Habían pasado varios días desde lo sucedido con el arrogante e idiota de Ivanov. Supe que era un empresario muy famoso en toda Rusia, Europa y Estados Unidos, sumándole que era el hombre más rico de toda Rusia y el segundo en todo el continente europeo y por si no fuera poco, era un completo mujeriego.
Ahora elegía mi atuendo para esta noche, no quería irme muy descarada, pero tampoco pretendía aparentar ser una santurrona...algo que no me quedaba. Elegí un crop—top de cuero rojo, un jean del mismo material tiro alto negro y unos tacones del mismo color. Al terminar de arreglarme esperé varios minutos a que llegaran mis amados amigos, estaba a nada de cancelar y perderme en mis novelas. Para cuando estuve a punto de llamarlos llegaron los tres: Tamara, Lara y Andrés, en cuanto escuché los pitidos desesperados del automóvil salí.
—Hola Len —saludaron al unísono. Sonreí sentándome en uno de los asientos de atrás.
—Estas que arde, déjame decirte que si no me gustaran los penes sería la primera en ir tras esa vagina tuya —dijo Tamara con su tan fino vocabulario.
Todos empezamos a reír por sus ocurrencias sabiendo muy dentro de nosotros que todo lo que decía era verdad.
—Ustedes dos se ven malditamente perras sexys, tú no te quedas atrás Andrés, te recibiría sin parar toda la noche —observé como Tamara cambiaba su semblante a uno completamente serio—. Pero eres mi amigo y primero está la amistad —Aclaré, mirándola de reojo.
¿Era yo, o esta mujer gustaba de Andrés?
—Calma Tamara, ya sabemos que es todo tuyo —Bromeó Lara. Logré ver por el retrovisor un pequeño rubor en el rostro de Andrés—. Además, es como nuestro hermano, sería raro.
— ¿Qué hay con mi amigo Lena? —preguntó Andrés rápidamente.
Maldito.
— ¿Qué? ¿Le sucedió algo? —me hice la desentendida.
Mi no relación con él no sería un tema de conversación en estos momentos, ah no claro que no.
—Sí, dice estar bajo el efecto Lena —comentó burlón. Las chicas me miraron fijamente y yo solo pude sonreír inocentemente—. Tal vez aparezca por acá, aunque lo dudo. Tenía mucho trabajo.
—Antes de que quieran bombardearme con preguntas no hablaremos de ello —las señalé severamente—. Espero que en verdad tenga mucho trabajo, no quiero verlo…no hoy por lo menos.
Les pregunté sobre su día en el hospital cambiando rápidamente de tema a lo que todos empezamos hablar y a opinar sobre ciertos casos de pacientes y sus posibles diagnósticos.
Cuando llegamos a la discoteca, abrí mis ojos exageradamente cuando divisé la enorme y extensa fila que había.
Ni loca la haría.
—Si algún idiota empieza a propasarse con alguna de las tres solo es que me hagan una seña y estaré con ustedes, ya saben cómo son —nos recordó Andrés mirándonos fijamente. En estos momentos parecía mi padre.
—Sí, sí a la chingada. Yo solo necesito beber y un hombre con quien amanecer —confesé.
Siempre nos protegía. Era hijo único y uno de sus anhelos era tener otro hermano, pero sus padres no tenían esos planes, así que ese instinto de hermano mayor salía muy a menudo con nosotras y lo apreciaba mucho.
Era lindo tener un hermano mayor de vez en cuando.
Salimos del auto directo hacia la entrada. Fruncí mi ceño confundida, pero Tamara volteó a verme con un atisbo de sonrisa y entendí. No haríamos ninguna fila, pues, así como yo odiaba tener que hacerla, ella lo hacia el triple.
Al estar dentro me sorprendí con la magnífica estructura que tenía el establecimiento, sus paredes eran realmente altas dándole un toque más espacioso al lugar. Al lado derecho se encontraba unas grandes escaleras que daban paso para el segundo piso. El interior era blanco. En el techo y en algunas paredes alumbran diferentes luces de neón. Había una barra realmente larga y ancha, atrás de ella se encontraban seis barman´s sin camisa, la vista era simplemente maravillosa, todos seis tenían todo lo que podría enloquecer a una mujer.
Mientras más recorríamos el lugar, más encantada y fascinaba estaba.
