Primer encuentro.

              Narrador Omnisciente.

    «Tu aroma llena mi arma, que me pierdo en la exquisitez, y mi anatomía se estremece mientras más lleno de ti estoy. Te amo…, te amo con tanta intensidad, con esa misma fuerza que te odio al mismo tiempo. Y no es que tú tengas la culpa, si no es que cuando te veo recuerdo mi desdicha, pero, que puedo hacer, si igual, aunque me duela, no puedo dejar de verte»

      «Pues no te puedo desaparecer por qué eres una parte importante de mí, sin embargo, estoy dispuesto a romperte de mil maneras y volver a unir cada parte de tu alma, con tal de que me pertenezca solo a mí. Amarás cada uno de mis más perversos lados: lo que soy, lo que escondo para no dejarme conocer y lo que reflejo para engañar a mis adversarios»

      «Mil caretas, eso poseo yo, el emperador absoluto del inframundo»

      Esos eran los

pensamientos de Zain mientras miraba desde la distancia aquella clínica veterinaria donde había visto a su amada entrar. Añoraba recitar para ella cada una de esas palabras que tiene tragadas, pero no sé atreve, por qué quedara en evidencia propósito, y aunque Alaia no tiene la culpa de su disgusto y enfado, igual es la causa, por lo que ese demonio no desea demostrar piedad.

     El resto del mundo sobrenatural suponía que él se había dado por vencido con Alaia por qué estaba marcada por el ángel; sin embargo, Zain seguía al acecho esperando el momento perfecto para llevarla a su lado, pero a su manera, única y digna de un ser tan soberbio como los es él. 

Hace años mucho antes de ella nacer, en el momento que supo que ese ser en el vientre de la reina de los lobos era su emperatriz, pidió permanecer a su lado, pero se vio a sí mismo patético, y sintió que ese qué pide permiso y ruega por lo que es suyo, no era él, pero menos le agradó mostrarse débil, dónde nunca lo fue, y mucho menos lo sería.

—Ya es hora, he esperado demasiado — dijo al apearse del auto cuando su conductor freno y se encaminó hacia el lobby de la clínica manteniendo un porte elegante, cómo siempre vestido totalmente de negro, del mismo color que tiene el alma, pero ocultando su aroma y su aura para que no lo reconozcan.

Alaia tenía el teléfono cerca de su oído en medio de un diálogo para abruptamente de hablar, cuando sintió su corazón darle un vuelco dentro de su caja torácica.

Su mano izquierda fue a parar al lado izquierdo de su pecho tratando de esa manera controlar su corazón que latía fuertemente salido de control, esta era la primera vez que sentía algo parecido y no le agradó esa sensación.

Ali, ¿qué sucede?, ¿por qué has dejado de hablar?, cuéntanos…, ¡¿qué sucede‽, — inquirió Clarisa, no sentía temor y menos preocupación, puesto que tiene claro que Alaia no puede ser lastimada, pero la curiosidad si la inquietó, ya que Alaia no es de quedarse en silencio.

—¿Será que se ha caído la red?, o capaz Alaia se ha arrepentido de salir sin compañía de sus hermanos, y por eso no sigue contando sobre lo que haremos esta noche —, habló Lia al otro lado, también ansiosa por saber.

Alaia no pudo evitar caminar hacia el lobby, era como si un imán atrajera su cuerpo a ese lugar.

★Esto no es normal★ le dijo su loba, pero no como advertencia, sino como una duda que ella también tenía, ya que los pies de Alaia tomaron vida propia y se frenaron cuando lo vio, tan hermoso que parecía irreal: rubio de ojos azules. Nariz perfilada y labios finos. De porte elegante y parecía creerse el dueño del mundo.

Su espalda ancha y musculosa se contraía cada vez que respiraba, y Alaia sintió que el aire había abandonado sus pulmones, la única parte de su cuerpo que seguía realizando una función eran sus ojos que se mantenían fijos, divagando en ese cuerpo demasiado perfecto para ser real, notando cómo dentro de ese vaquero de color negro se ajusta a sus muy bien formadas piernas.

Zain con una sonrisa ladina alzó ambas cejas de manera burlona y Alaia se dio cuenta de que estaba haciendo el ridículo al estar como mongólica fija en ese extraño que, aparte de verse muy bien, parecía ser un hombre jactancioso, de modo que sacudió la cabeza y se golpeó mentalmente por qué en definitiva estaba desvariando y olfateo bien.

«Peor con un humano» se amonestó internamente. Y no es que odie a los humanos, no podría si fue criada para amarlos y ver en ellos seres que debe proteger, pero sabiendo que tiene a un demonio como pareja y a un ángel que aún no sabe qué forma en su vida, tiene claro que meter a un humano en un círculo de pura lucha y fuerza; no hay que ser inteligente para deducir que el humano solo será perjudicado y más si su parte humana desarrolla sentimientos que no debe.

Los ojos del visitante extraño se clavaban en su figura y él no dijo nada ni ella tampoco solo se miraron y ella aspiró el aire reflexionando que llevaba rato sin hacerlo.

 —¿Trabajas aquí? — dijo Zain mostrándose imperturbable con voz tan profunda que Alaia jadeo quedamente; escuchar un sonido tan excitante de parte de Alaia lo conllevaba a perder el control, pues, tenerla cerca activaba sus deseos más intensos por qué oscuros son de por sí, pero se controló, y teniendo perfecto manejo de sí mismo. Tantos años manteniéndose lejos y cerca, al mismo tiempo lo habían hecho aprender.

