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Fingir lo que no soy ni seré.

 Narrador Omnisciente.

«Demasiado inocente» reflexiono Zain para sus adentros, con pura emoción de poder verla tan cerca, no a distancia como antes.

Alaia, conmocionada, mantuvo la misma expresión. Mirando a esa enorme serpiente negra que era incluso más grande que ella, que la veía fijo como si oliera su miedo, con sus ojos verdes hipnóticos; pues, originalmente, ella no debería sentir pavor por una serpiente cuando ella es un ser tan poderoso que podría simplemente cortarla a la mitad con sus garras de loba, pero percibió que esa no es una serpiente común, mientras que Zain la miraba deleitado con ella. Alimentándose de las emociones negativas de la mujer que pronto será solo suya.

—¿No sabía que una mujer tan valiente como tú le temía a una serpiente?, desde que te vi…, — Alaia vio como él saboreó las palabras y Zain eligiendo la manera de explicarse para no quedar en evidencia, continuó en donde había dejado su diálogo. — En la clínica, y con el recibimiento que me diste dije, ella es la indicada para atender a mi Jade, ¿verdad que es muy tierna? — Alaia abrió la boca con ganas de reír burlona pareciéndole insólita la pregunta.

—Si esa gigantesca serpiente le parece tierna, yo mínimo soy una ternurita— expresó, sarcástica, limitándose para no reír con grandes carcajadas y quien termino riendo haciendo ecos en ella con sus carcajadas tan varoniles, fue Zain y la observó posar la mirada en su cara. Con ojos tan grandes como la luna llena, pareciendo dos esferas brillantes que irradia un poder místico.

Ese es uno de los rasgos que le atrae a Zain de Alaia, tanto se embelesó en su belleza que empezó a caminar hacia ella, quien sin pensarlo retrocedió quedando de espalda a la vitrina de un cristal grueso. Donde se encuentra la serpiente, y él la acorraló, poniendo sus brazos a ambos lados del cuerpo de Alaia quien dejó de respirar sin esperarlo, apretando con fuerza el maletín entre sus manos.

—Señor Marcus, ¿qué hace? — le preguntó con voz temblorosa, y Zain no pudo responder, solo quería probar sus labios, esos que ella mordía en un acto de nerviosismo, y aunque no quería   estar tan indefensa, puesto que fácil podría defenderse. Su cercanía, no le dejaba controlarse y una parte de ella le pedía empujarlo y hacer que entrara en razón alegando que no lo conoce y que no debería ser tan atrevido con ella, pero esa otra sí desea saber qué se siente ser besada y más por un hombre que le provoca lo que él.

—Eres tan hermosa, hueles rico, y me provoca demasiado— susurro Zain tomando uno de los mechones rojos de Alaia y acariciándolo justo como lo ha ansiado desde hace tiempo, dándose cuenta de que efectivamente ese pelo rizo es muy suave, como nubes de algodón; en medio de todo cerró los ojos.   Añoro despertar cada mañana con ese pelo sobre su pecho, pero a la mitad de su alucinación recordó que no puede desviarse de su propósito, al demostrarle a ella que lo ama justo siendo un ser macabro. De modo que se alejó, cuando casi la tenía ya lista para darle un beso, y en eso la serpiente, que es una demonia a quien tiene castigada por desobediente, chocó su cabeza contra el muro de cristal que forma la vitrina para interrumpir ese momento entre ambos, sintiendo invadida por los celos.

 Provocando con ese acto que Alaia de un salto y se lanzará a los brazos de Zain, quien la sostuvo con fuerza, logrando abrazarla y pegarla a su cuerpo a medida que los dos se transmitían unos toques eléctricos que erizaban los vellos de su piel. 

—Es que…, — ella jadeó y se humedeció los labios que se le habían secado con rapidez, mientras que con un dedo de su delicada mano señaló hacia su espalda por encima de su propio hombro sin voltear a mirar a la víbora que le pegó tremendo espanto.

El calor de sus manos se coló a través de la tela del fino vestido juvenil de ella, quien se mostraba avergonzada por aventarse a los brazos de ese hombre, pero él no soltaba su cintura, sino que la mantenía aferrada a él. El aroma de su piel la hizo sentirse empalagada y mucho más nerviosa, por lo que arrugó el entrecejo, notándose desestabilizada.