Llegamos hasta una mesa que Tamara ya tenía apartada para nosotros. Lara y Andrés se ofrecieron a traer las bebidas.
—Sera una noche estupenda —susurré.
Después de diez minutos ya tenía a mis posibles candidatos. Este lugar parecía un harem, pero en este caso de hombres calientes y sexys. Tamara ya estaba bailando con Andrés y Lara y yo íbamos por el sexto chupito.
De repente, empezó a sonar “High de Whetha & Dua lipa”. Una sonrisa traviesa cruzó por mi rostro –era nuestro momento—. Agarré la mano de Lara y caminé hasta la pista de baile con ella.
Empezamos a movernos sensualmente con un solo objetivo, tener la atención de la cantidad de hombres posibles.
Ir a clases de twerking, salsa y bachata habían mejorado muchísimo nuestra movilidad y estaba ayudando, poco a poco empezábamos a llamar la atención hasta que lo vi entre tantas personas.
Nikolav Ivanov se encontraba a un par de metros mirándome fijamente de una manera tan escalofriante, que me causaba terror saber lo que estaba pasando por su cabeza. Fue inevitable no recorrerlo con la mirada.
Debería ser un delito ser tan caliente, estaría necesitando más de cinco litros de agua para recuperarme después de esto, creo que tuve un orgasmo visual
¿Acaso eso es posible?
Repentinamente, una sonrisa arrogante empezó asomarse en su estúpido rostro. Caí en cuenta que me había quedado más tiempo de lo normal admirándolo. Idiota.
Volteé mi cara y le avisé a Lara que iba al baño.
Era una completa travesía pasar en medio de cuerpos sudorosos y gigantes, cuando lo logré, me di un repaso por completo para saber si aún seguía intacta y mi atuendo presentable. Cuando vi que no había nada de que preocupase continué hacia el baño.
— ¿Cómo es posible que este acalorada con solo mirarlo? —me remojé un poco el rostro. Nunca en mi vida me había ocurrido tal cosa—. Estúpido Ivanov.
Pasaron varios minutos en los que trataba de controlarme. Deseaba que cualquiera regara su bebida en el espectacular atuendo que llevaba puesto el Sr. Ivanov.
Que infantil.
Cuando noté que me encontraba mejor decidí que era hora de salir.
Mala decisión.
No di más de dos pasos fuera del baño cuando mi pecho choco contra algo bastante duro. Me tambaleé a tal punto de estar a nada de caerme y darle un buen saludo por el culo al suelo, pero gracias a un par de grandes y musculosos brazos que me sostuvieron, evitaron tan doloroso saludo.
Se sentía bien, se sentía realmente bien su toque en mí.
Subí mi mirada dispuesta agradecerle al hombre caballeroso, pero al encontrarme con el idiota del Sr. Ivanov toda mi gratitud se evaporó.
Pensándolo mejor, hubiera estado bien saludar a mi querido amigo el suelo.
—Hola Srta. Petrov —saludó lento, saboreando cada silaba de mi apellido. Su profunda voz me hizo erizar.
—Hola Sr. Ivanov —respondí en un débil susurro. Si no hubiera estado tan cerca posiblemente no me hubiera escuchado.
—Sabe usted moverse muy bien, me pregunto cuántas más cualidades tendrá —exclamó, mientras una de su mano bajaba paulatinamente con dirección a mi culo.
En otro momento le habría insultado y golpeado, pero tenía ya varios tragos encima y como resultado, estaba traviesa y jugaría ese juego de dos. Me acerqué lentamente a su oído murmurando.
—Te sorprenderías el saber cuántas son, pero me temo que solo son para un público en especial —agarré su oreja entre mis dientes y tiré suavemente de ella.
Sentí como se estremecía y erizaban sus bellos. Su cuerpo opto una postura tensa, sonreí al saber lo que lograba en una persona como él.
— ¿Yo encajaría en ese público? —preguntó, con una voz sutilmente ronca. Su mano apretó mi cola.
Me acerque aún más, dándole pequeños mordiscos en su cuello y sintiendo el bulto que se empezaba a formar en su entrepierna.
Me estaba calentando…y mucho, pero era Lena Petrov, yo no me dejaba llevar por cualquier hombre.
—NO —respondí firme—. Hasta pronto Sr. Ivanov —me encamine hasta mi mesa con una sonrisa que ni Sokolov sería capaz de quitármela, incluso si me tocara toda una jornada haciendo tactos rectales.
