Adrián sintió cómo el estómago le dio un vuelco, el hombre frente a él le apuntaba directamente a la cara; al parecer, no había bastado con la explosión, quien lo quisiera muerto, lo quería muerto de verdad, a como diera lugar, sin importar las consecuencias. Pero ahí estaba Hannah, su sobrina, su hermana, no podía permitir que presenciaran algo como eso, así que levantó las manos hacia el hombre. — Déjalas ir — suplicó — Por favor, no hagas que ellas lo vean. — No, no vamos a dejarte — dijo Evaluna, pero Adrián negó — . Váyanse — les dijo. Le dio un beso en la frente a su sobrina y luego empujó a su hermana por la puerta. Cuando agarró a Hanna por la muñeca, ella negó. — No, yo no me voy a ir — Pero él la empujó con violencia y justo antes de que diera a la vuelta para intentar entrar de nuevo, él cerró la puerta y la apretó con fuerza; la madera se atascó con los retazos rotos que había quedado y la puerta quedó bloqueada. Al otro lado, Hannah la porreó varias veces, per
Las noticias no se hicieron esperar; antes de que cayera la madrugada, la ciudad entera sabía lo que había pasado en Vital. Una vez más, la farmacéutica estaba envuelta en un escándalo de proporciones enormes. De las seis personas que estaban tiradas en el suelo, dos habían fallecido esa misma noche. Las otras cuatro estaban gravemente heridas, pero sobrevivirían. El cuerpo del hombre que estaba sobre la tarima, llamado Raúl, uno de los porteros del edificio, fue identificado. La bomba no fue identificada, pero balística confirmó que había sido puesta en el atril con un cronómetro; no tenía control remoto. Estaba diseñada para explotar a esa hora específica, la hora en que Adrián, es decir, Alfonso, debería haber estado sobre la tarima dando su discurso.Adrián estaba sentado en una fría y dura silla. Tenía sueño, le dolía el cuerpo y le ardía la garganta. Quería irse a casa a descansar, aunque sabía que no lograría hacerlo. Cada vez que cerraba los ojos, veía en su mente las imágen
Hannah se sentía extraña; el viaje camino a casa fue silencioso. El sexy guardaespaldas de Alfonso conducía el auto, así que ellos iban en la parte trasera en silencio. Alfonso parecía perdido en sus propios pensamientos, las cosas que habían tenido que ver y hacer esa noche los acompañarían seguro de por vida, pero no era lo único que había pasado. Su encuentro íntimo en el baño era algo de lo que tenían que hablar, pero Hannah no sabía si tenía cabeza para eso en ese momento. Lo único que quería era acostarse, dormir y olvidar todo lo que había pasado. El sol comenzaba a despuntar por las montañas a lo lejos. La madrugada había caído sobre la ciudad, pero Hanna notaba algo diferente en el ambiente. No sabía explicar si era algo bueno o malo; era algo que percibía en los huesos, en el estómago. Sabía que las cosas cambiarían de ahí en adelante, que ya nada volvería a ser igual, y eso la asustó. No entendía si era algo para bien o para mal.Cuando el auto se detuvo frente a la casa
Adrián salió de su habitación cansado, sintiendo el cuerpo entumecido y agotado. El chichón en su cabeza apenas había terminado de disminuir; la terrible jaqueca lo atormentaba cuando cerraba los ojos, trayendo consigo imágenes distorsionadas de los cadáveres en el suelo y la sangre sobre el escenario. Por suerte, las violinistas que estaban sobre la tarima habían descendido justo a tiempo; los muertos podrían haber sido más. Todo eso era por él, por intentar matarlo a él. Una sensación en el estómago lo apretaba, le apretaba el corazón, haciéndolo sentir extrañamente culpable.Mientras bajaba por las escaleras de la casa, se preguntó una y otra vez si lo mejor que podía hacer no era agarrar sus cosas e irse. Pero ya no podía. Alejarse en ese momento no traería más que problemas. No sabía dónde estaba el verdadero Alfonso; tal vez el hombre se había desentendido por completo de su vida y había decidido irse para siempre. Si él se iba, lo seguirían pensando que era el Alfonso real.
