¿Sabían que yo tengo dibilidad por Richard? Me encanta la energía de ese gordito malo. Recuerden que si quieren conocer la historia de RICHARD BROWN, solo deben leer TE DECLARO MÍO.
—Hay cambio de planes, nos vamos en vuelo —le digo a Sophía—. Richard, un conocido, nos prestará su jet y así eliminaremos muchas horas de viaje.—No hay problema, comprendo que ahora hay más afán —dice, aún sentada en el mismo mueble.—Tengo que solucionar algunas cosas, cambiar el alojamiento y eso —digo, pensando en el resto de los preparativos.—Supongo que dejaremos la maleta en el hotel y luego partiremos directo a la clínica —dice con cautela Sophía.—No había pensado en eso... —confieso, mientras me froto los ojos con las manos, intentando alejar el dolor que empieza a acumularse en mi cabeza.—¿Te está doliendo la cabeza? —pregunta, sorprendiéndome. No esperaba que lo notara. ¿Acaso sigue preocupándose por mí?—Un poco... —admito, sin querer parecer débil ante ella, pero incapaz de ocultar la verdad.Nuevamente solo ordena y yo obedezco con una docilidad increíble mientras veo su silueta alejarse. Regresa poco después con una pastilla y un vaso de agua en la mano.—Tómate est
¿En serio? ¿Merezco a alguien mejor que él? Aquí estoy, tratando de mantener la calma y actuar como una persona racional, y él sale con eso. Solo quería la libertad de decidir por mí misma, pero no... tiene que tomar las riendas, como si yo no fuera capaz. Mi voluntad flaqueó cuando vi el dolor en su rostro; intenté ayudarlo a pesar de lo que me estaba costando, y... ¿esto es lo que recibo a cambio?¡Qué idiota!Lo echo del apartamento antes de que vea el caos en el que estoy. Necesito recuperar el control. Si pudiera escapar de esta situación, lo haría sin pensarlo, pero solo con imaginar a esa bebé... se me arruga el corazón. No puedo dejarla. Vale la pena tragarme mi orgullo por ella, aunque me esté desgarrando.Preparo un té y miro la hora. No parece que el viaje sea pronto, y no tengo ánimo para cocinar. Así que, tras terminar mi relajante bebida, agarro el bolso y salgo a buscar algo de comer, sin prisa.Si tan solo pudiera quitarme de encima este maldito aguijón que me dejó Seb
El hotel es deslumbrante, más lujoso de lo que jamás habría imaginado. Tiene todo: piscina, sauna, un restaurante gourmet, bar... incluso me parece que hay un centro comercial. Muerdo mi labio inferior, tratando de contener una exclamación de asombro al abrir la puerta de mi habitación. ¿Es en serio? Este lugar es más grande que mi apartamento.La tentación es demasiado fuerte, y sin pensarlo dos veces, me dejo caer sobre la cama. El colchón me recibe con una suavidad tan indescriptible que me hace pensar que probablemente cuesta diez veces más que el mío. Por un momento, fantaseo con quedarme aquí, atrapada en esta burbuja de comodidad, disfrutando de este colchón y de la enorme tina de baño que vi de reojo. Pero no puedo permitírmelo, no después de todo el escándalo que armé. Suspirando, me levanto de la cama y busco en mi maleta los artículos básicos de cuidado personal.No voy a cambiarme de ropa; después de todo, esto no es una cita formal. Pero al menos debo arreglarme un poco p
¡Por supuesto que estoy disfrutando cada instante! Si tan solo fuera una mujer más ingenua, unos años más joven, o mis vivencias no me estuvieran endureciendo de la manera en que lo están haciendo, seguramente ya habría sucumbido a los encantos de Richard.No le debo nada a Sebastián, y él tampoco a mí, pero a quien sí me debo es a mí misma. En cada relación que he tenido, siempre sentí un vínculo, una ilusión, la cual errada o no, me decía que estaba haciendo lo correcto, pues creía que les gustaba más allá de lo físico. Con Richard, en cambio, todo parece claro: será solo un buen momento, pero sus motivaciones me son un misterio. ¿Hay algo en mí que le atraiga más allá de lo superficial? ¿Quiere fastidiar a Sebastián? ¿O simplemente busca pasar un buen rato?Antes habría aceptado el juego sin cuestionarlo, y lo hice, con Dylan. Ese fue mi error, y aún estoy pagando las consecuencias. No quiero repetir esa historia. Con Richard, el riesgo parece mayor, y no me atrevo a imaginar las r
