18 perder el control.Hannah lo hizo sin pensar, claramente el alcohol en sus venas le movió el cuerpo, pero no quería quedarse con la duda. Los besos, los poquísimos besos que le había dado a Alfonso, habían sido fríos; el hombre tenía los labios endurecidos, abría poco la boca, era un desastre total.Necesitaba saberlo, necesitaba probar que ese Alfonso era el mismo Alfonso que la había golpeado, el mismo Alfonso que la había humillado. Así que recortó la distancia que los separaba y lo besó.Al principio, Alfonso ni se movió, pero desde el primer instante en que Hannah puso sus labios contra los suyos, sintió que había algo diferente.Succionó el labio de abajo, suave y carnoso, y luego, despacio, las manos de Alfonso se posaron en sus caderas y la trajeron a su cuerpo. Abrió la boca y la besó de vuelta; era un beso acompasado, ambos se entendieron perfectamente, los labios del hombre sedoso se metieron entre su boca.Hannah metió los dedos en el cabello de él, atrayéndolo hacia su
Adrián escuchó una voz a lo lejos, se le hacía familiar pero no era capaz de entender ciertamente de quién era o qué le decía. Los oídos le pitaban como si un par de cornetas se hubieran posicionado en cada una de sus orejas. De repente, un dolor lo invadió, le atravesó desde la parte trasera de la cabeza y toda la columna. Entonces, todo regresó a él como un baldado de agua fría ir caminando hacia el auto de Alfonso, siendo arrollado por él, luego manipularlo para que creyera que la idea de intercambiar era suya, su padre, la empresa, Hannah, el cálido y estrecho interior de la mujer, sus besos y luego explosión. Cuando abrió los ojos, Hannah estaba sobre él, lo sostenía, cargado en sus piernas, había humo y polvo, le picaba la nariz y le dolía la cabeza, todo se veía borroso, la mujer le hablaba, pero él no era capaz de entender lo que decía. Se escuchaba tan lejos como un sueño, se tocó la parte trasera de la cabeza donde se había golpeado al caer, luego si miró la mano, no ten
Adrián sintió cómo el estómago le dio un vuelco, el hombre frente a él le apuntaba directamente a la cara; al parecer, no había bastado con la explosión, quien lo quisiera muerto, lo quería muerto de verdad, a como diera lugar, sin importar las consecuencias. Pero ahí estaba Hannah, su sobrina, su hermana, no podía permitir que presenciaran algo como eso, así que levantó las manos hacia el hombre. — Déjalas ir — suplicó — Por favor, no hagas que ellas lo vean. — No, no vamos a dejarte — dijo Evaluna, pero Adrián negó — . Váyanse — les dijo. Le dio un beso en la frente a su sobrina y luego empujó a su hermana por la puerta. Cuando agarró a Hanna por la muñeca, ella negó. — No, yo no me voy a ir — Pero él la empujó con violencia y justo antes de que diera a la vuelta para intentar entrar de nuevo, él cerró la puerta y la apretó con fuerza; la madera se atascó con los retazos rotos que había quedado y la puerta quedó bloqueada. Al otro lado, Hannah la porreó varias veces, per
Las noticias no se hicieron esperar; antes de que cayera la madrugada, la ciudad entera sabía lo que había pasado en Vital. Una vez más, la farmacéutica estaba envuelta en un escándalo de proporciones enormes. De las seis personas que estaban tiradas en el suelo, dos habían fallecido esa misma noche. Las otras cuatro estaban gravemente heridas, pero sobrevivirían. El cuerpo del hombre que estaba sobre la tarima, llamado Raúl, uno de los porteros del edificio, fue identificado. La bomba no fue identificada, pero balística confirmó que había sido puesta en el atril con un cronómetro; no tenía control remoto. Estaba diseñada para explotar a esa hora específica, la hora en que Adrián, es decir, Alfonso, debería haber estado sobre la tarima dando su discurso.Adrián estaba sentado en una fría y dura silla. Tenía sueño, le dolía el cuerpo y le ardía la garganta. Quería irse a casa a descansar, aunque sabía que no lograría hacerlo. Cada vez que cerraba los ojos, veía en su mente las imágen