Después de ese pequeño momento con el Sr. Ivanov quede con una temperatura no acta para ningún ser vivo. Ese hombre emanaba sexo por todos lados, tomo todo de mi autocontrol para no caer en sus garras y no tenía pensado caer, ese tipo de hombres que se creían los reyes del mundo no eran mi tipo. Aunque no podía hablar de más.
La carne era débil.
Decidí ir a la barra, después iría de nuevo con mis amigos.
Pedí un trago fuerte en cuanto llegué. Alguien se sentó a mi lado, pero no me importo, tenía cosas más importantes como olvidar aquel encuentro de hace minutos.
El barman llegó con mi bebida sonriéndome malditamente sexy y sin pensarlo me la tomé de un solo trago.
Abrió sus ojos sorprendidos y me guiño un ojo.
Tal vez podría esperar a que terminara su turno…tal vez.
—Deberías tomártelo con calma, es una bebida muy fuerte —escuché que decían a mi lado. ¿Mamá, que haces aquí? —. Me presento, Diamen Vasíliev.
Volteé a mirarlo sorprendiéndome en el acto. El ruso tenía lo suyo. Alto, musculoso y sonrisa perfecta. Era lindo.
—Lena Petrov.
—Y dime Lena, ¿qué hace una mujer hermosa tan sola?
—No estoy sola, vine con mis amigos, ¿tú? —respondí mirándolo fijamente—. ¿Por qué un hombre tan bello como tú se encuentra solo?
—Lo mismo —sonrió—. Vine con algunos amigos, pero de lejos vi a una hermosa y perfecta mujer caminar sola a la barra y me era algo totalmente imposible no ir tras ella.
Reí
—Tienes que mejorar tu nivel de flirteó —le recomendé entre risas—. Dejando a un lado tu horrible flirteó. Esta esplendida mujer quiere bailar y espera que tú la acompañes.
—Sera un placer —nos levantamos y fuimos hasta la pista de baile con work de fondo.
Empecé a moverme y a restregarme sobre Adriano sensualmente. Sus manos sujetaron con firmeza mis caderas enviando un calor a mi parte baja.
Tal vez ya había encontrado con quien pasar la noche.
Alcé mi vista y observé a Ivanov hablar muy animadamente con una morena.
Seguro y será el polvo de hoy —pensé quitando mi mirada de ellos.
Adriano se acercó aún más a tal punto que no quedaba ningún espacio entre los dos, su aliento chocaba en mi cuello provocándome leves sonrisas mientras su miembro empezaba a endurecerse y a crecer como resultado a mis movimientos atrevidos.
Reí internamente al pensar que hace minutos me encontraba en una situación muy parecía con Ivanov.
De pronto, empecé a sentirme observada y no de una buena manera, un escalofrió recorrió mi espina dorsal haciéndome erizar. Sabía de quien se trataba. Ivanov, él era el único que lograba ese efecto en mí.
Empecé a buscarlo con la mirada hasta que lo encontré
Trague fuerte al verlo, en su mirada solo podía percibir odio. Su mandíbula estaba tensa. Ese hombre podía pasar de causarme excitación a miedo en un segundo.
—Me tengo que ir —me separé y volteé a mirarlo—. Adiós, fue un placer conocerte.
Miré el lugar en donde se encontraba Ivanov, pero ya no estaba.
— ¿Qué? ¿Acaso hice algo mal? Si fue así lo siento de verdad, déjame invitarte una copa.
—No te preocupes, solo…tengo que irme, mañana tengo guardia.
—Oh claro, pero al menos dame tu número, quisiera poder verte otra vez —Asentí e intercambiamos nuestros números.
Nos despedimos de un beso en la mejilla, el prometiendo hablarme muy pronto y yo solo sonriéndole.
Cuando llegué a mi mesa no encontré a ninguno de mis amigos.
Busqué mi celular para escribirle a Andrés y avisarle que me iba. No quería estar ni un minuto más aquí.
Ya afuera de la discoteca mire por ambos lados para ver si encontraba algún taxi que me llevara a mi casa, pero no, no había ninguno. Me debatía muy seriamente si en volver a entrar y pedirle a Andrés que me dejara o irme caminando hasta encontrar un taxi. Mi debate interno se vio interrumpido cuando un “Lamborghini few off” edición limitada se detuvo justo al lado mío, vi como poco a poco la puerta del copiloto se levantaba dejando ver a Ivanov con su aura sexy, pero de terror mirarme fijamente.