Ismael se sentó en la silla frente a la cama de Hanna. Hacía unos 20 o 30 días que no se veían y Hanna notó que estaba un poco más ancho. — ¿Tus clases de artes marciales van bien? Supongo — le preguntó ella. El joven se encogió de hombros. — Se llama artes marciales mixtas y sí, van muy bien, pero no vine aquí a hablar de mí. Necesito que me cuentes qué es lo que está pasando, ¿por qué tu esposo ahora es musculoso?Hannah se encogió de hombros y se acostó en la cama mirando hacia el techo. — Estuvo tomando cosas hormonales para los músculos, algo así. Los meses que estuvo de vacaciones no hizo más que entrenar y hacer eso.— ¿que no teníamos problemas cardíacos? Eso lo pudo haber matado — ella suspiró únicamente como respuesta. — La verdad es que no lo sé, desde que llegó de su viaje. Es casi como otra persona — Ismael asintió — Sí, lo noté, hay algo diferente en sus ojos, ni siquiera me reconoció, está más loco que antes — Hanna seguía en la cama, la mañana era fría y ll
Adrián emprendió su camino hacia la clínica para ver a su hermana Evaluna. Francisco se ofreció rotundamente a conducir, y Adrián lo miró sentándose en el asiento del copiloto con la maleta sobre las piernas. Observó al hombre, era serio, con la mirada firme. Se aclaró la garganta. — ¿Por cuánto tiempo va a durar esto? — le preguntó a Francisco. El policía no contestó A lo largo del minuto.— mientras atrapamos a la persona que quiso matarlo — Adrián pensó que eso es contraproducente para su plan. Tener un policía a su lado las 24 horas del día podría ser sospechoso. Tal vez él podría descubrir que no era el verdadero Alfonso.— ¿Y no puedo contratar seguridad privada? — Puede, si quiere, pero como le dijo ayer mi compañero, usted es un hombre muy importante para la ciudad. De hecho, es uno de los empresarios más importantes de este país. No permitiremos que un mediocre esquemamde seguridad lo proteja. Nosotros mismos nos encargaremos, y si usted no lo permite, un juez lo obligará
Francisco permaneció alerta. Toda una vida ejerciendo la labor lo habían convertido en un hombre observador. No había detalles a su alrededor que se le escaparan de la vista, y en un momento como esos, más que en cualquier otro, todos sus sentidos debían estar completamente alertas. Alfonso se subió sobre una silla, exponiéndose ante todos sus empleados en una sala. Así que el policía barrió con la mirada el lugar, encontrando cualquier sospechoso movimiento, cualquier persona mal ubicada, cualquier indicio que pudiera indicar que tal vez intentarían atentar de nuevo contra su vida. Pero todo pareció calmado y en silencio. El empresario se aclaró la garganta, parecía un poco nervioso, pero cuando habló, lo hizo con determinación:— Mis queridos colegas — comenzó Alfonso — . Hoy nos encontramos aquí, reunidos en un momento de profunda tristeza y conmoción. Anoche, nuestra celebración fue interrumpida por un acto de violencia sin sentido. Perdimos a personas valiosas, colegas querid
Francisco Scar Scar se había sentido en guerra toda su vida. No recordaba algún momento en su existencia en el que tuviera paz, en el que se sintiera a salvo, tranquilo, sin alguna responsabilidad, sin tener que pelear por su vida.Incluso después de que abandonó la guerra y se dedicó a ser detective, parecía que su vida siempre estaba llena de emociones inciertas. Aunque él no buscara los problemas, los problemas llegaban siempre a él.Pensó retirarse en un punto entre su partida de la Guerra y su inicio en el mundo de la policía, pero lo cierto es que no encontró otro sentido en su vida más que servir.Por eso estaba ahí, agazapado detrás de un muro, contemplando a la famosísima actriz que esperaba en la puerta de la oficina del tal Luciano a que su secretaria la anunciara.Había algo ahí que le generaba cierta incertidumbre, algo que no encajaba del todo. Su instinto policíaco se lo decía. En la guerra, más de una vez ese presentimiento le había salvado la vida. Así que era eso lo