76| Adrián se sentía ansioso y asustado. Respiró profundo observando el atardecer, que pintaba el cielo con trazos de rojizos y violetas. Estaban todos en la playa.A lo lejos se podía ver el helicóptero que Francisco había logrado contratar discretamente para que los llevara hacia Lemuria. Pero Adrián sentía una extraña sensación en el pecho. Se volvió hacia Hannah y su hijo y los abrazó con fuerza. Le dio un profundo beso en los labios y luego besó la pequeña cabecita del bebé. — Todo va a estar bien, ¿verdad? — preguntó Hannah.Él asintió. — Claro que sí, ya verás que todo va a estar bien. Tomaremos todas las evidencias que necesitemos y luego regresaremos. Después de eso, veremos si a un par de jueces con los que Francisco ha estado hablando aceptarán nuestras evidencias y, después de esto, volveremos a tener una vida normal. Una vez hundamos a Luciano y a...Adrián ya ni siquiera quería llamarlo por su nombre. Antes le decía padre, el hombre que lo había engendrado. Ahora, a
Adrián se ajustó la cámara, colgándosela del cuello. Luego sostuvo la tablet frente a él. — ¿Hacia dónde están los clones, Lemuria? — le ordenó. — Por supuesto que sí, señor Adrián. Siga las luces rojas que le indicaré a continuación.Una línea de luces LED rojas se encendieron en una de las puertas, y los tres hombres caminaron hacia ella. Adrián sintió que le comenzaban a sudar las manos mientras la abría. Cuando la abrió, dentro del lugar se encontraron de repente con una especie de robot humanoide. Era de la altura de un niño de 10 años; sus brazos y piernas eran más largas de lo normal. Los tres se detuvieron en seco. — Sígame por aquí — les indicó Lemuria a través de un parlante en el robot.Tenía una cabeza redondeada como un balón, pero no tenía ojos; tal vez no los necesitaba. El robot comenzó a caminar firmemente hacia el frente, y los tres hombres se miraron. — Tiene sentido. Si el barco necesita hacer algo físico, Lemuria no puede hacerlo. Imagino que han de ser como
Francisco había sacado un pequeño pañuelo que tenía en su mochila y presionó con fuerza la herida en la ceja de Adrián. La mujer había cerrado las puertas del agujero en el que habían caído y ahora los tres estaban atrapados, iluminados únicamente por las luces de las linternas. — No es muy profundo — le dijo el policía después de un rato — Solo requerirá un par de puntadas, pero tengo esto que podría ayudar.Le pegó unos pedacitos de cinta juntando la piel para cerrar la herida. Luego le limpió la sangre del rostro, le lavó los restos que habían entrado en su ojo y se sentó en una esquina. — ¿Qué fue lo que pasó? — se preguntó en voz alta Francisco — ¿Crees que esté ahí, escuchándonos? — Ha estado todo este tiempo aquí sola — comentó Adrián — . Cuando escapó, por alguna razón no llegaron a tiempo. Robamos primero a Lemuria antes de que ellos lograran venir a contenerla o hacerle algo. Deben estar desesperados.Ismael estaba sentado en la esquina, revisando las fotografías en las c
Adrián dio dos pasos atrás para poder contemplar a la mujer. Tenía la ropa oscura y ajada, parecía que la había usado durante todo ese año. El cabello oscuro, suelto, ondeaba por el viento que entraba por alguna puerta. — ¿Nos dejarás salir de aquí? Te prometo que no te haremos daño.La mujer se abrazó a sí misma y dio dos pasos atrás. — Salgan, pero si hacen algo, los golpearé con esta llave.Francisco se puso de pie, dio un increíble salto hacia la pared, apoyando su pie en ella, y luego se agarró del borde, saliendo de un salto al exterior.Estiró la mano y agarró a Ismael en el aire, cuando el joven saltó, lo sacó de un solo tirón. Luego, entre los dos, sacaron a Adrián.Afuera, le pareció que la luz era bastante cegadora y les tomó un par de segundos acostumbrarse a ella. La mujer les apuntaba con la llave. Adrián se quitó el bolso que tenía y la cámara, los dejó en el suelo y luego se sentó en él.A pesar de estar al nivel del mar, el lugar estaba tan frío que casi castañeteab