—Porque huele como si fueras mi pareja destinada— murmuró más para ella que para él.  Zain, que había bajado sus defensas al tenerla tan cerca, la soltó de inmediato, volviendo a hacer uso de su poder para ocultar su aroma y el aura demoníaca de la serpiente que se mostraba violenta y la miró de manera amenazante. La mujer no podía volver a su forma humana, ya que era un castigo de su parte, él es que con su poder la mantiene de ese modo.

«Fingir lo que no soy ni seré, me exaspera» pensó un poco hastiado y aunque le gusta su juego es el rey demonio y le encanta mostrar su grandeza, no limitarse como un simple humano. Otro en su lugar habría tomado a Alaia y se la lleva al inframundo haciendo que lo ame por las malas, pero él no, quiere verla rogando por él, sueña con que le pida ser suya, con que ruegue por sus besos, con restregarle en la cara que de nada le sirvió a otro marcarla si lo ama en todas sus formas. El saber que ella dice no quererlo y preferir a otro, alimenta más sus ganas de lograr su propósito. 

—¿Qué es eso de pareja destinada? — indagó, mostrándose interesado con gesto de incertidumbre.

—¿Me escuchaste?..., — ella se echó a reír completamente avergonzada— son tonterías mías— explicó sin encontrar qué otras palabras usar para darle sentido a lo que dijo sin entrar en detalle, y no quedar como una desquiciada delante de ese hombre que supone humano. Se pasó la mano por el cabello acomodándolo tras su oreja, dejando al descubierto la marca que hace hervir la sangre negra de Zain y para no cometer un error y morderla manejado por la rabia, desvío la mirada hacia otro lado.

—Bien, entiendo—, él no siguió atacando porque aún seguían muy cerca y decidió dar un paso atrás y ella al verlo se mostró apenada.

—Lo siento, señor Marcus, no fue mi intención, la verdad es que me causa algo de grima su mascota, pero como usted afirma que es indefensa, vamos a chequearla — dijo ella mostrando timidez, con un leve sonrojo, y Zain al observar a la demonia serpiente que se mostraba distorsionada ya no quería seguir con el juego.

—Mejor dejamos el chequeo para luego, creo que no es buen momento, Jade está inquieta — Alaia negó y la demonia sonrió en su forma.

#Sí, acepta su pedido, Alaia, no me parece que esa serpiente sea realmente una# le advirtió su loba Amy quien es cautelosa, y Alaia la escucha fielmente, pero hoy no le ha prestado mucha atención, por lo que la loba está inquieta porque no le parece normal, ese comportamiento de su humana.

#Hemos venido a ayudar a nuestra madre y eso haremos, por lo general nunca le temes a nada y hoy no has hecho más que hacerme sentir vulnerable# recriminó Alaia a su loba.

#Alaia no temo a nada porque en los años que tenemos no hemos vivido tanto como hoy# le aclaró su loba y ella se calmó volviendo en sí, notando que había sido demasiado intensa, pero de igual manera no iba a dejar algo sin completar porque no es propio de ella.

—Mi madre se decepcionará de mí. Y si hay algo que desde niña no he podido soportar es verla defraudada, así que por favor abra esa vitrina, señor Marcus, le insisto que no me haga el desplante—, pidió firme. Con ruego en su mirada y a él no le pareció ya dulce alimentarse como demonio de emoción, de desesperación, sino que abrió la vitrina, creyendo que tenía el control y Alaia que no tenía idea de lo que iba a hacer, decidió tomar unas pruebas sin tener en conocimiento que para examinar un reptil tan grande es necesario un equipo médico completo de veterinarios altamente preparados y que su madre no permitiría algo así, aunque ella sea loba, ya que la inmoviliza por varios segundos en donde el animal tiene la posibilidad de causarle grandes daños y más esa que no es una serpiente normal. 

Ella intentó acercarse y Jade, que se vio libre aprovechando que Zain estaba ocultando su poder, se fue acercando.  Puesto que no podía dejar que la loba por la que ha estado años en esa vitrina se fuera sin recibir una prueba de su odio, ya que la quiso matar cuando era una niña. Ahora, al fin, cumplirá con el deseo de muchos demonios y el anhelo propio para ser la emperatriz absoluta del inframundo, por lo que con rapidez le tiró a pegarle una gran mordida, abriendo la boca grandemente, para clavar sus dos colmillos tan finos como agujetas en el cuello de Alaia.

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