Debido al calor del momento, olvidé sacar la tarjeta de la habitación. Ahora me encuentro fuera, atrapado en medio del pasillo de un piso superior, vistiendo solo una sudadera y una camisilla. Maldigo mi decuido mientras bajo a la recepción. Los pocos empleados del turno nocturno me observan en silencio. Pido una copia de la tarjeta y regreso a la habitación, encerrándome como el maldito ogro que probablemente parezco a los ojos de todos.Solo trato de cuidarla, ¿acaso no se da cuenta? Richard es un peligro para cualquier mujer, bueno para cualquier ser humano en general, pero aun más para las mujeres bellas. El tipo tiene un encanto perverso que las atrae como polillas al fuego. Ya casi es la una de la mañana y me lanzo sobre la cama, incapaz de apartar mi mente de esta situación absurda.Nunca pensé que Sophia se atrevería a irse con él, pero lo hizo, y eso me tiene cabreado, más cabreado de lo que jamás había estado. Verla aceptar su brazo para subir al auto fue suficiente para dar
—¿Estás seguro de lo que estás haciendo? Es evidente que le estás tocando los huevos a Sebastián —dice Michael, ahora sentado a mi lado en el vehículo.Mi sonrisa se expande al recordar lo interesante de la situación. El aguafiestas de Sebastián está interesado en una mujer, y eso me hizo fijarme en ella.—Sophía se parece un poco a su hermana, pero tiene algo más... más "intenso" —digo, buscando la palabra adecuada.—No conozco a la esposa de Alexander, no fui contigo a Ibiza —me recuerda Michael—, así que explícate, "intensa" no me dice nada.Sonrío al recordar que, aunque Michael es mi hombre de confianza y único amigo real, no es bueno con las referencias de películas o series. Exhalo con fuerza y me dispongo a explicarle el concepto. Es cierto, él tenía otras cosas de las que ocuparse en esos días; fue solo una casualidad que me encontrara a Alexander y su esposa en plena luna de miel.—Físicamente se parecen, pero Sophía es más alta, más segura. No tiene ese aire de inocencia que
Antes de que salga el sol, ya estoy listo. Si no puedo dormir, al menos aprovecharé el tiempo. Quizás así mi cuerpo se acostumbre al cambio de horario más rápido. Paso frente a la puerta de la habitación de Sophia y, por un instante, me imagino cómo sería verla descansando, sola, en esa gran cama. Estoy seguro de que si me acostara a su lado, entonces sí podría encontrar algo de paz.Sacudo ese pensamiento de inmediato y me dirijo hacia la clínica donde está internada Mía. Las calles aún están a oscuras, pero como sucede en todas las grandes ciudades, nunca hay un silencio total. Me cruzo con algunos vehículos en la avenida, y al llegar a la clínica, queda claro que este es un lugar que nunca duerme.Pregunto por Mía en el mostrador de enfermería, donde una mujer me observa con evidente desgano.—Este no es horario de visita —dice con voz monótona—, además, solo los familiares pueden entrar a verla.—Le ruego me disculpe —respondo, suavizando mi tono para intentar romper su barrera—. S
No pude hacer que Noah comiera adecuadamente, pero afirma que su organismo no le recibe más, así que no lo presiono.—¿Estás seguro de que puedes estar aquí? No me gustaría saber que el resto de la familia corre peligro porque estás conmigo —pregunta Noah mientras nos dirigimos a su apartamento.—Aunque no lo creas, Alexander ha madurado —le respondo, provocando que me mire con una mezcla de curiosidad y escepticismo—. Se está encargando de todo.Noah suelta una risa cansada y se cubre los ojos con una mano mientras seguimos avanzando.—Me alegra escuchar eso. Al menos así tienes menos peso sobre tus hombros, ¿no?—En parte, sí —respondo, aunque no puedo evitar dudar—. Pero aún no estoy seguro de si Alexander podrá con esa responsabilidad. Apenas está comenzando; tengo que guiarlo. Su esposa, Isabella, parece ser la fuente del cambio positivo de los últimos meses. Ha hecho muy feliz al abuelo.Le cuento algunos detalles sobre esos cambios, pero pronto noto que Noah lucha por mantener