde de la ventana, pero los otros cuatro no tuvieron tanta suerte y perdieron el equilibrio, cayendo por todo el puente de mando. Percival, que apenas estaba literalmente aprendiendo a caminar, se golpeó la cabeza, su cuerpo se restregó contra el suelo y golpeó la pared del fondo. — ¡Lemuria, maniobras evasivas! — gritó Francisco hacia la tablet.La inteligencia artificial no respondió nada, pero cuando el siguiente misil fue lanzado desde la nave que se acercaba, otro misil más pequeño salió despedido desde el casco del barco y lo interceptó en el camino antes de que golpeara el casco nuevamente. — ¡Destruye esa nave! — le gritó Adrián, pero la inteligencia negó. — No puedo destruir nada que pertenezca a la empresa Vital. Está en mi programación. — Entonces, ¿dejarás que te destruyan? En tu programación está protegerte a ti y a todos los clones de este barco. — Tiene razón, señor Adrián. No se preocupe, tendré todo bajo control.El barco se encen
Adrián cerró los ojos y se cubrió el rostro con las manos cuando la llamarada que se alzó sobre él destruyó el dron muy cerca. La explosión se dirigió a toda velocidad hacia su cuerpo. Fragmentos del dron golpearon la armadura que recubría la ametralladora, pero el fuego, intenso y violento, se extinguió tan rápido como había comenzado, sin causarle ninguna herida.Adrián apoyó nuevamente las manos sobre la metralleta y movió el artefacto pesado en otra dirección. Otro de los drones había disparado un misil. Adrián tenía pésima puntería, pero logró interceptarlo a balazos antes de que golpeara nuevamente el agujero en el casco.El dron comenzó a moverse en varias direcciones. Eran ágiles, y él tenía mala puntería, pero poco a poco comenzó a adaptarse.Tal vez eso era parte de los genes que le habían inculcado cuando lo crearon: no solo un físico mejorado, sino también una inteligencia superior. Para Adrián, las cosas siempre habían sido así. Se adaptaba súper rápido y aprendía incluso
Adrián contuvo el aliento mientras el helicóptero se acercaba a la playa. A lo lejos, podía divisar el horizonte montañoso que desembocaba en una selva frondosa y luego en la playa. Había un área de playa menos suave, más rocosa, a unos 100 metros de donde estaba la cabaña. El helicóptero aterrizó ahí.Cuando Dahiana puso los pies en el suelo, cayó arrodillada ante la arena, la agarró con los puños y la olió. — Es escalofriante — murmuró — . Es la primera vez en mi vida que la toco, pero es como si ya lo hubiera hecho antes. Aún ni siquiera soy capaz de creerme lo que me dijeron. — Lo es — le dijo Adrián, tomándola del codo y el brazo para que se pusiera de pie y caminara con él — . Han de ser los recuerdos de la otra mujer, pero tranquila. Te prometo que todo estará bien.Ella asintió, sonriéndole. Los tres hombres bajaron del helicóptero. Francisco terminó de pagar la otra parte al anciano que soltó una carcajada y luego encendió el aparato. Se marchó nuevamente. Todos observaro
La mujer había desenfundado un arma y el policía se había puesto terriblemente tenso. — No confío en ella — le dijo a Adrián.Él se encogió de hombros. — Lo sé, yo tampoco, pero no tenemos más alternativa. Tal vez sea una trampa, pero aunque lo sea, nos lleva con Hannah y Ana María. Trabaje para Alfonso o para Luciano, ellas estarán a donde nos lleve esta mujer. Si es una trampa, pues ya veremos qué sucede cuando estemos allá.Luego volteó a mirar hacia Ismael. — ¿Lograste respaldar todas las fotos?Él asintió. — Sí, están guardadas en la nube. Ana María hizo algo de encriptación. Yo no sé qué, pero será imposible que alguien pueda acceder a ellas. Están protegidas.Adrián asintió. Al menos las evidencias estarían seguras. Si algo llegaba a pasarles, solo tenían que publicarlas y Vital estaría muerto. Aquello le generó una nueva incertidumbre: ¿qué pasaría después?Después de que se acabara toda esa venganza, después de que lograran librarse de Luciano y Ernesto, de que expusiera
Adrián al menos se sintió completo al tener a Hanna en sus brazos. La abrazó con fuerza, sintió el calor de su piel contra la suya, y eso lo reconfortó. Pero cuando ella le pronunció aquellas palabras, él se tensó. — ¿A qué te refieres? — preguntó mirando a las personas que había alrededor. — Creo que deberíamos hablar en un lugar más privado — le dijo Adrián.Luego volteó a mirar hacia Elena. La mujer estaba ahí, de pie, parecía contener las lágrimas. — ¿Podemos tener un momento a solas? — le pidió a la mujer. Ella Les señaló un pequeño hangar y todo el grupo caminó hacia allá— ¿Quiénes son? — preguntó Hanna cuando estaban a punto de llegar.Adrián se golpeó la frente con la palma de la mano. — Tienes razón. Lo siento. Te presento a Dahiana y a Percival — dijo. Hannah asintió estrechando la mano de la mujer. Adrián titubeó y luego añadió: — Ellos son clones, Hanna. No sabes lo que encontramos en Lemuria. No sabes por lo que pasamos.Adrián notó cómo Dahiana estaba más cal
Adrián se quedó en la cama un rato, un largo minuto en el que Elena lo miró desde arriba. Luego, Hanna se acercó a él y tomó delicadamente a su bebé en sus brazos. — Tiene razón, Adrián. Ve con ella. No tienes que confiar — le murmuró — . Pero al menos escucha lo que tiene por decir.Adrián dejó que Hanna quitara al pequeño bebé de su regazo y se sintió vacío cuando lo hizo. Se puso de pie y volteó a mirar a Francisco. El policía se puso de pie para acompañarlo. Ambos hombres salieron, acompañados de la mujer, del hangar. — ¿Qué se supone que es esto? — preguntó Adrián — . ¿Son de la policía? ¿El ejército? — Ambos. Somos una organización un poco extraoficial... de hecho, bastante extraoficial. Hay cosas que se tienen que hacer por fuera de la ley, ¿no es así? — le dijo al policía.Francisco gruñó como única respuesta mientras miraba alrededor. Le había sorprendido a Adrián que no le hubiesen quitado el arma a Francisco. O querían que confiaran en ellos, o eran realmente tontos.