Adrián contempló la posibilidad de lo que le decía Ismael, pero luego negó con vehemencia. — No podemos hacer eso. Si despertamos a las trece mil personas que hay aquí, sería un caos. ¿Te imaginas? Tendríamos que llegar a tierra lo antes posible, y eso es imposible. Recuerda que necesitamos los códigos de confirmación y los datos biométricos para poder hacer que el barco toque tierra.El joven le sacó otra fotografía a Dahiana, y la mujer pareció un poco incómoda. — Lo siento, pero tenemos que recopilar toda la evidencia. Sí, Adrián, tienes razón — comentó el joven — . Si los despertamos a todos y no tenemos cómo regresar el barco a tierra, morirían de hambre. — Pero entonces no tienen que ser todos — comentó Francisco, levantando la cabeza y observando los cientos y cientos de cabinas con clones — . Tal vez lo que tenemos que hacer es simple, tal vez solo tenemos que despertar a los más importantes. Hay trece mil aquí, e imagino que cuando Lemuria se refiere a clones que aún no es
Hannah se despertó temprano en la mañana, tan temprano que el sol apenas comenzaba a salir por el horizonte. La cabaña que habían escogido para esconderse estaba cerca de la playa.El océano iba y venía, dando toques suaves a la arena. Hannah quiso estar sentada sobre la arena observando el amanecer para ver el helicóptero que llegaría con su amado, pero parecía que no sucedería pronto.Revisó nuevamente su teléfono y no encontró ninguna notificación que le indicara que Adrián había intentado comunicarse con ella. Tenían varios teléfonos desechables para evitar ser rastreados, pero el hombre tenía el contacto de uno de los teléfonos más seguros que habían conseguido.Podía llamarla, podría decirle qué estaba pasando, pero no le había dicho nada. Tal vez estaban muy ocupados recuperando evidencia, tal vez les hubiera pasado algo.Se arrancó el mal pensamiento de la cabeza y caminó hacia la cuna de su hijo. El bebé estaba despierto, pero no había llorado. Era tan hermoso, tan perfecto,
Hannah sintió una extraña sensación en el cuerpo. No era miedo. Más bien era una sensación de rabia. Sostuvo el arma con fuerza mientras le apuntaba a Alfonso.Con la otra mano, la apoyó en la cabeza de su bebé, que estaba escondido en el fular atado a su cuerpo. Sintió un escalofrío cuando lo miró a la cara. Evidentemente, había entrenado durante ese año; su cuerpo era más ancho ahora. Era tan parecido a Adrián que Hannah sintió un miedo profundo a apretar el gatillo. — Déjala — le ordenó Hannah al hombre.Pero él chasqueó la lengua mientras negaba. — No, mi querida esposa. De esta no te librarás tan fácilmente. Han huido de nosotros por mucho tiempo, pero ya te tengo.— Tú no sabes lo que me hará Ernesto, tu padre, cuando me entregues con él, y tampoco Luciano.Pero Alfonso negó. — Yo no estoy trabajando para ellos. No seas ridícula. ¿Qué tiene que ver mi padre y Luciano con esto?Hannah dio un paso al frente. — Eso significa que aún no sabes nada. Eso significa que sigues siend
Ana María apretó con fuerza a Hannah cuando la mujer recién llegada sacó el arma y le disparó a Alfonso. Pero el sonido no fue fuerte como una detonación; más bien fue como si aire escapara.Ambas mujeres vieron cómo un dardo salió volando y se estrelló contra el pecho de Alfonso. El hombre se desplomó de inmediato. Los otros hombres que acompañaban a Alfonso cayeron también al mismo tiempo. Luego, un grupo de personas armadas con las mismas armas con dardos entró a la casa.La mujer entró a la habitación, se arrodilló junto a Alfonso y le acarició el rostro con ternura. — Ay, mi muchacho — dijo la mujer. Parecía que él podía verla y escucharla, solo que estaba paralizado — . Esto durará apenas unos 15 o 20 minutos. Te prometo que cuando nos veamos otra vez te lo contaré todo. Lamento que las cosas se dieran de esta forma. Lamento no haber estado ahí para guiarte y que te convirtieras en un hombre de bien, pero sé que tu corazón es bueno. Lo sé porque fui yo quien te dio a luz. Prom