—Súbase —Ordenó de una forma bastante tosca.
— ¿Qué? —cuestioné retrocediendo.
Mi instinto de supervivencia empezaba a florecer.
—No me haga repetirlo nuevamente.
—Estoy esperando un taxi, así que siga su camino —expliqué con convicción.
—No pasara ningún taxi, entre y no me haga perder más el puto tiempo.
Ok, este es el momento donde sales corriendo.
—Si le estoy haciendo perder su apreciado tiempo, váyase. No sé qué hace aquí —Su mandíbula se tensó.
¡Joder! la cague. Sí, mejor corría.
—Señorita Petrov, no funcionara —indicó. Se bajó del auto caminando hasta donde yo estaba—. Cuando le diga algo lo hace, punto. Ahora súbase, ¿O prefiere irse caminando sola a estas horas?
Preguntó y fue donde pensé que podría pasarme algo malo, aunque con él no estaba tan segura, me llevaba la m****a.
—Es…Está bien, solo porque no tengo otra opción —observé de reojo como apretó sus labios para retener una sonrisa—. Pero antes…
Me dirigí a la parte delantera del auto para capturar en una foto su placa. Se la envié a Lara explicándole que esa era la plata del automóvil en donde me había ido.
Nunca se sabe.
—No era necesario hacer lo que hizo, ¿No cree? —habló, cuando ya estábamos dentro de su automóvil.
—Mujer precavida vale por dos, por tres y por cuatro —respondí simple.
No dijo nada, solo asintió.
Cuando llevaba varios minutos conduciendo y mis neuronas empezaban a despertar por ese alto contenido de alcohol que había ingerido una pregunta llegó a mí alarmándome de inmediato.
¿Por qué no había pedido un Uber? Y lo más importante, ¿A dónde diablos pensaba llevarme si no sabía mi dirección?
—Sr Ivanov.
—Dime.
— ¿Acaso usted sabe dónde vivo?, porque nunca se lo he dicho.
—Está en lo correcto, nunca me lo ha dicho, pero yo lo sé toda Srta. Petrov. —concluyó con una sonrisa demasiado presuntuosa.
Ok Lena, te subiste al automóvil de un acosador, puede que te lleve al matadero y antes te viole, pero… mantén la calma.
—Sabe que lo puedo demandar por ello, ¿cierto? —pregunté—. Se le llama acoso.
—Acoso fue el que usted atrevidamente me hizo en el bar, por un momento pensé que me violarías. Aunque no la culpo, normalmente ese es mi efecto en las mujeres.
—Solo lo observaba como a todos —me defendí. Ni loca lo admitiría en voz alta.
—Sí, claro —respondió sarcástico.
—Bueno, pues yo pensé que si las miradas mataran hace rato usted lo hubiera hecho conmigo y más cuando me encontraba bailando con Adriano.
—Así se llama entonces —murmuró.
— ¿Qué?
—Nada —rodé los ojos y me recosté en el asiento.
En lo que restó de camino nadie volvió a decir nada. Nos sumimos en un silencio un poco incómodo, de mi parte al menos.
—Llegamos, hasta luego Srta. Petrov.
—Gracias por todo, Sr Ivanov —salí del auto y a paso rápido me dirigí a mi casa.
Por cosas del destino, por lo adormecidas que debían estar mis neuronas en ese momento, por alguna burla que posiblemente hice en mi pasado a una pobre alma o lo que sea. No recordé de los tres escalones que tenía mi casa antes de llegar al jardín.
El saludo que anteriormente casi le hacía mi culo al suelo, ahora se lo hizo mi cara.
¡Mi rinoplastia!
— ¿Estas bien? ¿Te hiciste daño? —escuché a Ivanov preguntar mientras sentía como sus manos me agarraban firmemente de la cintura levantándome.
—Claro que estoy bien —respondí completamente avergonzada, ni muerta expresaría el dolor que estaba sintiendo—. ¿Acaso nunca viste a una persona saludar al suelo?
—Deja de utilizar el sarcasmo conmigo —me regañó.
—Entonces no pregunte estupideces. ¡Claro que me hice daño!