—Si…, — la voz de Alaia salió demasiado ronca, y se aclaró la garganta tragándose un nudo que no sabe ni cuándo, ni cómo se le formó, entonces como si una alarma dentro de ella le alertara retrocedió.

Ali, ¿quién es ese caramelo que te desconcentro tanto?, ¿acaso es el ángel?, porque pareces atontada, deja de gaguear—. Esas palabras de Clarisa la regresaron a la normalidad y sus ojos miraron a todos lados, entonces sonrió nerviosa al extraño y volviendo a ser ella decidió continuar con su llamada.

Chicas, las llamaré en un ratito. Está pasando algo muy interesante— dijo mediante la llamada grupal que tenía con sus primas, quienes también son sus mejores amigas.

Espérala, ya no cuelgues la llamada, al menos no sin antes decirnos qué tal se ve ese humano…, — las palabras de la vampiresa, la cual es tía de Alaia, quedaron en el aire cuando ella colgó la llamada.

Alaia se quedó admirada cuando vio a ese hombre dar dos pasos hacia ella, mirando a todos con altivez, y arrogancia, como si se creyera ser el mejor de todos.

—Si no estuviera casada, me lanzaría a sus brazos—, murmuró Pamela y Alaia, qué perfecto escuchó, solamente suspiró.

—Ese humano es una verdadera delicia—, la secundó en un murmullo y sin casi mover los labios, sabiendo que Pamela la podía escuchar, pero sin apartar la mirada del hombre que se acercaba a ella manteniendo sus manos dentro de los bolsillos de su gabardina de cuero.

Zain alzó una ceja riendo internamente tras escuchar todo con mucha más perfección que ella. Y ese juego del humano sin poder apenas estaba empezando.

«Primer nivel avanzado» dijo para sí mismo.

—No me gustan los animales, pero si tienes alguno por ti, lo examinaré con gusto—, propuso Alaia con voz coqueta, bromeando a pesar de todo, puesto que le encanta ser simpática con las personas.     

          

Zain se quedó maravillado y al mismo tiempo molesto por lo aventada que es su reina, claro, le gustaba que lo fuera con él, pero no con todos como la ha visto en estos últimos años y aunque no le habla a nadie de manera seductora le sonríe pícara, y le regala miradas que invitan a desearla, por lo que hizo un rictus con los labios y respiró para calmarse, ya que el magnetismo que crea Alaia en el que ni todo imán con un gran bloque de hierro podría más. 

La mirada de ese hombre que para ella no es más que un humano, al que no debe temerle, la hacía estremecer por momento y su piel se le erizaba, era tan profunda que ella sentía que detrás de esos ojos había otros y otros, pero negó con la cabeza y se reprochó mentalmente que eso no podía ser; ya que ni siquiera los seres que conoce cuentan con dicho poder.

«Control Zain, recuerda que te conviene que no se ponga muy intolerante, debes enamorarla en seis ocasiones» se advertía internamente y le mostró su mejor sonrisa, logrando que ella se quedara una vez más sin aliento.

—Genial porque exclusivamente quiero que sea usted, señorita…, — fingió no saber su nombre.

—Alaia— ella extendió la mano.

—Un placer Alaia— en el momento que él agarró su mano, Alaia sintió una sensación distinta, tan única que nunca había percibido y le gustó con la misma intensidad que le aterró, que decidió jalar con suavidad su mano, pero él la aseguró para posar sus labios en el dorso de la misma creando un remolino en su vientre cuando esos labios fríos rozaron su piel y con malicia viva Zain se tardó más de lo debido. — Puedes llamarme Marcus   Rashford y vengo a solicitar el servicio veterinario a domicilio—, el demonio que claramente usaba esa identidad, al igual que otras más, se presentó con total naturalidad.

—Yo…, —, dijo Alaia que quedó pasmada y se mostró nerviosa después de haber estado tan firme y alegre, se rascó la nuca en un gesto que suele hacer cuando está preocupada o que algo le parece que no es normal y en ese movimiento que le hizo a su larga melena para poder poner su mano en su nuca quedó visible la marca del beso del ángel en la parte derecha de su cuello y Zain tuvo que desviar la mirada hacia otro lado por qué sus ojos negros de demonio lo iban a dejar al descubierto, apretó sus puños y respiró profundo pasando la lengua por sus filosos dientes tratando de controlarse.

Alaia se aclaró la garganta cuando pudo calmarse y sonrió nuevamente antes de intentar aclararle:  — yo no soy veterinario, mi madre lo es y no puede ir a domicilio, cómo verá debe traer su animalito aquí para que ella lo examine.

—No puedo traerlo aquí, mire joven, no me importa si no es muy práctica, solo venga conmigo.  Su madre puede instruir que debe hacer hasta por videollamada; correré el riesgo. — Zain no estaba dispuesto a irse sin más, y claro sabía que Emma no podía salir de la clínica, hacer domicilios, — por favor —, él unió sus manos. Riendo internamente ya que le parece divertido el juego y más poder engañarla de esa manera tan sencilla.

—Es que no creo que mi madre ..., — él no la dejó continuar y la interrumpió.

—Solo inténtelo, dígale que un buen cliente y sus animalitos lo necesitan, además me hago responsable a que regrese sana y salva, Alaia— ella sintió como él saboreó cada letra de su nombre y aunque algo dentro le decía que no estaba bien; el impulso y la necesidad la arrastraban a ir con él.

«Es mucho más fuerte que yo»

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