Hannah se sentía extraña; el viaje camino a casa fue silencioso. El sexy guardaespaldas de Alfonso conducía el auto, así que ellos iban en la parte trasera en silencio. Alfonso parecía perdido en sus propios pensamientos, las cosas que habían tenido que ver y hacer esa noche los acompañarían seguro de por vida, pero no era lo único que había pasado. Su encuentro íntimo en el baño era algo de lo que tenían que hablar, pero Hannah no sabía si tenía cabeza para eso en ese momento. Lo único que quería era acostarse, dormir y olvidar todo lo que había pasado. El sol comenzaba a despuntar por las montañas a lo lejos. La madrugada había caído sobre la ciudad, pero Hanna notaba algo diferente en el ambiente. No sabía explicar si era algo bueno o malo; era algo que percibía en los huesos, en el estómago. Sabía que las cosas cambiarían de ahí en adelante, que ya nada volvería a ser igual, y eso la asustó. No entendía si era algo para bien o para mal.Cuando el auto se detuvo frente a la casa
Adrián salió de su habitación cansado, sintiendo el cuerpo entumecido y agotado. El chichón en su cabeza apenas había terminado de disminuir; la terrible jaqueca lo atormentaba cuando cerraba los ojos, trayendo consigo imágenes distorsionadas de los cadáveres en el suelo y la sangre sobre el escenario. Por suerte, las violinistas que estaban sobre la tarima habían descendido justo a tiempo; los muertos podrían haber sido más. Todo eso era por él, por intentar matarlo a él. Una sensación en el estómago lo apretaba, le apretaba el corazón, haciéndolo sentir extrañamente culpable.Mientras bajaba por las escaleras de la casa, se preguntó una y otra vez si lo mejor que podía hacer no era agarrar sus cosas e irse. Pero ya no podía. Alejarse en ese momento no traería más que problemas. No sabía dónde estaba el verdadero Alfonso; tal vez el hombre se había desentendido por completo de su vida y había decidido irse para siempre. Si él se iba, lo seguirían pensando que era el Alfonso real.
Ismael se sentó en la silla frente a la cama de Hanna. Hacía unos 20 o 30 días que no se veían y Hanna notó que estaba un poco más ancho. — ¿Tus clases de artes marciales van bien? Supongo — le preguntó ella. El joven se encogió de hombros. — Se llama artes marciales mixtas y sí, van muy bien, pero no vine aquí a hablar de mí. Necesito que me cuentes qué es lo que está pasando, ¿por qué tu esposo ahora es musculoso?Hannah se encogió de hombros y se acostó en la cama mirando hacia el techo. — Estuvo tomando cosas hormonales para los músculos, algo así. Los meses que estuvo de vacaciones no hizo más que entrenar y hacer eso.— ¿que no teníamos problemas cardíacos? Eso lo pudo haber matado — ella suspiró únicamente como respuesta. — La verdad es que no lo sé, desde que llegó de su viaje. Es casi como otra persona — Ismael asintió — Sí, lo noté, hay algo diferente en sus ojos, ni siquiera me reconoció, está más loco que antes — Hanna seguía en la cama, la mañana era fría y ll
Adrián emprendió su camino hacia la clínica para ver a su hermana Evaluna. Francisco se ofreció rotundamente a conducir, y Adrián lo miró sentándose en el asiento del copiloto con la maleta sobre las piernas. Observó al hombre, era serio, con la mirada firme. Se aclaró la garganta. — ¿Por cuánto tiempo va a durar esto? — le preguntó a Francisco. El policía no contestó A lo largo del minuto.— mientras atrapamos a la persona que quiso matarlo — Adrián pensó que eso es contraproducente para su plan. Tener un policía a su lado las 24 horas del día podría ser sospechoso. Tal vez él podría descubrir que no era el verdadero Alfonso.— ¿Y no puedo contratar seguridad privada? — Puede, si quiere, pero como le dijo ayer mi compañero, usted es un hombre muy importante para la ciudad. De hecho, es uno de los empresarios más importantes de este país. No permitiremos que un mediocre esquemamde seguridad lo proteja. Nosotros mismos nos encargaremos, y si usted no lo permite, un juez lo obligará