Continúe el camino que quedaba hasta mi puerta viendo el piso para más precaución. Saqué mis llaves y abrí. Estaba por entrar, pero un jalón de brazos me hizo voltearme.
—Que mier… —no alcance a terminar, pues sus labios se posaron sobre los míos golpeando nuestros dientes en el acto.
Me permití disfrutar de esos suaves y carnosos labios por unos segundos. Cuando creí que ya era suficiente lo separé de golpe.
— ¿Que cree que hace? —pregunté aparentando estar enojada.
Muy adentro de mí quería nuevamente esos labios sobre los míos. El estúpido sabía besar y era uno de los mejores besos que me habían dado en toda mi vida, claramente me encantaría poder repetirlo, pero no, Nikolav Ivanov no me convenía.
—La beso —respondió con tranquilidad.
Desvíe mi mirada a su auto, me observaba con tanta intensidad que no era capaz de soportarla.
—Pues no lo volverá hacer.
Escuché su risa, atrayendo de nuevo mi atención hacia él. Tenía una risa demasiado ronca y hermosa, era una melodía para mis oídos.
Estúpido Ivanov.
—Lena —pronunció mi nombre suavemente—. Cuando yo quiera te puedo besar y no lo podrás impedir.
—Nikolav, cla...
—Sr Ivanov para usted —me interrumpió con aires de grandeza.
— ¿Qué? — Cuestioné atónita—. Tú me puedes llamar por mi nombre y yo no lo puedo hacer con…usted.
—Exacto —reconoció apretando sus labios para evitar reír.
Me recriminé cuando quería escuchar de nuevo esa melodía.
—No perderé más mí tiempo, tengo mucho sueño y esto ya ha sido mucho —confesé entrando a mi casa—. Addio…Nikolav.
Nombré su nombre con una sonrisa mientras cerraba la puerta, lo último que alcancé a ver fue una sexy sonrisa de su parte.
Idiota.
"No entiendo, ¿te beso y te separaste? ¡Estás loca! Yo hubiera explorado todo su interior y más"."Yo habría tenido un momento intenso en el baño"."¿Cómo dejaste pasar esa oportunidad? ¿Eres idiota?""¿Qué te paso?" Esos y más eran los comentarios que habían estado haciendo Tamara y Lara, al terminar de relatarles la jodida noche que había tenido ayer por culpa del Sr. Ivanov.—Par de hormonales, se calman —expresé con voz firme—. Tres cosas y presten atención. Primero, sí está buenísimo el idiota, pero es un egocéntrico y mandón que piensa que todo se hará como él quiere. Segundo, eso lo daña todo y tercero, algo me dice que me debo de alejar o saldré dañada, es una persona prohibida para mí.—L
Con cada paso que doy siento que estoy corriendo directo a la muerte.Se preguntarán ¿Por qué?La maldita alarma no sonó y ahora me siento como un personaje de Maze Runner cuando es perseguido por los penitentes, pero en este caso, voy directo al penitente el cual es Sokolov y es que me asesinara, quince minutos tarde ¡quince! Dios se apiade de esta humilde humana pecadora.—Mierda —susurro cuando no veo a ninguno de mis compañeros.Creo que me dará un paro cardiaco. ¿Acaso hoy era día libre? ¿Todos están enfermos? ¿Me están jugando una broma? ¿Sokolov murió? No, no creo que sea la última definitivamente.—Doctora Petrov que hace usted acá, ¿termino la reunión tan rápido? —Escucho a la enfermera jefe preguntar mientras se acerca. ¿Acaso ella dijo reunión? &md
¿Enamorado de mí? Sokolov enamorado de mí, esto tiene que ser una jodida broma.Este es el momento donde salen las cámaras y el “te lo creíste wey” Pero no, no aparece nada.— ¿Cómo? ¿Cuándo? —lo miro incrédula, aun sin poder creer lo que acabo de escuchar.—Desde el primer día me gustaste, enamorarme de ti fue solo cuestión de tiempo —su mirada está llena de cariño. Nunca pensé que Sokolov llegaría a mirarme así.—Esto no puede ser, está todo mal —respondo nerviosa—. Además, lo único que has hecho es hacerme de mi internado un infierno —veo en su mirada un atisbo de tristeza.—Fue mi manera de alejarte y de hacerme saber que no debía enamorarme de mi interna, pero el corazón no escucha, solo siente Lena —me sorprendo al escuc
Nos quedamos por varios minutos en silencio, cada uno ensimismado en sus pensamientos, mientras poco a poco nuestras agitadas respiraciones se normalizan. Acabo de cumplir una de mis fantasías sexuales sin querer y diablos fue mejor de lo que me imagine.—Nikolav…. saca tu pene—ríe— lo digo enserio.— Estamos muy cómodos dentro ti— me susurra al oído— incluso podríamos empezar la segunda ronda— empieza a moverse lentamente y me es imposible no gemir.—Nikolav, deja que Sokolov se quede.—NO— responde— y no me harás cambiar de opinión nadie lo hace.—Solo dale una oportunidad, fue injusto y lo sabes— trato de convencerlo.—No— me empujó hacia delante sacando su pene. Me volteo para seguido cogerlo con una mano y empezar a darle placer.— ¿se quedará? —pr
Nota mental comprar otro despertador o poner la alarma en el celular. Si voy tarde y ruego a Dios que no lo vayan a notificar.Camino rápido por los pasillos para llegar al cuarto que tenemos asignados todos los internos y adivinen no hay nadie.—¡Mierda! —me alisto y salgo corriendo a recepción—. Hola, buenos días — saludé—. ¿sabes dónde están los internos? —pregunto.—Buenos días —sonríe—. Si el Señor Ivanov los llamo, están en el auditorio— al paso que voy reprobare el semestre.—Gracias —corro esquivando varias enfermeras que se me cruzan.Tomo un respiro y entro.—Buenos días —salude por cortesía, aunque era lo menos que quería hacer dada las circunstancias.—Buenos días, Lena —me responden mis compañeros. Nikolav
—Que mal, porque no se podrá—sonrió.—Claro que si— se intenta acercar, pero lo detengo.—Acaso es usted bipolar Sr Ivanov.—Te propongo algo Lena— su mano viaja a mi mejilla, pero, así como llega la esquivo.—¿Qué?—Sexo. Ayer no pude sacarme de la cabeza tu cuerpo, tus labios y como gemías cada vez que te penetraba duramente— soy yo o hace calor aquí— todo tú me atrae. Se me resulta imposible no volverme adicto a ti— susurra lo último.—No.—Lena tu respiración ahora es más pesada, anhelas tanto como yo un nuevo encuentro. ¿Por qué no darle a nuestro cuerpo lo que piden?—Estos juegos no son mi fuerte.—Admito que nunca que he estado en uno, la vida se trata de riesgos princesa— me acaricia la mejilla y esta vez no se lo impido&m
—Llegamos —anuncia Adriano.Se baja del auto y en tres segundos ya lo tengo abriendo la puerta del auto para mí.—Gracias —sonrió.—Vamos, bella dama —me ofrece su brazo y engancho mi brazo en el.Entramos. Adriano da su nombre y nos llevan a nuestra mesa en el camino observo todo y es muy elegante se ve que una reservación aquí es muy costosa.—Te gusta— habla Adriano cuando ya estamos en nuestra mesa.—Si es muy lindo, por lo que veo vale mucho una reservación aquí— lo miro.—Te mereces lo mejor Lena— su tono de voz es muy dulce— cuéntame cómo te va en tu trabajo—miramos la carta y en dos minutos ya estamos ordenando.—No es un trabajo en sí, aun no me graduó de medicina, estoy en prácticas— asiente. Bebo un poco de vino—¿y tú?
—Princesa —me sonríe Nikolav y dice algo que nunca pensé escucharlo y menos viniendo de este frio hombre—. Dios, cuanto te extrañé —me abrazó de repente.Tardo unos momentos en reaccionar y me aferro a él dejándome invadir por ese delicioso perfume varonil que tanto lo caracteriza. Me dijo que me extrañaba y yo no le he dicho nada.¡Mierda!—Yo también te extrañe idiota— hablo haciendo causar ese precioso sonido que tanto me gusta de él, su risa. Me permito disfrutar unos segundos de la calma que me da escuchar esos fuertes latidos de su corazón.—Por primera vez en mi vida trato de ser cariñoso con alguien que no sea mi madre y tu dañas el momento— se hace el indignado. Su mano busca mi mentón para alzarlo un poco. Nuestras miradas se encuentran y ahora solo somos nosotros dos&mdas